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Hay momentos en la vida en que las cosas salen francamente mal. No todo va como en las películas ni acudió a nosotros un superhéroe para ayudarnos en el último momento, así que toca aceptar que hemos perdido:
-en lo personal, quizá se ha roto una relación familiar que era esencial.
-en lo profesional, un proyecto ha fracasado estrepitosamente y nos ha dejado en mala posición económica.
-en lo social, tal vez tenemos dificultades para encajar en un nuevo entorno y no nos lo ponen fácil.
Son algunos ejemplos. Cada cual puede rellenarlo con su situación, porque a todos nos pasa o nos ha pasado. ¿Hay que esconder los fracasos? En muchas empresas de reclutamiento valoran actualmente a las personas no solo por su currículum de estudios y trabajos anteriores sino concretamente por cómo supieron superar una dificultad.
Esto es así porque la experiencia del fracaso es la mejor manera de demostrar tus aptitudes en cuanto a resiliencia, fortaleza, tenacidad, constancia, perseverancia...
No hay por qué avergonzarse de haber perdido. En español decimos "el que tiene boca se equivoca", que es lo mismo que decir que es lógico que nos ocurran cosas, dificultades o problemas si uno emprende algo, pero es mejor que ocurran esas cosas y no que nos quedemos sentados mirando pasar la vida.
Luchar y esforzarse por superar un problema importante es toda una lección de vida. Hay quienes han de luchar por salir adelante después de una enfermedad. Otros por sacar adelante a su familia con escasos recursos económicos. Todos coinciden en una cosa: hay que olvidarse de sí mismos, focalizarse en el objetivo y poner todas las fuerzas para salir adelante.
En ese camino de saber perder hay algunos rasgos importantes:
-Ser humilde: aceptar que ya no tenemos las mismas fuerzas que hace 10 años, que tenemos una depresión o que ya no podemos llevar el mismo estilo de vida que antes porque la economía no nos lo permite.
-"Leer" la lección que nos ha llegado: si tenemos creencias religiosas, es el momento de ponerse en oración y preguntarle a Dios qué sentido tiene lo que nos ocurre, qué es lo que quiere que saquemos de ese problema o de ese fracaso.
-Ser de inteligencia práctica: no hay que quedarse lamiendo las heridas, hay que moverse para salir del problema, y cuanto antes mejor. Si toca quimio, quimio. Si toca buscar empleo, a por ello.
-Aceptar la ayuda: otros están dispuestos a ayudar, así que no tengas miedo de comunicar tu necesidad.
-Valorar las pequeñas victorias: en el camino de recuperación, no todo va a ser una victoria total en 24 horas, así que celebra los avances por pequeños que sean.