Sin ninguna precisión se habla de que la Inquisición quemó a miles (o millones) de mujeres por “brujería”. ¿Es cierta esta afirmación?
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En temas complejos de la historia de la Iglesia, sobre los que se han construido mitos y leyendas, la honestidad intelectual exige no pintar una “leyenda dorada” donde parezca que no hubo errores y justificar lo injustificable, pero tampoco suscribir a la “leyenda negra” que exagera y caricaturiza al catolicismo como la fuente de todos los males de la historia occidental.
En documentales pseudohistóricos de televisión, series y novelas, las “leyendas negras” sobre la Iglesia abundan y se repiten como hechos evidentes que incluso los propios católicos toman como veraces. Sin ninguna precisión se habla de que la Inquisición quemó a miles (o millones) de mujeres por “brujería” y casi siempre va a parar todo a la responsabilidad de la Iglesia Católica.
Pero en el siglo XX los estudios sobre la Edad Media y sobre los procesos de los siglos siguientes han puesto en crisis las leyendas e invenciones de autores de los siglos XVI y XVIII, que todavía se citan en manuales de historia.
El problema es que la mayor parte de la investigación académica sobre estos temas no tiene la divulgación que desearíamos y es ignorada incluso por académicos e intelectuales que siguen repitiendo en sus clases, publicaciones y en los medios de comunicación, las leyendas de antaño que nada tienen que ver con la realidad histórica. La Inquisición fue muy diversa según los diferentes países y según diversos períodos históricos.
El primer tribunal se creó en el siglo XII, pero hay que distinguirlo con claridad de la brutal caza de brujas del siglo XVI al XVIII que es un fenómeno moderno producto de las histerias colectivas que se generaron en Europa, especialmente en países de mayoría protestante como Alemania, Suiza, Inglaterra y Holanda.
En España el caso más famoso fue “las brujas de Zugarramurdi” (Navarra), condenadas en 1610, momento desde el cual se tuvo en cuenta los aciertos de un inquisidor: cuanto menos se hable de ellas, menos casos habría. De hecho, la Inquisición prefirió considerarlas personas enfermas o alucinadas.
Los datos históricos
Cuando acudimos a la investigación histórica, la llamada “caza de brujas” no fue un hecho de la Edad Media, ni vinculado a los tribunales de la Inquisición hasta el siglo XV, sino que fue un fenómeno de la Edad Moderna, y se calcula que entre los años 1400 y 1700 se ejecutaron en Europa entre 40.000 y 60.000 personas por “brujería”. No todas fueron quemadas y eran tanto hombres como mujeres.
La mayoría de las víctimas fueron ejecutadas en Alemania (25.000 a 30.000), cuando las guerras campesinas y protestantes del s. XVI y XVII. Los tribunales civiles, locales, y municipales eran especialmente entusiastas y en ocasiones permeables a las histerias colectivas de las hordas, sobre todo en Alemania, Suiza, Polonia, Inglaterra y Holanda. En investigaciones recientes, aunque las cifras son elocuentes, pocos explican por qué las cifras alcanzaron proporciones épicas en países protestantes y en la España católica, en Portugal e Italia son muy pocos casos.
Según un estudio reciente de más de 50 expertos, la documentación aportada refleja que, de un total de 100.000 procesos, alrededor de la mitad de los acusados fueron absueltos y perdonados, quedando en libertad. Muchos de ellos, sin embargo, fueron posteriormente condenados por tribunales civiles. En España, uno de los países donde más activamente trabajó la Inquisición, de las cerca de 125.000 personas acusadas de brujería, solo un total de 59 fueron ajusticiadas. En Italia, país notablemente más poblado, el número baja hasta 36; mientras que en Portugal se reduce a 4.
Lo cierto y pocas veces explicado, es que la brutal caza de brujas y linchamientos colectivos de hordas enceguecidas ante la superstición, sucedieron en el contexto de los nacientes Estados nacionales protestantes, entre de los siglos XVI y XVIII donde el súbdito debía tener la misma religión que su monarca. En cuanto a las condenas, el caso español fue el más sobrio y riguroso en los procesos si se lo compara con Inglaterra, Holanda, Alemania, Francia, Polonia o Suiza. Aunque la literatura anglosajona, germánica y francesa hayan alimentado la leyenda negra contra España, los documentos históricos desmienten invenciones repetidas durante los últimos siglos.
El escaso número de ejecuciones por brujería en España, Portugal e Italia se debe especialmente a que el humanismo estaba muy difundido en los ambientes intelectuales y los inquisidores eran hombres cultos de su época que no creían en brujas.
El verdadero rostro de la Inquisición
La Inquisición no fue una institución universal, homogénea y centralizada, sino que fueron tribunales que tuvieron distinto grado de autonomía y jurisdicción, según el país y la época. Su finalidad era investigar, indagar, “inquirir”, sobre la presencia de herejías que eran vistas como un peligro social. Recién en el siglo XV se crea la Inquisición española y en el siglo XVI el Santo Oficio en Roma. Normalmente bajo el término “Inquisición” se mete todo en un mismo saco indiscriminadamente.
El papa Gregorio VII escribió al rey Harald de Dinamarca quejándose de que los daneses tuviesen la costumbre de hacer a ciertas mujeres responsables de las tempestades, epidemias y toda clase de males, y de matarlas luego del modo más bárbaro. No nos es fácil imaginar, la relación entre el poder político y la autoridad religiosa que existió en el medioevo, lleno de pugnas entre uno y otro, no exento de corrupción, abusos, y grandes injusticias; además de que es difícil comprenderlo desde nuestra actual visión del mundo.
Pero pocos saben que muchos eran los que se confesaban herejes para ser juzgados por tribunales eclesiásticos que eran menos crueles y más confiables en cuanto al proceso que los civiles. En los tribunales religiosos si se confesaba arrepentido quedaba la mayoría de las veces en libertad, en cambio en los civiles, a la tortura le seguía la pena de muerte sin excepción. Y la figura tan ensombrecida del Inquisidor, muchas veces era un alivio para los acusados, porque salvaba a las víctimas de una posible condena clamada por la histeria colectiva del pueblo.
Muchas veces, para calmar el desorden, los tribunales civiles ejecutaban sin mucho discernimiento. Con frecuencia la gente quedaba decepcionada con la absolución de los inquisidores que no condenaban a los acusados. Sin embargo, la literatura de propaganda antihispánica y anticatólica de los siglos XVII al XIX fortaleció la leyenda negra y la creencia en toda clase de historias espeluznates, mezclando épocas, países e iglesias, sin distinguir con claridad lo civil de lo eclesiástico.
La Inquisición española moderna fue mucho más dura con judíos, musulmanes y protestantes, pero con la “brujería” era más bien escéptica y terminó siendo la salvación para muchas personas que eran víctimas de locuras colectivas, abusos de poder y supersticiones sin fundamento. Si bien es cierto que la Inquisición fue creada para reprimir la herejía, también surge para evitar linchamientos y atropellos indiscriminados, evitando que unos pocos vecinos decidan quemar una familia entera con la excusa de etiquetarlos de “herejes”.
La Iglesia tuvo siempre una actitud muy prudente en torno a las denuncias por brujería y todos los investigadores coinciden en que los inquisidores enviaban a la chusma a sus casas, buscando bajar los niveles de histeria y fanatismo, buscando un riguroso procedimiento jurídico que fuera lo más objetivo posible, con los límites de la época y los recursos de los que se disponía. En la mayoría de los casos se absolvía a la víctima y contrariamente a lo que se cree, el uso de la tortura era excepcional (1 o 2% de los casos) y siempre en presencia de un médico.
Los teólogos católicos durante la Edad Media escriben con gran escepticismo sobre el tema de la brujería, de hecho, no solo no creían en ella, sino que entendían que estas personas podían ser víctimas de problemas mentales y no podían ser catalogados como herejes.
Las evidencias históricas muestran mucha más racionalidad en los procesos de la Inquisición durante la Edad Media que en la brutalidad que vivieron los países de Europa en los comienzos de la Edad Moderna. Si bien la Iglesia ha perdido perdón por los pecados de su historia y de los errores, atropellos e injusticias cometidas en nombre de Dios, lo cierto es que lo que se suele repetir en los medios tiene muy poco que ver con la verdad histórica.
Para profundizar en la Leyenda Negra, recomiendo leer el documentado libro de María Elvira Roca Barea (Ed. Siruela, 2017) “Imperiofobia y Leyenda Negra”, quien dedica un capítulo entero al tema de la Inquisición y la “caza de brujas”.