La puesta en común de lo íntimo nos enriquece y orienta al buen amor
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Tanto las relaciones de noviazgo como las matrimoniales, están hechas para funcionar en modo “we”. No en el modo de uno o del otro, sino en el modo gozoso de un “nosotros” que no significa fusionarse o perder la individualidad.
Las personas tenemos vida interior y cuanto más dejamos entrar a otra persona en ese mundo interior a través del proceso de puesta en común de lo íntimo que es la comunicación, nuestras relaciones pueden enriquecerse enormemente.
De hecho, la experiencia ha comprobado que a menor comunicación y a menor puesta en común de lo íntimo – de lo que nos alegra, nos preocupa, nos entristece, nos hace soñar -, el “nosotros” se empobrece. La intimidad es un atributo que nos orienta a amar bien y que necesitamos vivir en todas sus dimensiones para encontrarnos verdaderamente con el otro.
La intimidad física es la más evidente, pero enfocarnos solo en ella aumenta el riesgo de que monopolice la relación y nos impida conocer al otro en otros aspectos íntimos que en definitiva serán los que terminarán vislumbrando si será posible compartir la vida con quien nos hemos enamorado.
Por eso, conviene abrirse al otro desde lo íntimo para compartir lo que uno tiene en el corazón sin quemar las etapas de la maduración del amor. No queremos bloquear el desarrollo maravilloso que podría tener una relación por vivir acciones a destiempo.
La comunicación es esencial para la puesta en común de lo íntimo. No sólo es importante aprender a darse, a mostrarse al otro con lo que uno siente, ve y espera; sino también a convertirse en un excelente oyente. Y para ello, hay tres elementos fundamentales.
El primero es poner el foco en el otro. No podemos estar pensando en lo que vamos a decir cuando la otra persona deje de hablar. Tampoco podemos descuidar el lenguaje corporal que usamos sin mirarnos a los ojos, ya que eso es tan importante como escuchar con los oídos. Y finalmente, aprender a respetar las diferencias y hacer un esfuerzo para adaptarnos al otro.
Por lo general las mujeres tienden a dar más respuestas y a hacer comentarios mientras escuchan, algo que el hombre puede fácilmente interpretar como interrupciones; mientras que los hombres en cambio suelen decir menos cuando escuchan y sus respuestas suelen ser más concisas, algo que la mujer podría percibir como una falta de atención o interés.
Lo importante – con todo- es lograr encontrase, hablar hasta cansarse, intentar descifrarse, ser capaces de contar las memorias del otro y conocer sus sueños más profundos. Cuando el modo “we” está activo, la entrega de la intimidad física se acompaña por una entrega total de la persona. Hay un acto de amor completo y un “nosotros” real.