Las alegrías y los sufrimientos de la población venezolana son puestos a los pies de San Antonio de Padua, un hombre que fue capaz de entregar toda su vida a Dios, al Evangelio y a la solidaridad con los necesitados
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El mes de junio es muy rico en celebraciones religiosas dentro de la Iglesia católica. Venezuela se suma a estos festejos recordando a importantes santos cristianos, como es el caso de San Antonio de Padua, cuya festividad se cumple este 13 de junio. Pero los venezolanos recuerdan al santo de “Padua” en un contexto en el que el milagro de dar de comer los panes de su comunidad franciscana a un grupo de hambrientos, lo convierte, además, en uno de los símbolos más fuertes con que se le conoce en América Latina.
San Antonio de Padua es un santo muy querido en el mundo, cuyo verdadero nombre era Fernando Bullones y nació en Lisboa, Portugal, el 15 de Agosto de 1195. Se hizo religioso franciscano y tras una vida misionera en África decide volver a su tierra. Una tempestad lo llevó a Italia y también fue predicador en Francia. San Antonio muere en Arcelia (Italia) el 13 de Junio de 1231. Es llamado de “Padua” porque predicó en esa ciudad italiana.
El tamunangue o sones de negros
Si bien, en Venezuela son varios los templos que llevan su nombre y las poblaciones que lo tienen de santo patrono, es en El Tocuyo, municipio Morán del estado Lara, en la parroquia San Francisco de Asís, donde no sólo se le respetan los milagros vinculados al compartir de la comida, también se le venera con un baile llamado Tamunangue o “Sones de Negros”.
El origen de esta música proviene de los esclavos africanos que llegaron a tierras venezolanas durante el período colonial, y se hicieron devotos del fraile para ocultar su fe ancestral. Con varios días de antelación al 13 de junio, los tocuyanos organizan la celebración y durante a noche del 12 de junio se hacen velorios en varias comunidades.
El punto culminante es la misa del día 13, con aires de solemnidad y que comienza a las siete de la mañana, en la citada iglesia parroquial. En ocasión de una visita dispensada a esta población por Aleteia (2017), el padre Jesús Martínez, que como párroco celebró por primera vez la misa, dijo que San Antonio era “el santo más conocido en el mundo”.
Desde muy temprano, tocuyanos de todas las barriadas y caseríos aledaños se dan cita en el templo. Las mujeres y niñas se adornan con largos y floreados vestidos o faldas, y casi todas llevan una flor en sus cabelleras. El normativo del Tamunangue contempla que las mujeres bailen con esa vestimenta, con lo cual les está prohibido hacerlo en pantalones.
Los hombres visten de “liquiliqui” (el traje típico de Venezuela para los caballeros), esta vez de color crema, sombrero de pelo é guama y alpargatas de cuero. Sin embargo, algunos caballeros lucen pantalón con franela blanca de mangas largas y sombrero de palma. Entre los instrumentos musicales están el cuatro, las maracas, el quinto y el tambor; además, empuñan garrotes encabullados o varas que se usan para bailar, simulando “batallas”.
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San Antonio desde sus cenizas…
La imagen de San Antonio es colocada al lado derecho del templo, visto desde la calle. De aspecto joven, el ornato del santo le hace lucir impecable con su Niño Jesús en brazos. Varios tocuyanos, entre estos el profesor Benigno Antonio Pargas, recordaron a Aleteia que esta imagen es nueva ya que la más antigua fue consumida por las llamas en junio de 2012, a raíz de una vela que fue colocada en su pedestal y produjo un incendio.
De aquella tradicional imagen que tenía más de cuatrocientos años, solo quedaron las cenizas. Se mandó a elaborar una primera imagen sustituta pero no contó con el visto bueno de la población. La segunda imagen es la actual y sí goza del cariño de los tocuyanos, aunque muchos devotos y feligreses todavía añoran la vieja efigie que ya no existe.
Cada 13 de junio, cerca de San Antonio, se encuentra un ensamble de músicos en su mayoría mujeres. En la señalada ocasión le correspondió a la agrupación Expresión Morandina, con más de treinta años de vida artística. Xiomara Sánchez, su directora musical, explicó a Aleteia las reglas del Tamunangue, sus siete sones y “La Batalla”.
Entre los integrantes de la agrupación estaban Griselda Yépez, Zuleima Tovar, Isabel Colmenares, María Belén Garmendia, Rosario Ramos, Gioconda Ramos y el profesor Rafael Pargas que las acompañaba con su Quinto. Frente a la imagen se encontraba Carlos Yépez, conocido como “El Pariente”, el capitán de los “tamunangueros” y quien dirige las oraciones antes de salir a la procesión con la imagen del santo portugués. Junto a él destacaban María del Valle Alvarado, José Argenis Torrealba y otros “golperos”.
La contagiosa música de la Misa Tocuyana, al ritmo del “seis figureáo”, llena de alegría el templo a la par de una noble sencillez. “Estamos celebrando la memoria de un santo, no de un hombre cualquiera; la memoria de un hombre que fue fiel a Dios; un hombre que fue capaz de entregar toda su vida a Dios y a la predicación del Evangelio”, decía Martínez.
Recordó que San Antonio de Padua tenía una facilidad de palabras muy grande y un don de predicación únicos. “Por eso era capaz de llegar al corazón de los hombres, tanto así que después de muchos años todavía sigue llegando al corazón de ustedes”, expresó.
Cada gesto festivo una súplica a Dios
El sacerdote pidió a los devotos que el ambiente festivo también se convierta en un momento de oración por las necesidades y por la paz de Venezuela. “Sabemos todos que estamos viviendo tiempos muy difíciles; sabemos todos que estamos en muchos aspectos de nuestras vidas pasando trabajo. Estamos pasando necesidades y esto a nadie se lo podemos esconder. Y de esto nadie es inocente y ajeno”, pronunció.
“Por eso hoy queremos, a los pies de San Antonio, pedirles por cada uno de nosotros, queremos pedirle por nuestra patria, por nuestro país. Queremos pedirle por todos los venezolanos”, expresó en el abarrotado templo tocuyano.
Respecto al santo dijo que era un hombre de sensibilidad social y de una caridad muy grande que no le importaba dar de lo suyo para ayudar al necesitado. “Nunca le dio un ¡no! a nadie cuando le demandaban un consejo o ayuda material”, aseguró a los fieles.
El padre Jesús Martínez reiteró su llamado para que durante los festejos y la procesión, estos gestos se convirtieran en oración. “Que cada canto que hagan, que cada Tamunangue que bailen, que cada alpargata que suene en el suelo y cada garrote que choque, sea un signo de una súplica al Señor”.
¡A RECORRER LAS CALLES! Apenas termina la misa en la iglesia San Francisco, comienza la procesión con la imagen de San Antonio, pasando como se decía arriba por las oraciones de “Pariente” en el pórtico del templo. Una de las paradas obligatorias es la plazoleta Pablo Rodríguez, “La Ñema”, en la avenida Lisandro Alvarado de la ciudad. Se trata de un homenaje al fundador de la agrupación local “Los Golperos del Tocuyo”, en su momento, definido por uno de sus integrantes como “Los Beatles” de esta población.
Luego continúan hacia otros lugares como el hospital de la ciudad “Doctor Egidio Montesinos” y el asilo “San Antonio” que dirigen las hermanas franciscanas del Sagrado Corazón de Jesús. Y así con sus cantos van recorriendo varios sitios de la ciudad donde los pobladores colocan imágenes de San Antonio de todos los tamaños, mientras algunas familias reparten los famosos “panes” que llevan su nombre. Otros, organizan y reparten “sopas de mondongos é chivo” y comparten tragos destilados de la penca de cocuy.
“Ah mi padre San Antonio, dónde está que no lo veo”, cantan los golperos durante la procesión. “Adorar, adorar, adorar a San Antonio… Adorar, adorar, adorar, adorar a San Antonio”, repiten en este día, sin cansancio, los tocuyanos. El retorno de la imagen a la iglesia San Francisco se cumple en la tarde, pero la fiesta sigue hasta bien entrada la noche, orgullosos de cumplir con sus diversas promesas, y añorando el próximo 13 de junio.