Desde entonces, no ha hecho sino manifestar su descontento
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El primer atisbo de que una sociedad civil emergía de las cenizas de un país, por décadas en silencio, se produjo a principios de este año. Un feroz tornado devastó pueblos enteros y la población, sin el consentimiento del partido que dirige todos los aspectos de la vida cubana, se volcó hacia las zonas afectadas para solidarizarse con los damnificados. A partir de ese momento, una cadena de hechos, algunos de ellos desapercibidos, han marcado el incipiente pero nítido deslinde del pueblo cubano con su gobierno.
En febrero, se realizó un referendo constitucional después de 43 años. A pesar de una amplia campaña del gobierno en favor del “Sí”, las cifras de desacuerdo resultaron inéditas: más de dos millones de cubanos, votaron “No”, anularon su voto o lo dejaron en blanco. Impensable hace apenas pocos años.
Otras iniciativas, menos relevantes pero significativas, han seguido en el tiempo. Sin imponderable que filtran meta-mensajes. Valga mencionar las cientos de personas que marcharon para exigirle al Estado una ley que proteja a los animales y sancione su maltrato. Luego, grupos ecologistas han comenzado a organizarse en las redes sociales para limpiar espacios públicos.
Las detenciones arbitrarias, los secuestros y el acoso a periodistas independientes, opositores y activistas de la sociedad civil dejaron de pasar desapercibidos. Se visibilizan, se comentan y se condenan. Son pequeños espacios civiles, bolsas de oxígeno libertario que va conquistando la ciudadanía de manera espontánea.
Se trata de impulsos ciudadanos, liderados en buena medida por quienes han resuelto quedarse en la isla, que no dejan, hasta ahora, de ser minoritarios. “Y es que es bien difícil –escribe Abraham Jiménez Enoa, periodista y director de la revista El Estornudo- emprender un proyecto de vida en una nación donde el salario básico ronda los 30 dólares mensuales, donde el gobierno regula con decretos desde la creación artística hasta la cantidad de mesas y sillas que puede tener un restaurante, donde una persona puede sentirse privilegiada si encuentra en los estantes de un mercado papel higiénico, un paquete de salchichas o un cartón de huevos”.
Como ellos mismos lo han asumido, el dilema de los jóvenes cubanos se resume en una cruzada: emigrar o desafiar la revolución y parece que buena parte de ellos ha optado por lo segundo. Abrirse paso desafiando al régimen es, por supuesto, un reto asociado al riesgo de sufrir las consecuencias de la dictadura.
La llegada de internet en 2015 a las plazas públicas de toda Cuba, provocó que el 56 por ciento de los 11,2 millones de habitantes de la isla esté ahora conectado a la red. Internet ha reconfigurado la sociedad al otorgarle a la ciudadanía “la posibilidad de expresarse libremente en sus plataformas. Emergió así una narrativa alternativa a la voz oficialista impuesta por años: el empoderamiento de la ciudadanía en internet ha supuesto que esa inconformidad salga del espacio virtual y se concrete en la vida real”.
Con herramientas para la conectividad en las manos, identifican factores que abrieron un nuevo panorama diferente y alentador: el wifi y la tecnología 3G para teléfonos móviles.
No obstante, el talento humano se fuga de Cuba y ni siquiera las normativas y legislaciones dirigidas a detenerlo han surtido efecto. No hay ya más balseros, pero si hay montones que se aventuran a confiar en los coyotes del corredor de Centroamérica para llegar a los puestos fronterizos de México y de ahí saltar al sueño americano.
La reflexión es inevitable: “El reemplazo generacional del país está en riesgo. Sin las capacidades y el aporte de los jóvenes es imposible pensar en salir de la crisis sistémica por la que transita Cuba. Después de robarse el futuro de la nación, los ancianos octogenarios que dirigen la isla no tendrán a quién dejar su legado”.
Y la alternativa ya no parece tener dejar a dudas: “En las manos de los jóvenes está la posibilidad de enderezar el camino torcido de la Revolución. Seguir alzando la voz y marchar contra el longevo sistema revolucionario es la única opción para cambiar el futuro”.
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