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El poder del contacto visual (incluso con extraños)

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Cecilia Pigg - publicado el 17/06/19
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El “ojo con ojo” es una forma sencilla de cambiar el mundo

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¿Te han dicho: “Oye, mírame mientras estoy hablando contigo?”

Es molesto cuando alguien lo hace, ¿cierto?

Pero la cuestión es: el contacto visual es poderoso. Hay muchos estudios que demuestran cómo esto puede hacer que te enamores de alguien o consigas un empleo.

Establecer un contacto visual con otra persona también es simplemente humanizar, especialmente si vives en una gran ciudad o en un lugar donde sonreír y mirarse el uno al otro no es la norma. En realidad, el “ojo con ojo” no solo nos vuelve más empáticos, sino también cambia la cultura.

Básicamente, el contacto visual es una manera de empoderar a los otros. Es fácil entender si has vivido eso antes: alguien te mira y, nuevamente, mira hacia atrás cuando has pasado. En esas situaciones, te sientes reconocido. Te sientes visto. Y tienes el poder de dar a los demás una experiencia rápida y sencilla.

Por lo tanto, si no haces contacto visual con los demás con mucha frecuencia, el primer paso es comenzar con quien interactúas todos los días: la cajera del súper, tus compañeros de trabajo, el mesero, tus parientes y amigos.

Como ya dijimos, imagínate si a todo el mundo que te encuentras durante el día se rehusara a mirarte. Empezarías a sentirte menos humano. El simple reconocimiento vía el contacto visual puede cambiar eso. Si reconoces a un colega de trabajo, a un amigo o a un extraño, mirar a los ojos ayuda mucho a hacerle sentir más aceptado y mejor visto en el mundo. Y en una época en que las personas no logran mirar por encima de sus teléfonos, el contacto visual impacta positivamente.

La única salvedad a este estilo de contacto visual es tu intención. Si estás mirando a las personas solo por mirarlas, eso es un buen comienzo. Pero una manera de profundizar la experiencia y volvería útil para ti y para la otra persona es encararla con afirmación. Si haces contacto visual con alguien, te enojas y desvías la mirada rápidamente, esas emociones se quedarán muy claras en el rostro. Cuando miramos a las personas con la intención de mostrarles que estás feliz, eso también se refleja en nuestra cara. En la práctica, eso puede significar sonreír o saludar, además, está claro, del contacto visual. Puede parecer extraño al principio, pero es completamente normal.

Cuanto más te esfuerzas por mirar a los demás, más logras ver la humanidad de ellas. Y cuanto más notas y observas la humanidad, más empático te volverás. A su vez, cuanto más las personas se sientan reconocidas y vistas, mayor será su autoestima. Y así sucesivamente.

¡A veces, las pequeñas cosas hacen la mayor diferencia!

 

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