¡La primera causa de trastornos alimentarios hay que buscarla en las dietas vividas como una dictadura mental!
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En el nuevo número de BenEssere, La Salute con anima, el psicólogo, psicoterapeuta, profesor de psicoterapia Aiamc, Francesco Vincelli, responde al caso de una lectora y sus continuas montañas rusas con la pérdida y recuperación de peso, a menudo mayor que el de partida, y del consiguiente desánimo derivado de ellas.
El enfoque del especialista es sorprendente, porque en seguida pone la vivencia de la lectora en el contexto mediático y social que nos obliga a pensar en nuestro cuerpo como algo que exhibir y que debe por fuerza responder a cánones extremos de perfección y de belleza. La delgadez en este caso es a menudo el marcador más buscado para sentirse seguro.
La perspectiva que aconseja el especialista es la de recuperar una visión integral de si mismo y el desarrollo de la capacidad de escucha de las propias emociones y de las señales fisiológicas que se intercambian el cuerpo y la mente, en ese prodigio de complejidad y equilibrio que es el unicum del ser humano.
Por culpa de nuestro deseo de resultados inmediatos y tangibles, podríamos también nosotros haber cedido a atractivas propuestas de la farmacia, o haber engrosado las filas de los que acuden a dietólogos y nutricionistas, cosa que no es negativa en sí, en absoluto. Pero no siempre somos conscientes de que lo que implica este punto de vista altamente restrictivo y cargado de excesivas expectativas:
Las salas de espera de dietólogos, nutricionistas y cirujanos plásticos están llenas de personas que buscan el remedio mágico para adelgazar lo más rápida y eficazmente posible. Así empieza la experiencia de la restricción alimentaria: un cambio repentino, que generalmente se produce del domingo al lunes por la mañana, con una reducción calórica y una limitación de calidad del alimento que interfiere no sólo en los mecanismos metabólicos sino sobre todo en el equilibrio psicológico. (BenEssere)
Para adelgazar y estar en forma no hay que obsesionarse con adelgazar
Por otro lado las investigaciones lo han puesto de manifiesto ya desde hace tiempo: la pérdida de peso obtenida sólo a través de una dieta, tiende a hacer recuperar el peso perdido, a menudo con más incremento de peso, en el 80-90% de los casos. Imponerse una norma externa, escrita por otros, sobre todo si extremadamente rígida, corre el riesgo de determinar un círculo vicioso caracterizado por comportamientos de hipercontrol alimentario que técnicamente toman el nombre de “restricción cognitiva”: una actitud mental que la persona adopta con el objetivo de reducir el aporte calórico, que le llevará a pensar obsesivamente “tengo que estar a dieta”, “tengo que resistir”, “tengo que adelgazar”.
Con esta especie de delegación externa cedida a un programa preparado por otros, ya no seremos capaces de escuchar lo que nuestro cuerpo nos dice. La gestión de la alimentación, en cambio, debería estar siempre en nuestra mano y no depender de otros. El otro, el especialista, es útil y eficaz si nos enseña a autorregularnos en base a nuestras necesidades personales.
¿Qué es la dieta mental?
Por absurdo que parezca, la primera causa de trastornos alimentarios es la dieta. Una dieta mal vivida, por supuesto. La que se convierte en una dictadura psicológica auto infligida.
La dieta en la mayoría de los casos es uno de los factores principales en el origen de los trastornos alimentarios. Por esta razón, hoy se oye hablar cada vez más de dieta mental: un concepto que puede contener múltiples significados, pero que puede resumirse en la necesidad de afrontar un cambio en la relación con la comida y con el propio cuerpo a través de una psicoterapia. (Ibidem)
Para llegar a un cambio físico duradero es necesario partir de la mente. Es también cierto lo contrario: que al asumir comportamientos virtuosos, el pensamiento, el frente cognitivo saldrá beneficiado. Precisamente porque somos una unidad inseparable (por ahora) de mente y cuerpo. Y por encima de ambos, recordémoslo, manda el espíritu.
No descuidemos este aspecto invisible, pero sin embargo de efectos muy poderosos: la vida interior informa de sí misma a la exterior. Por este motivo, no hay que excluir la necesidad de una aproximación psicologica a la alimentación y a la relación con el propio cuerpo.
Así que si cada vez que intentas comer menos se desencadenan en ti los atracones alimentarios, si cada vez que pierdes peso con una dieta, lo has recuperado con intereses, si observas que en los últimos años la talla de tus vestidos ha sufrido el llamado efecto yo-yo, es el momento de plantearse la posibilidad de hacerse ayudar a través de una terapia que actúe a nivel psicológico. Lo psicoterapeuta cognitivo-comportamentale, rigettando il concetto della riduzione improvvisa di calorie (dieta), vi aiuterà attraverso l’uso del diario a stimolare dapprima la consapevolezza delle vostre abitudini alimentari e successivamente ad assumervi la responsabilità di ridurre gradualmente, per piccoli passi, i vostri eccessi. (Ibidem)
¡El ingrediente secreto, como en Kung fu Panda, somos nosotros!
Sin excesivo optimismo, sabemos de hecho que el corazón del hombre es capaz de cosas altas y bajas, pero debemos volver a apropiarnos con confianza de nuestra autonomía, de nuestra capacidad natural de actuar en el mundo, en la realidad que nos toca, empezando por nosotros mismos, obedeciendo a algo que ya habita en nosotros.
Aunque solo sea por el tema de la dieta, no es malo ejercitar un esfuerzo sano de discernimiento: ¿qué siento, qué deseo de verdad? ¿Estoy respondiendo a una frustración? ¿Tengo hambre de verdad? ¿Estoy seguro/segura de querer asociar la decepción a la compensación con comida?
¿De quién puede venirme la fuerza necesaria para obtener un verdadero cambio, si no en mi mismo/a? Según la visión cristiana, sabemos que nunca estamos solos, ni siquiera para un reto por superficial que parezca. No está de más una oración para superar los momentos críticos, para vencer las tentaciones. Sabemos que precisamente el ayuno, que no tiene un fin dietético ni adelgazante, es el gesto más poderosos del que disponemos para vencer las pasiones y orientarnos hacia Dios, trasladando el hambre a un plano más alto.
El especialista lo dice mejor:
(…) cada uno de nosotros posee una competencia psicofisiológica natural que nos permite regular espontáneamente el estar a la mesa. A través de técnicas como el mindfulness, podremos analizar y reconocer nuestras sensaciones internas: “¿Tengo hambre y quiero comer? ¿Encuentro placer con estos alimentos? ¿He comido suficiente, estoy saciado?” Nos ayudará a reconocer las emociones que nos empujan a comer, más allá de las necesidades energéticas reales, con el fin de gestionar estas emociones con alternativas más eficaces que la comida.
No pienses solo en comida, ¡encuentra una actividad física que te guste!
Afinando la escucha de nuestras emociones, de los procesos cognitivos que a menudo están en el origen de comportamientos dañinos para nuestra salud, seremos cada vez más capaces de intervenir y corregir. Y seremos cada vez más capaces de comprender lo que nos interesa de verdad, lo que responde mejor a nuestra condición y a nuestras necesidades reales. El trabajo sobre nosotros mismos, por tanto,
nos ayudará a encontrar y apasionarnos con una actividad física, que podrá ser vivida no como sacrificio sino como necesidad irrenunciable. Nos ayudará a encontrar los remedios para mantener el humor y limitar el estrés, ayudándonos a incrementar las actividades placenteras y relajantes en nuestro tiempo libre. En la naturaleza de cada uno de nosotros está ya escrito el conjunto de normas para alcanzar el equilibrio y el bienestar, sólo tenemos que descubrirlas. (ibidem)