Los venezolanos se fugan en masa, un “gran escape” sin precedentes en el continente, la más alta que haya conocido el continente. ¿Qué pasa con los países receptores?El más reciente boletín arroja una cifra sorprendente: en los últimos cuatro años la migración venezolana ha crecido 475%. Es la más elevada que haya conocido el continente en toda su historia. Un éxodo masivo que está desangrando al país que pierde talentos, mano de obra, técnicos, educadores y profesionales de la salud.
En otras épocas, sobre todo cuando prevalecían en esta parte del mundo dictaduras militares o azotaban a sus pueblos la Cuba de Fidel Castro o el Chile de Allende, significativos contingentes de migrantes buscaban refugio en otros países, especialmente en la sólida y democrática Venezuela. Pero se trataba de oleadas puntuales, de perseguidos políticos, persona disidentes que escogían salir de sus países para proteger sus vidas o gente que buscaba un horizonte próspero. Y lo encontraron en aquella acogedora Venezuela, repleta de recursos y posibilidades.
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Hoy, la cosa es distinta
Lo primero que hay que entender es que las razones de hoy son otras y quienes emigran también son diferentes. Los venezolanos que abandonan el país lo hacen para sobrevivir, bien por causa del hambre y las necesidades de salud o bien para escapar de la delincuencia impune que amenaza desde de que sale a la calle. El venezolano no es proclive a dejar su país y nos atrevemos a decir que, cuando esto cambie, el regreso será igualmente masivo aunque, naturalmente, habrá quienes hagan sus vidas fuera y probablemente no volverán.
Pero actualmente, se trata de una migración masiva cuyo móvil es básicamente humanitario, una especie de escapada social en masa. Si se hubiera previsto –o hecho caso a las advertencias de los más preclaros- lo que el llamado “Socialismo del siglo XXI” puede hacer para destrozar un país inmensamente rico, seguramente nadie habría optado por cederle el poder. Y quienes aún lo respaldan tienen, como se dice en criollo, “bozal de arepa”; en otras palabras, no es por su gusto que lo hacen sino por no perder la dádiva del Estado, el puesto de trabajo que les queda o por miedo a represalias con sus familiares.
Los países solidarios
Colombia, Ecuador y Perú, dada la cercanía con Venezuela y las facilidades de traslado, no excentas de riesgos, son los países receptores, los principales destinos escogidos por los migrantes. La avalancha hacia Colombia que sido de tal magnitud que se ha visto en la necesidad de pedir ayuda a la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), para sostener la inusitada oleada. Se calcula que 4 millones de venezolanos –que, a este ritmo, pronto podrían ser 6- pululan alrededor del planeta, entre migrantes y refugiados.
Los peligros acechan
No hay balseros, ni tormentas, ni mares procelosos, como sufrieron por décadas los cubanos en su esfuerzo por huir de la isla. Era sistemático porque no había trochas ni caminos de montaña para escapar. Pero la desventura y la fatalidad acompañan a todo ser que emigra. Diariamente las autoridades cuentan más casos del peligroso cruce ilegal de caminantes venezolanos por las llamadas ‘trochas’ en la frontera con Colombia. Sin embargo, en los últimos meses decenas de refugiados han huido por mar hacia las islas del Caribe. Y es que mientras Colombia y Venezuela comparten 2.200 kilómetros de frontera, Venezuela tiene más de 3.700 kilómetros de costa. Y es preciso decir que la migración marítima no solo es peligrosa sino mortífera. Nuestro mar, así como hermoso y cálido, es bravo e imprevisible.
Según un reciente informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de 80 venezolanos han muerto o desaparecido en el mar Caribe en los últimos dos meses en tres naufragios reportados por los medios y confirmados por las autoridades venezolanas.
De acuerdo con el reporte de la OIM, el primer bote se volcó el 23 de abril y el segundo el 16 de mayo, “ambos en dirección a Trinidad y Tobago”. Se estiman que entre 51 y 67 migrantes venezolanos desaparecieron en los siniestros. La trata de personas gravita sobre esos viajes.
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Los países redoblan la guardia
Los países, concretamente Perú y Chile, están tomando algunas decisiones y cambiando las exigencias para el ingreso de ciudadanos venezolanos a territorio chileno y peruano. Durante la expulsión de un tercer grupo de ciudadanos venezolanos con antecedentes policiales o penales que había entrado a Perú con información migratoria falsa, el mandatario aseguró que con esta acción se busca promover una migración “segura y ordenada“.
Ecuador también anunció la medida de exigir pasaporte para poder ingresar al país y sellar su salida de forma regular. Decenas de personas que no tienen este documento asumieron el riesgo y empezaron a caminar por la carretera para entrar a ese país. En el paso fronterizo de Rumichaca, frontera entre Ecuador y Colombia, hay venezolanos varados por falta de pasaporte. Decían a las autoridades: “Déjenos pasar, tengan piedad, venimos de un país acabado”.
En Roraima, frontera con Brasil, se mantienen las largas filas de venezolanos intentando ingresar. En Boa Vista los inmigrantes venezolanos son trasladados por el Ejército de su campamento en las calles hacia albergues, donde disfrutan de mejores condiciones de vida y para que se inscriban al programa que los reubicará. Brasil tuvo que instalar retenes militares en su frontera con Venezuela, la cual es también muy extensa.
El presidente de Colombia, Iván Duque pidió a la Organización de Estados Americanos (OEA) que sean solidarios con los más de 4 millones de migrantes venezolanos y que les otorguen protección migratoria temporal.
La otra cara de la moneda es que el pasaporte es un problema serio: en Venezuela no se expide, a pesar de ser un derecho constitucional para cada ciudadano disponer de sus documentos de identidad personales y un deber del Estado proveerlos. Tampoco se consigue en los consulados del exterior muchos de los cuales ni funcionan.
Pero otro problema subyace y es más grave: mientras Nicolás Maduro siga en el poder, el drama no hará sino agudizarse.
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¿Qué se busca?
Con estas medidas, casi imposibles de cumplir, podría pensarse que los países intentan forzar una solución presionando con el tema de los migrantes el cual, por demás, los afecta de manera considerable en su dinámica interna. Impedir le entrada de estos contingentes de seres humanos desesperados, obviamente planeta un problema humanitario que devuelve la pelota al terreno de los organismos internacionales y a los factores internacionales de decisión política que pueden y deben coadyuvar para desalojar a Maduro del poder.
No obstante, lo cierto es que la crisis venezolana viene aventando a toda clase de inmigrantes y es consecuencia directa de las insoportables condiciones de vida de las personas, sin importar su clase o procedencia social. Eso significa que también emigran individuos que generan problemas. Ocurre en todas las épocas, en todos los países y a partir de todas las crisis. Los gobiernos toman medidas para prevenir situaciones indeseables o que salgan de su control. Estimamos que es lo que está ocurriendo en Chile, el más reciente país en tomar medidas para moderar el ingreso de migrantes.
Chile ha sido un país acogedor desde el comienzo de la crisis venezolana. El presidente Piñera ha sido firme y fuerte en sus expresiones de rechazo a la dictadura de Nicolás Maduro. El Viceministro de Salud de Chile, por su parte, ha señalado que el mejoramiento del área de su responsabilidad en ese país se debe en un 40% a la presencia de médicos venezolanos, puesto que el país austral presentaba un considerable déficit de profesionales de la medicina para atender las necesidades del sistema nacional de salud pública. Los galenos venezolanos en el país caribeño no han tenido inconveniente en acudir a trabajar a lugares tan remotos e inhóspitos como el Polo Sur, en la Patagonia. Les han rendido agradecidos homenajes y les han dado un trato digno. Más de 43 mil médicos han abandonado Venezuela y sus credenciales y preparación han sido apreciadas y aprovechadas en distintas latitudes.
Cada nación sufre el embate de una llegada masiva para la cual no están preparados. Son países que, a su vez, tienen mucho por resolver desde el punto de vista social y económico. Enfrentan marginalidad y pobreza que atender. En el caso de Chile, hay que tener en cuenta que ese país es una especie de isla en tierra firme. Es una estrecha lengüeta territorial que tiene mar y cordillera a los lados y desierto y polo en los extremos. Es un país organizado, poco acostumbrado al extranjero y menos si llega en contingentes numerosos. Los chilenos son solidarios, amables y cultos, con un comprensible celo en la protección de su privacidad como nación. Una buena porción de la inmigración venezolana ha tocado las puertas de Chile y se les han abierto, sobre todo si son profesionales, gente preparada que llega con su aporte a mejorar al país, a sus instituciones y a la vida de la gente.
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Lo que no se dice
Como quiera que se va de Venezuela toda clase de personas, también emigra la delincuencia. Un duro producto de exportación toda vez que estamos hablando de una delincuencia tecnológicamente superior y distinta a la de cualquier país de lcontinente. No es el narcotráfico en México ni la guerrilla en Colombia. Es una población descarriada que, por la riqueza de que ha disfrutado el país, ha tenido acceso a una tecnología de punta que le ha permitido perfeccionar al extremo sus procedimientos. Son rudos, pero también sofisticados. Han gozado del estímulo y la protección del régimen por veinte años, el cual no sólo los ha venido armando sino que los cubre con el manto de la impunidad. Llegan a otro país y sus métodos son superiores a los de cualquier delincuente que pretenda competirles. En Venezuela es una próspera industria de la cual participan, no solo delincuentes comunes…también los no tan comunes pues se agregan policías y militares, añadiendo a las operaciones la experticia propia de su oficio. Amenazan, secuestran y ejecutan operaciones con un alto grado de sofisticación. Cualquier país que constate ese riesgo pondrá barreras para asegurar una migración de beneficio que no se les salga de control.
Emigran, por supuesto, profesionales de diversas disciplinas. La prosperidad económica de que gozó el país hasta los años 90, hizo posible la privilegiada formación en toda clase de carreas y oficios, la educación en las mejores universidades del mundo y el dominio de idiomas. Otro factor que aporta un agregado deseable pero que igualmente puede plantear problemas de competencia para los naturales del lugar.
Si se trata de música, al ser Venezuela la cuna del Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles, lo que exporta en ésta área es excelencia y calidad. Los jóvenes que emigran llevan ventaja y pronto encuentran lugar en el mercado de trabajo.
Venezuela también “exporta” mujeres hermosas. La mezcla de razas entre la criolla y las europeas y asiáticas que llegaron en sucesivas oleadas al país, ha dado por resultado un fenotipo que desfila por las pasarelas mundiales y ha ganado concursos de belleza a lo largo y ancho de la geografía planetaria. Eso se convierte en un potencial peligro para la convivencia si ese atractivo se pone en funciones para conseguir entradas que no aseguran otros oficios satisfacer necesidades y abrirse un campo no ortodoxo. El ejemplo de las venezolanas que salen del país y engrosan las filas de la prostitución en las islas del Caribe o que sirven de presa fácil a los tratantes de personas, exponen con dramatismo los extremos a que esta situación puede llegar.
Insistimos: esto no parará hasta que Maduro no deje el poder. Propiciar una solución es unir esfuerzos para desarrollar una estrategia exitosa con miras a que Venezuela recupere su democracia, su libertad, su productividad, su vida.
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