Sorprendente “mea culpa” del presidente de El Salvador por las trágicas muertes en el Río GrandeEn una declaración inusual entre los presidentes del llamado “Triángulo Norte” de Centroamérica (Honduras, Guatemala, El Salvador), Nayib Bukele, quien recién cumple un mes al frente del gobierno salvadoreño ha dicho que la muerte de Óscar Alberto y Angie Valeria Martínez –padre e hija cuya foto flotando ahogados en el Río Bravo ha dado la vuelta al mundo—es culpa de los salvadoreños y de nadie más.
“Podemos culpar a cualquier otro país, pero ¿qué hay de nuestra culpa? ¿A qué país huyeron? ¿Huyeron de Estados Unidos? Huyeron de El Salvador, huyeron de nuestro país. Es culpa nuestra”, dijo el mandatario salvadoreño en entrevista con la BBC.
No se van porque quieren
Hay que recordar que, según el Instituto de Políticas de Migración de Estados Unidos, en este país viven 1.4 millones de salvadoreños, lo que equivale a una quinta parte de la población total de la nación centroamericana calculada, en 2019, en 6.5 millones de personas.
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El presidente salvadoreño enfatizó este hecho justo cuando los cadáveres de padre e hija –que murieron tratando de entrar a Estados Unidos ilegalmente tras dos meses de espera en un albergue de Matamoros (México)– volvieron a El Salvador donde ayer lunes, en una ceremonia privada, fueron sepultados.
En entrevista con la prensa el domingo pasado, Bukele subrayó “las personas no huyen de sus hogares porque quieren, las personas huyen de sus hogares porque sienten que tienen que hacerlo”, al tiempo que afirmaba que su país es responsable de empujar a decenas de miles de sus ciudadanos a emigrar cada año.
Pasar de la retórica a la responsabilidad
Ni su antecesor ni los presidentes de Honduras o Guatemala habían sido tan claros en este sentido. Más bien cargaban las tintas sobre Estados Unidos y, colateralmente, sobre México.
The New York Time ha dicho que los comentarios de Bukele “llamaron la atención en una región donde los líderes políticos han sido reticentes en asumir cualquier responsabilidad por las dinámicas sociales y políticas que alimentan la migración y suelen ocuparse solo retóricamente de la idea de que las condiciones deben mejorar en casa para alentar a la gente a que se quede”.
Bukele reconoció que la inseguridad y las dificultades económicas son las dos principales fuerzas que empujan a muchos de sus ciudadanos a arriesgarse en un viaje peligroso hacia el norte en busca de una vida mejor. “Creo que la migración es un derecho, pero debería ser una opción, no una obligación. Y en este momento es una obligación para mucha gente”, lamentó el presidente salvadoreño.
La seguridad de la inseguridad
Con el asunto de las caravanas, iniciadas en Honduras, han sido miles las familias salvadoreñas que han decidido ir a probar fortuna en otra tierra porque en la suya, simplemente, no pueden vivir en paz ni tener oportunidades de una vida digna.
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Datos de la Patrulla Fronteriza (Border Patrol) indican que, al menos, 283 migrantes murieron en la frontera entre México y Estados Unidos en el 2018, sin embargo los activistas de derechos humanos y las organizaciones pro-inmigrantes han señalado que es más que probable que el número sea más alto.
“Se sienten más seguros al cruzar un desierto, tres fronteras (las de Guatemala, México y Estados Unidos) y todas las cosas que pueden suceder en el camino hacia Estados Unidos porque sienten que es más seguro que vivir aquí”, dijo Bukele a la prensa. “Así que queremos que nuestro país sea más seguro”.
Y remató: “Haremos un país que sea más próspero y que pueda proveer empleos de paga decente para toda nuestra gente”, dijo. “Si la gente tiene la oportunidad de un empleo decente, de una educación decente, de un sistema de salud decente y seguridad, sé que la migración forzosa se reducirá a cero”.
Enfrentar la violencia
Para el Banco Mundial, el crimen y la violencia presentan una amenaza al desarrollo social y el crecimiento económico en El Salvador y afectan negativamente la calidad de vida de sus ciudadanos.
“Si bien la violencia relacionada con pandillas ha disminuido sustancialmente en los últimos años, El Salvador sigue teniendo una de las tasas de homicidios más altas del mundo: 60.07 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2017. El crimen y la violencia hacen más costoso hacer negocios, afectan negativamente las decisiones de inversión y obstaculizan la creación de empleo”, expone el último reporte del Banco Mundial.
Es, justamente, ahí donde habría de comenzar Bukele a remediar el tema de los migrantes. Óscar Alberto, su esposa Tania y su hija Angie Valeria vivían en un barrio peligroso de los suburbios de San Salvador, en donde las pandillas mandan. La madre de Óscar Alberto le pidió que no se fueran. Las circunstancias lo obligaron. Y no llegó, como tantos otros, a realizar el “sueño americano”.