¿Por qué en el Símbolo de los Apóstoles se dice que Jesús: “descendió a los infiernos”, mientras que en el Credo de Nicea esta frase desaparece? Antonio Tullio
Responde don Francesco Vermigli, profesor de teología dogmática en la Universidad Teológica de Italia central.
Quisiera dividir en dos momentos la respuesta al sr. Tullio. El primer momento coloca cronológicamente los símbolos recordados en su pregunta (el niceo y el apostólico); el segundo momento intenta responder sobre el punto de qué es una profesión de fe.
Respecto al origen del Símbolo Apostólico intentaré ser breve: intentar resumir una cuestión tan compleja, como la formación del Símbolo llamado de los Apóstoles, no es poca cosa. Recuerdo, primero que nada, que los primeros testimonios de la leyenda que atribuye a los apóstoles la redacción de la profesión de fe en cuestión, se remonta a finales del siglo IV. Por simplicidad, podemos decir que ese Símbolo se formó lentamente a partir de las profesiones de fe proclamadas en la liturgia bautismal de ámbito romano: fórmulas de fe más bien débiles que se extendieron durante el tiempo, encontrando su propia redacción definitiva en la Alta Edad Media.
¿Para qué sirve una profesión de fe?
Una profesión de fe nace en un contexto históricamente determinado y de ese contexto resulta -de un modo que se debe verificar caso por caso- condicionada. Y, sin embargo, cada profesión de fe, incluso aquellas que no tuvieron una difusión muy amplia en la historia de la Iglesia, tiene la pretensión, por decir de alguna manera, de “eternizarse”.
En otras palabras, cada símbolo se ve afectado por la dinámica típica del desarrollo del dogma: un factor históricamente determinado provoca una definición de fe, que se vuelve luego patrimonio de la Iglesia de cada época. Solo por dar un ejemplo: ¿quién no recuerda cuando en el Niceo-Constantinopolitano pronunciamos el “generado no creado”, estamos haciendo de contrapunto a afirmaciones arrianas muy determinadas? De esta manera, es oportuno pensar que la aparición en un determinado momento de la redacción del Símbolo apostólico del artículo sobre el descenso a los infiernos de Cristo haya sido la respuesta a una necesidad muy precisa; quizá, banalmente, como una mera amplificación del “fue sepultado”, o quizá, como reconocimiento de la laguna de las anteriores profesiones sobre un acto decisivo de la Redención de Cristo.