El Renacimiento fue una de las épocas más brillantes en la historia del arte pero apenas un puñado de nombres de mujeres artistas se colaron en la larga lista de pintores y escultores. Entre ellas, solamente una religiosa, alabada por el propio Vasari, demostró que la vida de clausura podía ser un entorno perfecto para la inspiración y creación de grandes obras de arte.
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El Renacimiento fue una de las épocas más brillantes en la historia del arte pero apenas un puñado de nombres de mujeres artistas se colaron en la larga lista de pintores y escultores. Entre ellas, solamente una religiosa, alabada por el propio Vasari, demostró que la vida de clausura podía ser un entorno perfecto para la inspiración y creación de grandes obras de arte.
Su nombre real era Pulisena Margherita Nelli y nació alrededor del año 1523 en Florencia, en el seno de una familia acomodada. Su padre, Piero di Luca Nelli, era un reconocido comerciante de telas que ofreció una importante dote tanto a Pulisena como a su hermana Constanza para que pudieran ingresar en la vida religiosa, en concreto en el convento dominico de Santa Catalina de Siena en Florencia, hoy en día destruido.
A los catorce años, Pulisena se convertía en Sor Plautilla mientras que su hermana tomaba el nombre de Sor Petronilla. Ambas demostraron ser mujeres cultas y refinadas. Mientras Sor Pretonilla se dedicó a las letras y terminó escribiendo una vida de Girolamo Savonarola, dominico que supervisaba el devenir del convento, Sor Plautilla descubrió pronto su pasión por la pintura. Como muchos otros conventos femeninos, tras sus muros se realizaba una amplia labor de copiar e iluminar manuscritos. Pero Sor Plautilla, además de realizar miniaturas, decidió ir más allá y explorar otros tamaños y soportes para su arte. No en vano, según la Enciclopedia de Mujeres del Renacimiento, Sor Plautilla está considerada como “la primera mujer artista de Florencia” y “una de las primeras mujeres en Europa que podemos identificar como una pintora de obras religiosas a gran escala”.
Sor Plautilla no podía tener el mismo acceso al conocimiento del arte que tuvieron los grandes artistas de su tiempo por su condición de mujer pero buscó la manera de aprender observando las obras de arte de otros pintores como Fra Bartolomeo della Porta, Bronzino o Andrea del Sarto. Como tampoco podía analizar la anatomía masculina, Sor Plautilla se centró en estudiar los rostros de las religiosas de su convento por lo que muchos entendidos ven en todos sus retratos rasgos femeninos.
Su fama artística traspasó los muros del convento y de la ciudad de Florencia y despertó la admiración de Giorgio Vasari quien la incluyó en su Vidas de artistas. Además de realizar una amplia obra pictórica, Sor Plautilla fue elegida priora del convento en tres ocasiones y llegó incluso a dar clases de pintura a algunas de sus hermanas.
Aunque los expertos en arte aseguran que Plautilla realizó una amplia obra pictórica son muy pocas las piezas que se han identificado como suyas. Una de las más importantes sin duda es una representación de la Última Cena. Situada en el refectorio de Santa Maria Novella en Florencia supone la primera representación a gran escala de una escena bíblica realizada por una mujer. La obra no se puede visitar pero, tal y como anunciaba el Daily Art Magazine hace un año, se encuentra en proceso de restauración gracias a un proyecto de mecenazgo impulsado por la organización sin ánimo de lucro norteamericana Advancing Women Artists (AWA). En junio de 2017, la AWA ya había organizado una exposición realizada en la Galería de los Uffizi con algunas de las obras de arte de Sor Plautilla que dio a conocer su preciosa obra artística. También en 2006 su Lamentación con Santos fue sometida a una exhaustiva restauración. Poco a poco, la obra de Sor Plautilla Nelli va siendo reconocida como parte importante del Renacimiento florentino y su nombre empieza a recibir el homenaje artístico que se merece.