El espíritu alegre y dicharachero del caribeño se empina sobre las dificultades y los saca adelante…
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El pueblo cubano lleva más de medio siglo bajo una férrea dictadura comunista que hoy, aún cuando afloja algunas tuercas, se mantiene dura y controladora. La gente sufre necesidades y sigue siendo milimétricamente vigilada en un Estado policial que ha exportado sus métodos y procedimiento de sujección más demonónicos a Venezuela, Nicaragua y otros países de la órbita cubano-castrista.
No obstante eso, hay un carácter, un talante y un espíritu compartido que aflora en la cotidianidad y permite que las peores situaciones sean más llevaderas. El humor es, para la generalidad de los latinoamericanos, especialmente quienes nacimos y vivimos a orillas del mar Caribe, una resistencia ante la precariedad, un especie de muro sin lamentos, una condición del alma que nos hace refractarios a la tristeza. Es una amalgama que une y acerca, no importa en qué acera ideológica o política te ubiques.
Hay quienes piensan que el ingenio nos viene de los andaluces que vinieron con Colón; otros lo atribuyen a la natural alegría que inspira la cercanía del mar. Lo cierto es que somos increíbles y eso es un hecho. Nosotros pensamos, más bien, que Dios, entre tantas bellezas y riquezas naturales, nos regaló este atributo para que amortiguáramos golpes y allanáramos caminos.
Eso ocurre con el pueblo cubano. El video anexo lo prueba. La inventiva y la creatividad protegen contra la indiferencia y hasta obtienen recursos de donde no los hay para colocar los productos caseros que, de vez en cuando, salen de los fogones del hogar al ventorrillo callejero.
En medio de un bus repleto de gente, en medio del calor y los tropezones, un curioso personaje intenta vender sus caramelos. Y lo hace con su mejor arma seductora: el verso. Se trata de una rima parecida al contrapunteo venezolano, donde dos llaneros se baten a duelo por el amor de una muchacha a punta de improvisar versos. Son capaces de estar horas en esa tarea sin interrumpirla. Es de una ingeniosidad sorprendente.
Así vende caramelos este personaje en los buses habaneros, hacinados de pasajeros que entretienen su trayecto con este rato amable y divertido….y más de uno termina comprando.
Disfruten y verán cómo ni décadas de tiranía pueden con el espíritu indoblegable de un pueblo.
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