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¿Muchas tareas y exigencia de productividad? Aquí una lección importante

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Michael Rennier - publicado el 02/08/19
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Mi principal responsabilidad no es ser productivo, sino amar a quienes me rodean y mirar profundamente en el corazón de la realidad

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La productividad es un estado que siempre busco. Si no estoy realizando una tarea o mejorando de alguna manera, estoy inquieto. Simplemente necesito levantarme del sofá y hacer ejercicio, o leer un libro que quiero entender, o cuidar el jardín.

Siempre he tenido la capacidad de hacer muchas cosas durante el día, pero eso no siempre es un buen rasgo de personalidad, porque el trabajo y la productividad no deberían definirnos. Así que solo estar ocupado y hacer muchas tareas puede ser un problema.

¿Por qué, por ejemplo, al analizar el “éxito” de mi día, no considero si me detuve a jugar con mis hijos? ¿Si abracé a mi esposa? ¿Si tomé una taza de café tranquila antes de ir a trabajar? Si caminé alrededor de la manzana y me detuve a ver la puesta de sol …

Parece que el exceso de trabajo es un mecanismo de defensa. Nos enterramos en una productividad infinita porque este es un escape de la tarea más difícil: usar sabiamente nuestro tiempo libre.

Si hago una larga lista de tareas todos los días, no solo no tengo que pensar en otra cosa, sino que obtengo una validación inmediata. Sin embargo, lo que realmente está sucediendo es que al usar todas las horas de mi día, me estoy sofocando.

No tengo espacio para respirar, y sin el tiempo libre para explorar la belleza del mundo, evito entrar en el desafío real y más aterrador de la autorreflexión.

Mi principal responsabilidad no es ser productivo, sino amar a los que me rodean y mirar profundamente en el corazón de la realidad al corazón palpitante de Dios del que fluye toda la vida.

Pero estoy aprendiendo. Ahora tiendo a definir el éxito de mi día si el bebé sonrió cuando besé su mejilla. Si se ríe cuando pongo mi rostro en el suyo, sé que es un día maravilloso. Hay un gran valor en estos momentos “improductivos”. De hecho, son la razón por la que estamos vivos.

En particular, aprendí de mis hijos el valor de simplemente perder el tiempo y jugar. El tiempo “improductivo” que pasa con las personas que amo nunca se desperdicia.

Sin embargo, hay una delgada línea entre ocio y pereza. Así que no estoy justificando los malos hábitos o perder el tiempo frente a la televisión o por teléfono, lo que es más una adicción que un ocio saludable. Hay una manera correcta de no hacer nada.

Recordemos la famosa historia de Marta. Ella y su hermana María organizaron una gran reunión para Cristo y sus discípulos. Marta pasó todo su tiempo trabajando y preocupándose por los detalles de la reunión. Mientras tanto, su hermana pasó tiempo con los invitados, escuchando las enseñanzas de Jesús.

¿Cuál fue más sabio? Maria. Creo que ese día Marta aprendió una valiosa lección. Para descubrir el misterio de nuestra existencia, por qué Dios nos creó y con qué propósito, necesitamos tomar tiempo para sentarnos en silencio, escuchar y escuchar. En resumen, debemos ser aparentemente “improductivos”.

Usualmente actúo mucho como Marta. He estado reflexionando sobre mis motivaciones y por qué me siento tan ansioso cuando no estoy haciendo tareas. Creo que tengo la respuesta: tengo problemas con el ocio porque soy orgulloso.

Sospecho el valor de todo lo que personalmente no trabajé para crear. Como católico, estoy firmemente comprometido con la idea de que mi existencia es un regalo. Si estoy vivo y tengo alegría en mi vida, es porque Dios me la ha dado. Yo no me creé a mí mismo. No gané el amor de mi familia. No hago nada para crear una puesta de sol en el horizonte. No soy el motor que hace que las olas rompan en la playa. Todo es un regalo. Sin embargo, lucho contra el orgullo y desconfío de las cosas gratuitas, cosas que no han resultado de mis esfuerzos.

Lo que Marta ha aprendido, y lo que todavía me esfuerzo por descubrir, es que es bueno calmarse y aceptar la alegría que nos llega, incluso si se produce sin nuestro esfuerzo.

Tómate un momento de paz hoy para contemplar algo encantador. No te preocupes por la productividad: tareas domésticas y trabajo. Al igual que Marta, tenemos dos opciones ante nosotros: perseguir una productividad infinita, o elegir el mejor modo de contemplación espiritual y aceptar el regalo de una vida feliz. Es hora de elegir el camino mejor.

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