En el día de la fiesta de la Virgen Polaca, la elección del ‘Papa de la sonrisa’ (26 de agosto 1978) 7 pm, Plaza de San Pedro, sábado, 26 de agosto de 1978, la fumata es gris, casi negra. Debería ser blanca para indicar la elección del nuevo Papa. La columna de humo que sale de la Capilla Sixtina confunde a los vaticanistas.
“Humildes, humildes: es la virtud cristiana que a todos toca.”
Juan Pablo I
Algunos hablaron de mal presagio al observar ese fenómeno inédito en el cielo romano y en la historia del Cónclave: El 263º Papa fue elegido y la fumata era oscura. Sin embargo, hubo una votación exitosa y hay un nuevo sucesor de Pedro: El cardenal patriarca de Venecia Albino Luciani. Tras terminar la fumata, aparece en el balcón de la Basílica de San Pedro, el cardenal protodiácono quien anunció el Habemus Papam y da a conocer al nuevo pontífice.
Juan Pablo I, es el primer papa en 20 siglos en usar un nombre compuesto en la historia de la Iglesia en honor a sus dos predecesores, Juan XXIII y Pablo VI. Se trata del último papa italiano elegido hasta la fecha. En contraposición al mal presagio de la ‘fumata gris’ ante los ojos del mundo, la pía coincidencia con la elección del nuevo Papa en la fiesta de la Virgen de Nuestra Señora de Czestochowa, esa virgen negra milagrosa que ha estado relacionada con la historia del pueblo polaco por muchos siglos.En 1656 fue aclamada patrona de Polonia.
Papa Luciani después de 33 días de pontificado fue encontrado sin vida en su cama, la mañana del 28 de septiembre. Sucesivamente, Juan Pablo II fue elegido el 16 de octubre de 1978 hasta su muerte en 2005.
En esta línea de hechos extraordinarios, el 4 de junio de 1979, el Papa Wojtyla llegó a Jasna Góra, convertido en el primer Papa polaco y empezó su peregrinación con estas palabras: “Se está realizando la voluntad de María: heme aquí… aquí estoy y recuerdo una vieja canción de los confederales de Bar: “somos servidores de María, siervos de María” … El siervo llamado desde esta tierra, vuelve a los pies de Jasna Góra, donde a menudo me detenía como vosotros y que me ha visto de rodillas sobre la tierra desnuda como vosotros estáis a menudo durante horas y horas…”.
Juan Pablo II, pronunciando un acto de entrega de la Iglesia Universal, de la patria, de todos los hombres y de sí mismo a la Virgen, exclamó: “Madre, soy todo tuyo y aquello que es mío es tuyo”.
La fumata gris al final del cónclave que eligió a Juan Pablo I, contrariamente, a lo que se pueda pensar, fue el inicio de un anuncio que tiene continuidad con sus predecesores: “El amor lo puede todo”. Precisamente, estas fueron la últimas palabras pronunciadas por Juan Pablo I en su discurso dominical del 24 de septiembre y que fueron recordadas por su sucesor, Juan Pablo II, para indicar que estas constituyen casi su testamento espiritual, el significado más profundo de su vida como sacerdote, obispo, patriarca y pontífice. “Le pedimos al Señor que una nueva ola de amor hacia el prójimo permanezca en este mundo”, rezó el Papa conocido con los apelativos de la ‘sonrisa de Dios’ y ‘el papa de la sonrisa’.
“El amor lo puede todo, incluso de frente a la leyes inexorables del tiempo, y de la muerte”, dijo Juan Pablo II de su ‘amado predecesor’, que también Benedicto XVI y Papa Francisco han recordado por su humildad, alegría, actitud cercana y amable, en múltiples ocasiones, como un legado que inspirará por siempre al mundo.
Benedicto XVI recordó, el 28 septiembre de 2008, en el aniversario de la muerte de Juan Pablo I, que tuvo como lema episcopal Humilitas: “Una sola palabra que sintetiza lo esencial de la vida cristiana e indica la indispensable virtud de quien, en la Iglesia, está llamado al servicio en la autoridad”. De hecho, en las únicas cuatro audiencias generales que presidió, papa Luciani afrontó el tema de la humildad, de la fe, de la esperanza, hablando con un estilo único.
Cabe destacar también otros datos alrededor de la figura de Juan Pablo I, quien fue el primer papa nacido en el siglo XX y también el último en morir en dicho siglo. Asimismo, es el último de una larga sucesión ininterrumpida de papas italianos a lo largo de más de cuatro siglos, iniciada con Clemente VII en 1523. Papa Juan Pablo I fue declarado Siervo de Dios por Juan Pablo II, el 23 de noviembre de 2003 y el papa Francisco firmó su virtud heroica el 8 de noviembre de 2017 y le proclamó Venerable.