Muchas empresas en España, China y Japón otorgan a sus empleados una siesta a mediodía, mientras que en Estados Unidos, Italia y muchos otros países, el descanso en el lugar de trabajo se considera una pérdida de tiempo
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Echar una siesta por la tarde es un buen hábito. Recarga la mente, el cuerpo, y produce efectos positivos en la economía. Esto lo entienden las muchas empresas en España, China y Japón que dan tiempo para una siesta a mediodía a sus empleados, mientras que en Estados Unidos, Italia y muchos otros países, el descanso en el lugar de trabajo se considera una pérdida de tiempo.
Pero según los investigadores, no se trata de una costumbre de personas perezosas. Estas son las razones, desde diferentes puntos de vista:
1. Mental: una siesta máxima de 6 minutos mejora la memoria a largo plazo y aumenta la capacidad de recordar hechos y nociones. Un descanso de 20-30 minutos mejora las habilidades motoras (incluido el tecleado) y el estado de alerta, mientras que uno de 30-60 aumenta las habilidades de toma de decisiones. La NASA ha descubierto que una siesta de 40 minutos mejora el rendimiento en un 34% en pilotos militares y astronautas.
2. Físico: el cuerpo también se beneficia de un descanso por la tarde. Los estudios han demostrado que aquellos que se duermen tranquilos tienen un nivel más bajo de citocinas (la alta concentración puede dañar los órganos) y de noradrenalina (que puede causar hipertensión, ansiedad y taquicardia).
3. Económico: según la revista Wilson Quarterly, un estudio de 2011 mostró que la falta de sueño y el agotamiento que inevitablemente conlleva, cuestan 63,2 mil millones de dólares al año en términos de pérdida de productividad, mientras que en el mundo se gastan 70.000 millones de dólares en productos que promueven el sueño. Otros estudios muestran que una siesta rápida de 20-30 minutos aumenta el rendimiento laboral hasta en un 34% gracias a una reducción del estrés, una mayor atención al detalle y mejores habilidades cognitivas. Las siestas también conducen a decisiones menos impulsivas y a una mayor tolerancia a la frustración.
Así que tienen razón los amantes de la siesta, la cual, a diferencia de lo que muchos piensan, no está en absoluto vinculada a no hacer nada. Según Juan José Ortega, experto en sueño y vicepresidente de la Sociedad Española del Sueño, la palabra “siesta” proviene del sexta latino: “Los romanos se detenían para comer y descansar a la sexta hora del día. Si tenemos en cuenta que dividían los períodos de luz en 12 horas, la hora sexta en España corresponde al período entre las 13:00 y las 15:00, según la estación”.
Pero, ¿cómo se ha generalizado esta práctica en la cultura española? “En una palabra, por la guerra”, observa Quartz. “Después de la Guerra Civil española, a fines de la década de 1930, muchas personas hacían dos trabajos para mantener a sus familias. El descanso de dos horas estaba perfectamente ubicado para permitir que los trabajadores regresaran a sus hogares y tomaran un breve descanso entre turnos, comieran, echaran una siesta y pasasen tiempo con la familia”.
Pero hoy el hábito podría estar disminuyendo: “el 60% de los españoles dice que nunca toman una siesta, quizás porque el alto desempleo empuja a los trabajadores a comprometerse continuamente como sus jefes, que trabajan durante muchas horas”.
No todos, advierten los investigadores, pueden darse el lujo de la siesta: según Michael Perlis, Subdirector del laboratorio de investigación del sueño de la Universidad de Rochester, aquellos que sufren de insomnio o depresión “harían mejor para evitarla para no empeorar los síntomas”.