Los padres han convertido los media en un “chupete electrónico”, con graves consecuencias a largo plazo
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Educar a los niños menores de 6 años en esta casi tercera década del siglo XXI es educarlos, en gran medida, en el uso y gestión de las pantallas. El objetivo es educarlos en un consumo cuyo centro es el consumo digital entendido en sentido extenso: televisión, DVD, consolas, tabletas, smartphones, el mismo cine.
Y se trata, en esa misma medida, de educarlos en construir un tiempo alternativo a las pantallas que entre los niños de 0 a 6 años es educarles en el juego clásico que podría ser sinónimo de una vida auténticamente ligada a la infancia sin adelantos, sin prisas. Un juego infantil que es base del mejor desarrollo y de la salud. La pregunta es la siguiente: quién es el agente responsable: la escuela, la industria, las leyes, la pediatría.
Pero sobre todo el uso de los media por parte de los niños en sus hogares depende en gran medida del estilo parental de los padres. Los padres son responsables y modelo del buen uso de los media para sus hijos cuando se informan, consultan a las maestras, al pediatra, cuando cuidan sus efectos para el desarrollo (cognitivo, afectivo, comportamental) y en la salud (higiene del sueño, sobrepeso, obesidad).
La realidad es ahora mismo la inacción, la despreocupación sobre el tema, los falsos mitos y la ignorancia. Los padres desconocen las premisas básicas de este buen uso o quizá no quieren saber. Es más, no siguen o ignoran las limitaciones y criterios de la pediatría más avanzada y opinan, sin fundamento, que los media (por ejemplo las tabletas) son muy oportunos instrumentos para el desarrollo cognitivo de los niños sin más consideraciones. Lo cual no es cierto y no deja de ser un falso mito autoexculpatorio.
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No solo ignoran los riesgos sino que sobrevaloran las posibilidades, que las hay, dejando a los niño solos, quizá hasta abandonados metafóricamente hablando, ante las tabletas y los móviles. “Aprenden mucho y se manejan de maravilla con ellos, les sacan mucho partido”, cuando en realidad lo que hacen es enchufarlos sin más haciendo dejación de sus responsabilidades. Las tabletas educan en circunstancias exigentes y con limitaciones no al tun-tun.
En estos momentos la ocupación mayoritaria de los niños en su actividad diurna (es decir, más allá de las horas de sueño), a parte de la escuela, es el consumo de pantallas. Y en Estados Unidos se constata que en algunos casos pueden estar más tiempo ante las pantallas que en ante la maestra. La vida familiar se ha acelerado en los últimos años. Los padres están más ocupados.
Pues bien, los padres han convertido los media en un “chupete electrónico” que calma al niño más agitado, menos sosegado, más intranquilo. Y además esto es más acusado cuanto menor es el nivel socioeconómico de la familia. Lo cual agranda la brecha educativa: es decir, las familias que más necesitan que el niño juegue, que lea, que sepa auto-calmarse son las familias de bajos ingresos.
Ahí surge la necesidad de construir una e-Disciplina familiar. Suena mal en la actual sociedad de una parentalidad permisiva y ciertamente narcisista. Pero la existencia de estas normas es una auténtica necesidad. Es decir plantearse familiarmente un conjunto de reglas que obligan a padres e hijos en el consumo de las pantallas y que se pueden hallar en los muy reconocidos criterios de la Academia Americana de Pediatría.
Una e-Disciplina que también debe establecer unas consecuencias cuando no se cumplen las normas. Y estas normas son límites y también modos de actuar propositivos como por ejemplo: co-visionar con los hijos más pequeños los contenidos en aras a:
1) explicar qué sucede en las pantallas;
2) aclarar conceptos;
3) generar en los niños habilidades críticas; e
4) incentivar la reflexión ante estos contenidos en función de la edad.
Un ejemplo es reflexionar sobre los contenidos violentos y agresivos y poner sobre el tapete estos temas que pueden ser un canal para una charla posterior con los niños de más edad sobre el bullying. Esta mediación es entonces restrictiva (reducción de horas de consumo) y activa (co-visionado).
Y la mediación también incluye adentrarles en el mundo de los juegos: pero ahí ya estaríamos en otro plano de gran calado pero inabordable ene este artículo. Y esta mediación parental reduce los efectos más negativos de los contenidos violentos gracias a los comentarios constructivos. Esta presencia parental, con preguntas y aclaraciones, es un auténtico andamiaje para los conocimientos del mundo que están construyendo los niños a estas edades.
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Sin embargo la investigación destaca que los padres no hablan ente las pantallas y desatienden la oportunidad de guiar la comprensión de los contenidos. Y aquí aparece el ejemplo de los padres, los padres como modelos. Este puede ser oportuno y coherente con las normas, con la e-Disciplina fijada familiarmente. O puede ser todo lo contrario: inoportuno y de un excesivo consumo por parte de los padres de las pantallas lo cual conduce a un mal modelo que relaja todas las dinámicas familiares en este tema.
Y estos padres son aquellos que, por ejemplo, permiten una televisión en la habitación de los pequeños. Y estos padres centrados en los media suelen ser de perfil socio-económico bajo y de nuevo son padres sin recursos educativos y que cuentan con menos habilidades para amortiguar los efectos negativos de los media en el plano de la salud física (sobrepeso y obesidad por ejemplo) y en el plano del desarrollo cognitivo-afectivo mental (aislamiento, retraimiento, ansiedad). Las normas de la e-Disciplina son vitales y han de partir de lo que aconseja la Academia Americana de Pediatría en sus guías:
● Para niños menores de 18 meses: evite el uso de los media digitales y la televisión. Una excepción es utilizar aplicaciones de pantallas como los video-chat para comunicarse con parientes que están lejos. Los padres de niños de 18 a 24 meses de edad que deseen introducir medios digitales deben elegir programas de alta calidad y mirarlos con sus hijos para ayudarlos a comprender lo que están viendo: co-visionado.
● Para niños de 2 a 5 años reduzca el uso de pantallas a 1 hora por día con programas de alta calidad (muy lentos en el hablar, en el ritmo y en la sucesión de imágenes). Los padres deben compartir los medios con los niños para ayudarlos a comprender lo que están viendo y aplicarlo al mundo que los rodea: co-visionado.
● Para los niños de 6 años en adelante, fije límites coherentes en el tiempo dedicado a usar los media y los tipos de media, y asegúrese de que los media no desplacen el sueño adecuado, la actividad física y otros comportamientos esenciales para la salud como el juego libre. Se trata de tener en presente lo que se denomina la hipótesis del desplazamiento.
● Designe tiempos libres de media digitales y televisión. Momentos en que no hay ninguna pantalla encendida: como el desayuno, la comida, cena o los viajes en coche. También lugares libres de pantallas: donde nunca hay ninguna pantalla como por ejemplo las habitaciones sobre todo las de los hijos.
● Tener entre los padres y los hijos una comunicación continua sobre la ciudadanía cívica y la seguridad en línea, que incluya tratar a los demás con respeto, no suplantar una identidad, no agredir verbalmente, etc.: tanto online y offline.