El contrabando de oro y gasolina generan 40% de los ingresos ilícitos. El resto corresponde a estupefacientes, en un volumen que apenas duplica el de envíos en remesas a la nación sudamericana. Esas son las principales fuentes “ilegales” de divisas
Uno de cada diez dólares que se mueven en la economía oficial venezolana tiene fuente ilegal, o forma parte de las remesas que envían a sus familiares quienes integran la diáspora de la nación sudamericana.
El panorama del mercado criollo ocurre en el marco de un colapso interno y estructural sin precedentes. A ello se suman los efectos colaterales sobre los sectores público y privado con sanciones internacionales contra el gobierno de Nicolás Maduro.
Las conclusiones se desprenden de un complejo estudio elaborado por expertos de Ecoanalítica para Transparencia Internacional sobre “cuantificación de actividades ilícitas en Venezuela en promedio en los últimos cinco años”.
El reporte reseñado por Aleteia detalla que “son más de 6.300 millones de dólares” los que ingresan teniendo como fuentes una serie de actividades ilícitas, en cuyo desglose se detalla:
- Contrabando de oro: 1.834 millones de dólares;
- Gasolina: 1.861 millones de dólares;
- Estupefacientes: 2.650 millones de dólares.
El informe detalla también que los ingresos por materia de remesas siguen presentando una tendencia cada vez más creciente, y estima que superarán los 3 mil millones de dólares en volumen este año.
El economista Asdrúval Oliveros presentó su análisis durante el foro “Perspectivas económicas, políticas y sociales de Venezuela 2019”, dirigido a un reducido grupo de académicos, empresarios y comunicadores que incluyó a Aleteia.
“¿Cuáles son los incentivos a retirarse cuando captas esos montos”, se preguntó el analista, tras lo cual advirtió que el monto detallado no abarca las “actividades ilícitas ligadas al sector cambiario”, porque “están en una zona gris”.
En este aspecto, dijo que “los incentivos a no ceder (por parte de la administración Maduro) son muy altos, con lo cual hay un tema fundamental: en una transición política en Venezuela se debe considerar el tema económico”.
No se trata, insistió, “de brindar solamente garantías y derechos políticos”, sino de estudiar mecanismos que consideren la necesidad de “quebrar estos incentivos”.
“Este dinero circula en la economía, y buena parte de ella se mueve en efectivo. Por lo que usted no sabe si los dólares que tiene en sus manos” vienen del mercado negro. Además, “el Ejecutivo está vendiendo oro, que es lo que tiene, y lo hace principalmente en euros”, dijo.
Dolarización informal genera exclusión social
Sostuvo igualmente que en Venezuela “estamos entrando en una dolarización espontánea y caótica que se va a seguir profundizando. Y que va a generar un sistema de exclusión social sin los beneficios de la dolarización formal.
Abundó que “cuando se dolariza una economía, se hace para que no haya inflación, pero esto acá no ocurre”.
Lastimosamente, dijo, “en Venezuela hay lo peor de los dos mundos: hiperinflación en bolívares y un sector minoritario que se mueve en dólares. Lo que generas es una infraestructura donde quien tiene dólares puede pagar las cosas; y quien no, cada vez se ve más privado de ellas”.
“El tema de exclusión social está muy profundizado. El país cambió y tiene que venir un proceso de adaptación rápida en los modelos de negocios”. Sin embargo, “tenemos cada vez más problemas para competir internacionalmente”.
Dijo además que “sin transición política, no veremos transición económica”, y sostuvo que “el modelo chino no es viable en estas condiciones. Hay que acelerar la transición política para introducir cambios en el modelo económico”.
Consultado con respecto a por qué ¿rinde menos un dólar en Venezuela?, dijo que “lo que ocurre es que las cosas suben de precio en moneda local (bolívares) más rápido de lo que cambia la divisa”.
Agregó que no se pueden comparar los precios de los productos, aunque se establezcan en euros o en dólares, con economías estables como las de Europa o las de Estados Unidos, porque “nunca son los mismo”.
“El caso de Venezuela es inédito. Y sus peculiaridades también son únicas”, dijo.
Se suma la hiperinflación al colapso de servicios
Oliveros dijo que “las cosas que pasan en Venezuela son muy raras, aún en términos económicos”. Argumentó que “es muy extraño conseguir hiperinflación, colapso de servicios y una sobrevaluación de la moneda. Esas tres cosas no son compatibles”.
Sostuvo que la nación sudamericana afronta una “crisis estructural de servicios, que no es coyuntural”. Explicó que se vive una “contracción importante del consumo, producto de la caída del poder adquisitivo y del salario”.
Comparó además el sector privado con el público, pues el primero “paga en promedio cuatro veces el salario mínimo (en la actualidad de unos 2 dólares), pero una familia de cuatro personas necesita 500 dólares para cubrir su consumo mensual”.
Otro hecho novedoso que apunta el especialista es que la economía venezolana “empieza a funcionar sin crédito. Eso no es casual. La desaparición del crédito tiene implicaciones profundas en las empresas y en las familias”.
Destacó además la existencia de un “tipo de cambio ‘barato’, lo cual hace que lo importado empiece a ganar espacio sobre lo local. Esto explica el porqué del auge de los bodegones y las ventas puerta a puerta, con negativo impacto en la manufactura”.
Economía venezolana se redujo al 5to de su capacidad
“Pasamos de una economía de 350 mil millones de dólares a una de 80 mil millones de dólares, similar a la de Panamá, aunque en el pasado llegamos a movilizar siete veces eso”, constató.
Dijo que “esta situación no tiene precedentes en América Latina y es uno de los peores casos de contracción económica en en mundo”. En este aspecto, advirtió: “Es muy difícil este resultado sin haber pasado por un conflicto bélico o un desastre natural”.
“Incluso en términos acumulados, nuestros índices son peores que los de Siria, donde se vive un conflicto armado bastante prolongado”, concluyó el experto de Ecoanalítica.
En mayo, el Papa Francisco y el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, advirtieron sobre “los problemas de ciertas formas de economía de mercado”. Estos esquemas “no ponen los mercados al servicio de los pueblos, sino a los pueblos al servicio de los mercados, y exacerban el comportamiento individualista”.
En este aspecto, el Santo Padre animó a mejorar la economía “para evitar el suicidio de la humanidad”.
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