Santo Tomás de Aquino propone tres puntos infalibles a la hora de descubrir lo bello.
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En el mundo del arte, nos encontramos a veces ante una obra que no sabemos cómo calificar: ¿rompedora?, ¿impactante?, ¿crítica? ¿anodina?…
El caso es que uno se plantea si habrá criterios objetivos para valorar si estamos ante una obra de arte bella o no.
Lo habitual es entrar en el terreno de lo subjetivo: “me gusta”, “yo creo que…”. Y, efectivamente, una obra siempre tiene un componente comunicador que emite un mensaje hacia el que la contempla.
Más allá del gusto subjetivo
Pero a la hora de apreciar una obra de arte, o de escribir una crítica, distinguiremos entre dos aspectos: lo subjetivo y lo objetivo.
Subjetivamente una obra puede parecernos excelente, la ideal para mis sentimientos de este momento, la idónea para llamar la atención o, sencillamente, la que me gusta más. Eso, con ser muy importante, no nos sirve para responder a la pregunta de si una obra es bella, objetivamente bella.
Para determinar si hay belleza en una obra de arte, quien nos ha dado criterios que no caducan con los siglos es Santo Tomás de Aquino.
Esos criterios nos ayudan a descubrir qué obras son bellas y también apreciaremos el grado de belleza de una pieza que, tal vez no sea una obra maestra pero contiene trazos de belleza objetiva.
Criterios para descubrir si una obra es bella
Son tres:
- Integritas: es la integridad, la compleción (que tiene la cualidad de completo), el sentido unitario pleno.
- Consonantia: hace referencia a la armonía, a que todas las partes estén ordenadas correctamente hacia el todo.
- Claritas: irradiación, luminosidad, esplendor.
Veamos algunos ejemplos.
En la obra de Carlos Cruz Diez encontramos un sentido unitario del color, ya que emplea toda la gama del arco iris. Lo hace de una forma armónica al disponerlos en orden y compone una pieza sin estridencias, en la que todos los colores son protagonistas por igual, aunque el artista ha sido quien ha decidido el tamaño de cada línea de color y su disposición. Ha formado frecuencias. Y el conjunto posee claritas porque transmite un contenido que hace trascender a la propia pieza.
Este lienzo es de Philippe de Champaigne. Representa “La Caridad”. Es una obra que en su conjunto (integritas) nos habla del tema que propone el título, la caridad, expresada en los gestos de los personajes. Entre ellos hay una armonía, como también en el escenario que les envuelve, incluso por los tonos de color que emplea el artista (consonantia) y transmite la idea de caridad, que es amor, en el acto de dar la leche materna, de procurar el alimento, de atención a los pequeños, de serenidad en el rostro, de alegría (claritas).
La “Anunciación” de Leonardo da Vinci es un obra clásica que contiene las tres cualidades de lo bello. Hay integritas en tanto que toda la obra se orienta a hablar de la Anunciación de la Virgen y cada elemento queda en el plano de importancia que le corresponde: la Virgen como protagonista, el arcángel San Gabriel como mensajero a su servicio, los elementos del paisaje, la estancia… (consonantia). Apreciamos además que el óleo comunica con ese mundo sobrenatural que describe: no son solo pinceladas sino que desprende contenido (claritas).
Esta fotografía de la naturaleza que fue finalista de los premios Wildlife en 2017, tiene el mérito de presentar una composición armoniosa, un todo unitario y un gran sentido del humor (expresión de lo que irradia y transmite acerca de la vida salvaje en conexión con el hombre).
El amor humano expresado en toda su belleza a través de una fotografía que cumple con la armonía de la composición, el tema unitario y la irradiación de ese amor, que casi se diría que “palpamos”.
Una hermosa fotografía con la composición centrada en la naturaleza (integritas), con la presencia armoniosa y pacífica de una acacia al atardecer (consonantia). La imagen trasmite todos los valores del amor a la Creación: respeto, admiración, adoración, acción de gracias.
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