Don Alvaro descubrió gracias a Aleteia la línea de la “espada de san Miguel” y decidió ir en peregrinación. Lee su extraordinario relato de este viaje para descubrir los lugares del Arcángel
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Una misteriosa línea imaginaria une siete monasterios, desde Irlanda hasta Israel. La Línea Sacra de San Miguel Arcángel es, según la leyenda, el golpe de espada que el santo infligió al Diablo para devolverlo al infierno. En las pasadas semanas ha recorrido más de cuatro mil kilómetros que unen al primer y al último santuario, un sacerdote mexicano, Álvaro Salvador Gutiérrez Félix, de la diócesis de Mexicali. Aleteia lo ha entrevistado.
P: ¿Cómo nació el deseo de recorrer la “línea recta”?
Don Álvaro: «Supe de este recorrido a través de un artículo de Aleteia. Luego empecé a estudiar la historia de cada santuario y la aparición de san Miguel. Me dio curiosidad sobre todo la del santuario en el Monte Carmelo en Haifa, Israel, donde se habla de una clara aparición del Arcángel. En este monte vivió el profeta Elías, que la iconografia cristiana presenta como el portador de una espada de fuego. Esta recuerda precisamente la de san Miguel. Y también otros dos santos, relacionados con este monte, son presentados con una iconografía que recuerda, tradicionalmente, al Arcángel. Es decir, Santa Marina que, para los ortodoxos es representada mientras captura a un dragón con una cuerda y le bloquea el cuello; y san Espiridón, también representado con una espada de fuego».
P: ¿Hay algún detalle que le intriga más que otros?
Don Álvaro: «Muchos. Descubrí que la línea ha sido puesta en evidencia por primera vez por un arqueólogo francés en los años 70; y recuerda el recorrido del sol durante el solsticio de verano, el 21 de junio. Los santuarios fueron construidos al menos desde el siglo XI. Cuando decidí partir, junto a los peregrinos, para este viaje, tenía en mente celebrar una misa en cada santuario, a sabiendas que algunos de ellos no pertenecen a la Iglesia católica».
Así fue el viaje (Galería de Fotos)
P: ¿Cuáles son las mayores dificultades con las que se ha topado?
Don Álvaro: «Antes de partir, bien, estaba preocupado por el hecho de recorrer un trayecto tan largo y accidentado; el gasto económico, serio, que no disponía. Así que le pedí al Señor y pensé que me apoyaría a mí y a mis compañeros de viaje, en esta aventura. Desde la fiesta de san Miguel del año pasado empezamos a planear el recorrido, buscando entender cómo superar cada dificultad. A parte de organizar viajes en tren, coche, la mayor dificultad fue subir hasta el monasterio con la mochila a cuestas, dentro del cual habían paramentos sacros para celebrar las misas».
P: Y para el tema económico ¿cómo le hizo?
Don Álvaro: «Se resolvió con los donativos espontáneos de los fieles, en cuanto supieron que tenía la intención de seguir el camino de la espada. Luego recibí también otros signos antes de partir, tras haber pedido la ayuda y el apoyo al Señor. Todo esto me animó a superar cualquier dificultad para hacer estos 4255 Km que separan a Irlanda de Tierra Santa».
P: ¿Cómo fue acogido a lo largo del camino?
Don Álvaro: «Fue realmente importante y conmovedor escuchar a las personas que nos acompañaban con sus oraciones, en cuanto explicábamos lo que estábamos haciendo. Fue particularmente conmovedora la llegada al primero de los siete santuarios: Skelling Micheal en Irlanda. La subida a la montaña, el aislamiento del lugar, la vida de los monjes: ¡da escalofríos!».
P: Luego fue a Inglaterra
Don Álvaro: «A Saint Micheal Mount, en Cornualles, segundo santuario de la peregrinación, hoy anglicano, celebramos una misa, autorizados por los monjes. Creo que fue una de las rarísimas ocasiones en que un sacerdote de la Iglesia católica celebra una misa en un lugar anglicano».
P: Quinta parada en Francia, en el islote de Mont Saint Michel
Don Álvaro: «Que ya es un museo. Ahí tuve dificultad en rezar. Sí, exactamente así, pero por suerte logré resolver este problema, en acuerdo con los responsables de las instalaciones. En la Sacra, en Piemonte, cuarta etapa, fue el día más cansado de todo el viaje, pero fue gratificante la celebración de la misa. Ese día entendí que la Providencia de Dios nos acompañaba durante el viaje».
P: Entonces San Miguel los acompañó en Puglia
Don Álvaro: «En el Monte Sant’Angelo, quizá fue la experiencia más bella: llegamos al lugar el día de la fiesta de la Virgen del Carmen, una mezcla de folclore y oraciones. Y luego la belleza indescriptible de entrar en la Gruta de San Miguel, una sensación maravillosa».
P: Sexto santuario: el remoto monasterio de Symi
Don Álvaro: «En Grecia, en cambio, ese peregrinar para llegar a la isla de Symi, me recordó mucho los viajes de los apóstoles para anunciar en el mundo la palabra de Dios. Es hermoso el santuario, en estilo bizantino, pequeño e íntimo. Pero los ortodoxos que lo gestionan no nos permitieron celebrar la misa. Una pena. Pero no me resigné. Le había prometido a san Miguel rezar y decir misa en cada uno de los lugares: así que fui cerca del cementerio y ahí encontré un lugar donde celebrar la liturgia».
P: El gran final en Israel
Don Álvaro: «La última etapa en el Monte Carmelo de Haifa: aquí también encontramos muchas dificultades para llegar. Habíamos recorrido la misma calle, los senderos del profeta Elías. Para mí fue un privilegio. Llegamos ahí el 19 de julio, precisamente cuando estaban en las vísperas de la fiesta del profeta. El santuario estaba lleno de árabes, libaneses, fieles de diversos ritos orientales, todos para rendir homenaje al profeta. La misa no la celebré en la gruta del profeta, sino en la capilla del monasterio».
P: ¿Qué le queda de esta experiencia?
Don Álvaro: «El último homenaje a san Miguel, tras esta extraordinaria experiencia, ahora que he vuelto a casa, es poner en recipientes la tierra que recogí en cada santuario y una pequeña piedra recogida en cada uno de los siete lugares. Es una manera de agradecer a Aquel que me permitió hacer este viaje».