La calma no se improvisa cuando uno se enfrenta a momentos de tensión. Prepara tu ánimo para saber salir airoso.
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La vida de muchas personas suele estar llena de momentos de paz, aunque no faltan en el día a día situaciones que rompen la calma.
¿Quién no se ha visto envuelto en una discusión familiar o en el trabajo? ¿Quién no ve las noticias y se le disparan los ánimos ante la injusticia? Incluso hay días en que la tormenta no solo amenaza allá arriba entre las nubes.
Sin ir tan lejos, es posible que muy cerca de nosotros tengamos personas tóxicas que enrarecen el ambiente y tienen la capacidad de enervar al más calmado: los que tiran pullas, los que sugieren interpretaciones malévolas acerca de lo que otros hacen…
Y no digamos en el terreno de la política: la violencia verbal se ha extendido y forma parte de la dinámica habitual. No debería ser normal, pero se ha convertido en una estrategia aceptada incluso en países de amplia tradición democrática.
Al final de día, uno puede haberse enfadado incluso por Whatsapp o por Facebook, y le dan ganas de bloquear al susodicho.
¿Qué hacer para mantener la serenidad cuando veo que me estoy enfadando por momentos? ¿Dar un golpe en la mesa? ¿Levantar la voz? ¿Cómo conseguir que vuelva la paz al ambiente?
La serenidad no se improvisa. Es un valor que hay que trabajar previamente si pretendemos gozar de él en caso de emergencia. Es decir, si quiero saber que voy a contenerme en medio de una pelea, debo haberme ejercitado antes para saber que soy capaz de eso. Nadie consigue una marca en el deporte si antes no hay entrenamiento, ¿verdad?
¿Me interesa ser una persona serena?
El diccionario de la Real Academia Española nos dice qué es una persona serena: “Que es o está tranquilo y sosegado, sin nervios o agitación”.
Ok, puedes pensar, eso vale para las situaciones normales. ¿Y cuando las cosas se ponen feas?
Pero es que ser una persona serena es una cualidad que siempre se necesita, también en las situaciones más normales. Por ejemplo, en el trabajo, yo puedo ser alguien que genera serenidad o alguien que pone nervioso a los demás y tensa el ambiente. A veces, basta un comentario para pasar de cero a cien.
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Por ejemplo, faltan 5 minutos para que acabe el tiempo de que disponemos para hacer un trabajo. Depende de cómo me exprese, alguien del equipo puede desanimarse, irritarse, colapsarse o animarse a trabajar más rápido. En eso se distinguen los jefes que son líderes de los que son cretinos.
Se puede ser líder y tener autoridad siendo una persona serena. No hace falta gritar para tener autoridad, ni en casa ni en el trabajo.
Cómo mantener la serenidad
1. Llena tus depósitos de serenidad previamente. Antes de que ocurra una situación difícil, imagínala y decide cómo quieres actuar cuando eso ocurra. Así, en el momento real en que te enfrentas a una situación crítica, la razón te ayudará a actuar por encima del arranque del momento.
2.No olvides que tus actos tienen consecuencias. Antes de perder los estribos, piensa si lo que vas a hacer mejora o empeora la situación.
3.Si ves que la situación de va a superar, aléjate. Vete a otra habitación, sal de la casa donde estés, ve a caminar un rato. Eso no es huir, es una forma de autodominio. Es un paso atrás para luego seguir adelante en la dirección correcta.
4. Piensa si hay alguien que te incita a perder los nervios y a explotar contra otros. Si es así, esa persona no te conviene.
5. Desactiva situaciones que pueden derivar en nerviosismo. Organiza los trabajos de forma que no quede nada para última hora. Date un margen de seguridad para entregar el trabajo en el plazo previsto. Organiza la salida familiar con tiempo (por lo menos lo que puedas adelantar).
6. Con la familia, adelántate a los momentos críticos. Cambia de conversación cuando ves que están hablando de algo que puede llevar a la confrontación.
7. No dejes que la persona tóxica arruine el ambiente. Ni en la familia ni en el trabajo dejes que una persona que envenena lleve las riendas de vuestro entorno. A veces el silencio será el arma más efectiva. No entres al trapo ante la provocación. No le sigas la corriente ni le rías las gracias a alguien que previsiblemente os llevará a la discusión. Haz que tomen protagonismo las personas que generan un clima de concordia.
8. La meditación y la oración ayudan a templar el ánimo. Alejarse de las cosas por unos momentos y tomar distancia, ayuda a reflexionar y poner cada asunto en su justa medida. Si te obsesionas con un aspecto de alguien, piensa en global: en toda la persona y en lo que aporta a tu familia, a tu amistad o a tu trabajo. Eso te ayudará a rebajar la tensión que te supone cada vez que te topas con él. Aplicar el sentido trascendente de la vida a un problema siempre te hará ver soluciones: no ves solo la piedra, ves el camino. Y la oración hará que no te parezca que estás solo ante el peligro sino que cuentas con la ayuda de Dios.
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