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La autoridad es cosa de dos

FAMILY DINNER
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María Verónica Degwitz - publicado el 02/11/19
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Aunque papá y mamá sean personas muy diferentes, tenemos la responsabilidad de ejercer una visión compartida de la autoridad

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Una historia que se repite en muchos hogares: “Mi mamá es la estricta y papá el que da los permisos”. “Te compro lo que me pediste, pero no le digas nada a tu padre”. “¡Uy! Ya verás cuando llegue mamá”. Muchas veces frente a nuestros hijos creemos que funciona la dinámica de poli bueno – poli malo. Este método, que permite a uno de los dos siempre estar de “buenas”, parece sin embargo que no ayuda a mantener la autoridad en el hogar.

Papá y mamá pueden ser personas muy diferentes, con personalidades y estilos de crianza muy distintos y en algunos casos hasta opuestos, sin embargo, es vital desarrollar una visión compartida del estilo de autoridad que vamos a establecer en casa con nuestros hijos.

Puede ser que llegar a esta visión compartida nos exija mucho esfuerzo, pues nuestra crianza fue muy diferente, pero vale la pena hacer el esfuerzo para mostrarnos ante nuestros hijos como una unidad irrompible sobre la que descansa su educación.

Algunos consejos para ejercer juntos la autoridad

  • Establezcan reglas:  

Las normas generales de disciplina, sobre todo en cosas importantes, deben ser discutidas a solas entre los padres y antes de cualquier contingencia. Una vez que se decidan estas normas, estas aplican aunque en un principio uno no haya estado de acuerdo. Es esencial que nuestros hijos vean que las normas fueron decididas por los dos, y que ambos les dan la misma importancia.

  • No seas el padre “cool”:

A veces, sobre todo cuando no estamos muy convencidos de alguna norma, podemos caer en la tentación de confiar a nuestro hijo que no estamos de acuerdo con esa regla, o que nos parece muy estricta. Queremos convertirnos en aquel padre que lo comprende y crear así un vínculo especial con nuestro hijo, dejando a nuestra pareja de lado.

Esto supone una ruptura en la dinámica familiar, ya que nuestro hijo comienza a cuestionar su alianza con alguno de los padres, y empieza a dudar de la solidez de la relación entre sus padres. Aunque es esencial desarrollar la relación individual de cada uno con nuestros hijos, no caigamos en la tentación de hacerlo en detrimento de la relación de nuestro cónyuge.

  • Tomen su tiempo para pensar y discutir:

No todas las decisiones se tienen que tomar en el momento. Si consideras que hay un permiso o una regla importante que debes discutir con tu pareja, no temas en decirle a tu hijo: “Necesito hablarlo con tu padre/madre. Te daremos la respuesta más tarde.” Esta frase modela en nuestros hijos dinámicas de parejas sanas, en las que los temas importantes se discuten y se llegan a acuerdos.

  • Nunca desautorices a tu pareja frente a tus hijos:

A pesar de que te parezca que haya cometido un error, o que no tenga razón en lo que les está diciendo. Apóyalo siempre, y después discútelo en privado. Cuando desautorizas o ridiculizas a tu pareja frente a tus hijos, distorsionas la visión que ellos tienen de su padre/madre y es difícil recuperarse de eso.

No es un acto de justicia revelar a la mirada de los hijos los defectos o errores que ves en tu pareja, más bien, debes reafirmar en tus hijos la visión positiva por su padre/madre y el amor incondicional que les tienen.

Muchas veces se puede ver esta dinámica familiar como un juego o una broma, sin embargo, es algo que puede afectar el desarrollo de nuestros hijos más de lo que podemos imaginar. Recordemos aquella frase de Jesús que dice: “Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá”. Mt 12,25. Nuestra visión compartida de la autoridad debe convertirse en una casa amurallada, en la que, ante todo, se defiende el derecho de nuestros hijos de crecer en un hogar en el que sus padres se quieren y se respetan.

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