Walter Herrmann encestó una de las canastas más importantes de su vida y dio un paso más en su último desafío… terminar sus estudios secundarios
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El santafesino integrante de la Generación Dorada, probablemente el equipo deportivo más trascendente de la historia del deporte argentino, tiene 40 años. Su biografía está marcada a fuego por el dolor, como la de pocos deportistas, pero ‘El Conde’ ha sabido salir adelante, y sigue planteándose desafíos.
Profesional desde los 17 años, el oriundo de Venado Tuerto no había terminado sus estudios secundarios. Aunque le había prometido a su madre que alguna vez lo haría. Y después de un oro olímpico, títulos en España, Brasil y Argentina, un exitoso paso por la NBA, regresó al colegio. Y se encuentra cursando sus últimas materias: por lo pronto, se sacó un 9 en sus trabajos prácticos de Química.
Herrmann está cursando sus estudios secundarios en el marco del Plan FinEs, un formato flexible para adultos que no hayan podido cursar o terminar sus estudios universitarios disponible en todo el país, con modalidad semipresencial.
Su madre falleció en un accidente de tránsito el 18 de julio de 2003, junto con su hermana y su entonces novia, cuando viajaban a ver un amistoso de Herrmann con la selección argentina. Un año después, exactamente el mismo día, fallecía su padre de un infarto de miocardio, después de que él descollase en la final del Sudamericano contra Brasil.
La mañana siguiente, una pequeña alegría deportiva, sin embargo, lo ayudaría a terminar de perfilar una eximia carrera deportiva. En el medio del nuevo dolor, fue convocado para la pre selección argentina que jugaría los Juegos Olímpicos de Atenas, convocatoria ratificada un tiempo después. ‘El Conde’ no fue un integrante más de aquel épico plantel, sino que tuvo encuentros sobresalientes como la semifinal ante Estados Unidos. Y se ganó el derecho, incuestionable, a llevarse al hogar una de las dos redes de la Final.
Las desgracias marcaron su carrera, una y otra vez; la última, a mediados de este año, cuando una arritmia lo dejó fuera de juego. Pero él se encarga de aclarar, de un tiempo acá, que no hace falta pérdidas como las que él tuvo para sentir un dolor enorme. “Mucha gente me cuenta cosas muy movilizantes. Ahí te das cuenta de que el dolor es algo muy propio de cada uno y que todos damos una batalla”, relató recientemente al diario Clarín, ya muy animado, en el final de su carrera, a compartir su testimonio de vida con formato de charlas motivacionales. El guion, con todo lo que le ocurrió, le sale solo. Y con el colegio está escribiendo un nuevo capítulo; sin duda no el último.