Ante la salida del presidente, los obispos bolivianos abogan por “una urgente salida pacífica”
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Este domingo 10 de noviembre, tras casi 14 años en el poder, Evo Morales presentó su renuncia a la Presidencia de Bolivia ante la Asamblea General tras reconocer falta de apoyo y “sugerencia” de los militares.
El anuncio ha generado reacciones diversas de manera inmediata: desde los que se pusieron enfáticos en señalar que hubo “golpe de Estado”, hasta quienes salieron a las calles a celebrar el fin de un gobierno acusado de fraude electoral. Una vez más, el Cristo Redentor de Santa Cruz se erigió como lugar de concentración y como símbolo de unidad (en ese lugar hubo hasta una misa).
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Horas antes de este desenlace, a primera hora del domingo, la Organización de Estados Americanos (OEA) presentaba un informe preliminar de la auditoría realizada sobre las elecciones del 20 de octubre en el que se recomendaba anular las elecciones debido a la constatación de irregularidades en el proceso.
La manifestación de la OEA provocó que al poco rato Morales decidiera anular las elecciones y convocar a nuevos comicios. Sin embargo, esto aún parecía insuficiente, pues desde la oposición se insistió en la renuncia. Algo que finalmente sucedió.
“Estoy renunciando para que Mesa y Camacho no sigan haciendo patear, quemar sus casas de mis hermanos, por eso hemos decidido renunciar a nuestros cargos. Esperamos que nunca más allá esta clase de pateaduras”, expresó Morales hacer pública la renuncia.
Renuncio para que Mesa y Camacho no sigan persiguiendo, secuestrando y maltratando a mis ministros, dirigentes sindicales y a sus familiares y para que no sigan perjudicando a comerciantes, gremiales, profesionales independientes y transportistas que tienen el derecho a trabajar.
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) November 10, 2019
Poco después, otra imagen que dio la vuelta al mundo. El líder opositor Fernando Camacho ingresó a la casa de gobierno, el Palacio Quemado, entregó la carta con el pedido de renuncia acompañada de una Biblia sobre la bandera de Bolivia.
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Más allá de las diversas posturas y lecturas que se puedan hacer al respecto de todo lo acontecido en poco tiempo, lo cierto es que Bolivia vive horas complejas a nivel institucional, con días cargados de protestas y violencia, además de un actual “vacío de poder”.
Por estas horas se estaba definiendo quién se hacía cargo del proceso de transición, además de la necesidad de controlar diversas situaciones de violencia que seguían comprobándose en diversos lugares tras un domingo especial no solo para Bolivia, sino para toda la región.
“Una urgente salida pacífica”
En medio de todo esto, una vez más más la Iglesia, junto a representantes de Comunidad Ciudadana (sector político de la oposición boliviana liderada por Carlos Mesa), comité cívicos y otros expresó a través de una declaración de cuatro puntos:
“Lo que sucede en Bolivia no es un golpe de estado, lo decimos ante los ciudadanos bolivianos y ante toda la comunidad internacional”.
“Llamamos a los bolivianos a la paz y no cometer actos vandálicos, ni de revancha, ni nada de lo que podamos arrepentirnos. Tenemos todos una grave obligación de defender la vida de todos los bolivianos. En nombre de Dios les decimos: cesen las acciones de violencia y preservemos la vida y la paz. Mantengamos el espíritu pacífico que ha reinado en el pueblo en este tiempo”.
“Llamamos a la Policía Nacional y a las Fuerzas Armadas de la nación a cumplir con urgencia con su rol constitucional de defensa de la propiedad y de las personas, preservando la vida y la libertad de todos”.
“Estamos de acuerdo todos en proponer a la Asamblea Nacional de Bolivia una solución constitucional y pacífica para tener en breve un presidente constitucional con el encargo de formar un nuevo tribunal electoral y conducirnos a nuevas elecciones de forma que todo el pueblo pueda expresar su opinión en libertad y paz”.
De esta manera, todo lo que acontece en Bolivia por estas horas es una noticia en “desarrollo”, algo que urge seguir rezando para que de una vez por todas haya paz y se recupere la senda institucional.
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