Escenario de películas y series de televisión, este pueblo colonial colombiano conserva casi intacto su patrimonio arquitectónico
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En 1975 Barichara recibió el título del “Pueblo más Lindo de Colombia”. Han pasado más de 40 años y ningún otro ha podido quitarle ese reconocimiento, seguramente porque lo sigue siendo. Su arquitectura colonial también le mereció ser declarado Monumento Nacional y recomendado por la Revista Forbes como uno de los destinos para visitar.
Así como ha conservado y preservado su patrimonio arquitectónico, Barichara ha sido fiel a su nombre, que en lengua indígena guane significa “lugar para el descanso”. Allí el tiempo transcurre con una paz fascinante por sus calles empedradas, en medio del silencio que envuelve las casas de paredes blancas, iluminados patios interiores y ventanas de madera.
Son más de 300 años de historia desde que fuera fundada alrededor de una ermita en honor a la Virgen María, a donde llegaban decenas de feligreses a agradecer los milagros recibidos. Cuentan que la Inmaculada Concepción se apareció en una piedra y por eso el pueblo se llamó inicialmente Nuestra Señora de la Piedra de Barichara.
Se encuentra a unos 340 kilómetros de Bogotá, en el oriente del país. Está bordeado por un río y se eleva 1300 metros sobre una meseta desde la que se divisa el imponente Cañón del Chicamocha, un espectacular entorno para este pueblo de cerca de ocho mil habitantes y una temperatura promedio de 23 grados centígrados, que ofrece también la posibilidad de practicar deportes extremos.
Los visitantes corren el riesgo de quedar encantados con ella, pero también de que sus zapatos se tiñan del fuerte color amarillo de la tierra arcillosa de la zona, que inspira el peculiar gentilicio de sus habitantes: los “patiamarillos”. Hoy los patiamarillos conviven con los miles de turistas que llegan cada año y con los migrantes –figuras de la política y las artes y extranjeros– que se han establecido en este paraíso colonial.
Son descendientes de los indígenas guanes, pero también de españoles y alemanes que se asentaron en la zona. En la época de la Independencia de la Corona española los habitantes de la región se sacrificaron por la causa y lucharon con valentía y compromiso, el mismo compromiso con que han protegido su herencia cultural.
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La tapia pisada
Así es como han mantenido las técnicas ancestrales de construcción, entre ellas la tapia pisada, principal característica de sus viviendas. Consiste en humedecer la tierra y pisarla –ayudados con un elemento similar a un remo– para luego darle forma en unas estructuras de madera, que luego de secarse se van disponiendo como si fueran grandes ladrillos, para levantar los muros. La tierra ideal es la amarilla y de ello dan fe las casas que se conservan desde principios del siglo XVIII.
Lo ideal es caminar por sus calles en piedra para disfrutar de la calma de Barichara y apreciar esas viviendas coloniales que, como lo dice el plan de protección del centro histórico, son un fiel reflejo de la arquitectura andaluza (sur de España): fachadas blancas y sencillas, puerta, dos ventanas, portón, contra portón, patio central y corredores laterales.
En ese recorrido el visitante se encuentra con la Catedral de la Inmaculada Concepción “totalmente elaborada en piedra, cuya grandeza se basa en diez columnas monolíticas de más de cinco metros de altura cada una”, en palabras del profesor Humberto Muñoz, director de la Casa de la Cultura. Con un hermoso altar enchapado en hojilla de oro en este templo se expresa la devoción de sus habitantes, así como en las capillas de San Antonio, de Jesús y la de Santa Bárbara, esta última levantada en el lugar donde fue fundada Barichara.
Entre los saberes ancestrales también están la elaboración de tejidos y de artesanías en fique, la talla en madera y el cultivo del tabaco que los indígenas utilizaban para aliviar el dolor. Todo esto, unido a una exquisita gastronomía han potencializado la industria turística, que genera sustento para la mayor parte de la población y ha sido la base de su desarrollo.
La experiencia de Barichara le ha mostrado a Colombia “que el turismo es el nuevo petróleo y se puede hacer en armonía con el desarrollo urbanístico”, como aseguró el presidente de Colombia Iván Duque en una visita reciente a este municipio.
Las opciones para los turistas atraen cada vez a más extranjeros, como lo relata el profesor Muñoz: “Aquí vienen franceses, norteamericanos, chilenos y brasileños pero también he visto por las calles personas de China y Japón. Desde esos lugares tan lejanos nos están visitando porque el mundo sabe de la existencia de Barichara”.
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