#ViajeApostólicoJapón. El pontífice en el lugar de la explosión de la bomba atómica que mató a 40.000 personas en segundos, insistió en trabajar por “el desarme y no proliferación nuclear, incluido el Tratado sobre la prohibición de armas nucleares”.
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“En el mundo de hoy, en el que millones de niños y familias viven en condiciones infrahumanas, el dinero que se gasta y las fortunas que se ganan en la fabricación, modernización, mantenimiento y venta de armas, cada vez más destructivas, son un atentado continuo que clama al cielo”, dijo el papa Francisco en el Parque de la Paz de Nagasaki, donde fue desenganchada, el 9 de agosto de 1945, la segunda bomba atómica más letal de la historia de la humanidad y que mató al instante 40.000 personas.
En Nagasaki, la ciudad que es “testigo de las catastróficas consecuencias humanitarias y ambientales de un ataque nuclear, serán siempre pocos todos los intentos de alzar nuestra voz contra la carrera armamentista. Esta desperdicia recursos valiosos que podrían, en cambio, utilizarse en beneficio del desarrollo integral de los pueblos y para la protección del ambiente natural”, expresó Francisco.
Carrera armamentista
A los líderes políticos del planeta, el Papa invitó a crear, como dijo Pablo VI (en 1964), un fondo mundial para ayudar a los más desheredados, alimentado con una parte de los gastos militares, en cambio, de usar ese dinero en la carrera armamentista.
“El estado actual de nuestro planeta reclama, por su parte, una reflexión seria sobre cómo todos estos recursos podrían ser utilizados, con referencia a la compleja y difícil implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y alcanzar así objetivos como el desarrollo humano integral”.
El Papa hoy prosiguió su viaje apostólico en Japón y esta mañana se trasladó en avión desde Tokio hasta Nagasaki para clamar por “un mundo en paz, libre de armas nucleares”, que “es la aspiración de millones de hombres y mujeres en todas partes”.
El Sucesor de Pedro llegó en medio de la lluvia para traer un mensaje de esperanza al llamado “país del sol naciente” y a la humanidad, en el lugar conmemorativo del bombardeo atómico de Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial.
“Nuestra respuesta a la amenaza de las armas nucleares debe ser colectiva y concertada, basada en la construcción ardua pero constante de una confianza mutua que rompa la dinámica de desconfianza actualmente prevaleciente”.
A su llegada al hipocentro de la bomba atómica, inaugurado en 1955, Francisco fue recibido por el gobernador y el alcalde de Nagasaki. Un monumento doloroso para la fe, además porque todavía hay restos de un muro de hormigón de la Catedral de Urakami, que fue la iglesia más grande en Asia oriental en el momento.
Cerca del podio, dos víctimas le ofrecieron al Pontífice una corona de flores blancas que él colocó a los pies del monumento. En su discurso, exhortó a “romper la dinámica de desconfianza” y que hace correr el riesgo de “conducir al desmantelamiento de la arquitectura internacional de control de las armas”.
Erosión del multilateralismo
Una referencia importante a la geopolítica actual. En agosto 2019, Estados Unidos se retiró formalmente del Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF) con Rusia.
“Estamos presenciando una erosión del multilateralismo, aún más grave ante el desarrollo de las nuevas tecnologías de armas; este enfoque parece bastante incongruente en el contexto actual marcado por la interconexión, y constituye una situación que reclama una urgente atención por parte de todos los líderes”.
La voz del Papa también espera llegar a una parte de la clase política en Japón que insiste en modificar la constitución de 1947 para volver al rearme y abandonar el “pacifismo forzado” impuesto tras la derrota en la segunda guerra mundial. Esto debido también a los desequilibrios en las relaciones con Corea del Norte (la crisis del programa nuclear y misilístico de 2017), el aumento del poder de China y la desazón por la política exterior y comercial (la guerra de aranceles) de Washington.
Tratado sobre la prohibición de armas nucleares
Por su parte, el líder de la Iglesia católica abogó para encontrar “instrumentos jurídicos internacionales de desarme y no proliferación nuclear, incluido el Tratado sobre la prohibición de armas nucleares”.
En julio pasado, los obispos de Japón lanzaron un llamado para la abolición de las armas nucleares y cada agosto la Iglesia nipona celebra un encuentro de oración de diez días por la paz, recordó Francisco.
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El Papa encendió una vela y, después de detenerse en oración silenciosa frente al Monumento, leyó su contundente mensaje para acabar con las armas nucleares y escuchar el dolor de los pobres y los necesitados.
“Nadie puede ser indiferente ante el dolor sufriente de millones de hombres y mujeres que hoy siguen golpeando a nuestras conciencias; nadie puede ser sordo ante el grito del hermano que desde su herida llama; nadie puede ser ciego ante las ruinas de una cultura incapaz de dialogar”.
Sucesivamente, el Papa invitó a rezar a los presentes: “Sé que algunos de los aquí presentes no son católicos, pero estoy seguro de que todos podemos hacer nuestra la oración por la paz atribuida a san Francisco de Asís:
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga yo perdón;
donde haya duda, ponga yo fe;
donde haya desesperación, ponga yo esperanza; donde haya tinieblas, ponga yo luz;
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
“El fruto de la guerra”.
Mientras se cantaba la canción final, Francisco saludó a la esposa y al hijo del fotógrafo Joe O’Donnell, el autor de la imagen simbólica de la explosión atómica en Nagasaki. Una foto que quemó el alma del Papa y que durante un viaje apostólico a Chile ha compartido con los periodistas y difundido para sensibilizar el mundo a través de esa fotografia.
Apenas, ayer, encontrando a los obispos de Japón, contó que esa foto le había conmovido profundamente y que lo único que agregó fue el titulo que acompaña a la imagen que ha regalado en el Vaticano: “El fruto de la guerra”. Se trata del retrato de un niño de máximo 10 años que carga en su espalda el cuerpo de su pequeño hermanito muerto durante el bombardeo y espera el turno en el crematorio.
Sucesivamente, el Papa fue en automóvil a la colina de Nishizaka (Nishizaka Hill), el lugar donde, en 1597, fue ejecutado San Pablo Miki junto con 25 compañeros mártires por orden del shogun Toyotomi Hideyoschi.
La muerte de los mártires fue el signo del inicio de un periodo de dos siglos de persecución anticristiana en Japón. Francisco contempló la imagen símbolo del monumento que fue erigido en 1962, con ladrillos rojos, incrustada en forma de cruz la figura en bronce a tamaño natural de los 26 mártires.