15 puntos clave de la carta apostólica, Admirabile signum, sobre la hermosura del signo del Belén“El belén, en efecto, es como un Evangelio vivo”. El papa Francisco ha querido recordar al mundo entero que Navidad no es sinónimo de regalos y fiesta, sino el encuentro con Jesús y el misterio de su nacimiento. Dios hecho niño.
Así, ha escrito la carta apostólica Admirabile signumsobre la hermosura del signo del pesebre y difundida con ocasión del inicio del periodo de Adviento (1 de diciembre 2019).
Francisco alentó a vivir la tradición familiar de preparar el belén, “Evangelio vivo” y “ponerlo en los lugares de trabajo, en las escuelas, en los hospitales, en las cárceles, en las plazas..”.
De esta manera, espera que “esta práctica nunca se debilite”; es más, confía en que, “allí donde hubiera caído en desuso, sea descubierta de nuevo y revitalizada”.
“La preparación del pesebre en nuestras casas nos ayuda a revivir la historia que ocurrió en Belén”.
La carta ha sido difundida el mismo día de su peregrinación a Greccio, localidad italiana donde la tradición inscribe el nacimiento del Pesebre y, hoy, es el Santuario del Pesebre, en el valle Reatino.
A continuación, 15 puntos clave de la carta apostólica, Admirabile signum, sobre la hermosura del signo del pesebre.
La historia del milagro de Navidad en Greccio
“Allí – narra el Papa – san Francisco se detuvo viniendo probablemente de Roma, donde el 29 de noviembre de 1223 había recibido del Papa Honorio III la confirmación de su Regla”.
Luego, describe, quince días antes de la Navidad, San Francisco llamó a un hombre del lugar, de nombre Juan, y le pidió que lo ayudara a cumplir un deseo: ver el Belén y todas las privaciones que tuvo el Niño.
“El 25 de diciembre, llegaron a Greccio muchos frailes de distintos lugares, como también hombres y mujeres de las granjas de la comarca, trayendo flores y antorchas para iluminar aquella noche santa”.
“Cuando llegó Francisco, encontró el pesebre con el heno, el buey y el asno. Las personas que llegaron mostraron frente a la escena de la Navidad una alegría indescriptible”.
“Después el sacerdote, ante el Nacimiento, celebró solemnemente la Eucaristía, mostrando el vínculo entre la encarnación del Hijo de Dios y la Eucaristía”.
En aquella ocasión, en Greccio, no había figuras: el belén fue realizado y vivido por todos los presentes”.
“Así nace nuestra tradición: todos alrededor de la gruta y llenos de alegría, sin distancia alguna entre el acontecimiento que se cumple y cuantos participan en el misterio”.
Francisco recordó un milagro: “El primer biógrafo de san Francisco, Tomás de Celano, recuerda que esa noche, se añadió a la escena simple y conmovedora el don de una visión maravillosa: uno de los presentes vio acostado en el pesebre al mismo Niño Jesús”.
“De aquel belén de la Navidad de 1223, «todos regresaron a sus casas colmados de alegría»”.
“De modo particular, el pesebre es desde su origen franciscano una invitación a “sentir”, a “tocar” la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo en su encarnación”.
“Y así, es implícitamente una llamada a seguirlo en el camino de la humildad, de la pobreza, del despojo, que desde la gruta de Belén conduce hasta la Cruz”.
“Es una llamada a encontrarlo y servirlo con misericordia en los hermanos y hermanas más necesitados (cf. Mt 25,31-46)”.