Donde Jesús fue amamantado por su madre
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Junto a la Basílica de la Natividad, en la cima de la colina, surge el Santuario franciscano de la Gruta de la Leche.
Aquí, según una antiquísima tradición, se recuerda el paso de la Sagrada Familia, antes de la huída a Egipto.
Como narra una leyenda, algunas gotas de leche habrían caído mientras la Virgen amamantaba al Niño, haciendo que la roca rosácea se volviera completamente blanca.
Visitado cada día por peregrinos de todo el mundo, el Santuario es siempre muy venerado y la creencia popular no se ha olvidado…
Aún ahora, después de 16 siglos, las mujeres, las cristianas pero también las musulmanas, vienen aquí a pedir la protección de la Virgen y el don de la maternidad.
Los artesanos de Belén en 1935 expresaron su devoción decorando la fachada de la Iglesia, trabajando la piedra como si fuera madreperla.
Una tradición antigua
La Gruta de la Leche, venerada desde antes de la llegada de los cruzados (hacia 1106), aunque en medio de circunstancias cambiantes, es propiedad franciscana desde el siglo XVI.
En 2006 se inauguró la nueva iglesia dedicada a la Theotokos, la Madre de Dios, construida sobre la antigua Gruta de la Leche y capaz de acoger a grupos más numerosos de peregrinos que desean celebrar la Santa Misa.
Y también en el año 2006 llegaron a este lugar Santo, al monasterio adyacente, las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento…
Se trata de una orden claustral cuyo carisma es la oración, la alabanza y la reparación mediante la presencia adorante a los pies del altar.
De hecho, siempre hay una monja constantemente en oración en la capilla del monasterio “Nuestra Señora de Belén”, donde siempre está expuesto el Santísimo Sacramento.
Son muchos los peregrinos que cada día se detienen en oración silenciosa ante la gran vidriera de la capilla y dejan allí sus intenciones.