Un emotivo acto que los hospitales que trabajan cuidados paliativos perinatales realizan todos los años
Ocurrió en un Hospital del Gran Buenos Aires. Los adultos se reunían a compartir un momento recordando a los seres queridos que no llegaron a nacer o que fallecieron al poco tiempo. Hijos, nietos. Algunos, la mayoría, fallecidos este año. Otros hace décadas.
Se trata de un emotivo acto que los hospitales que trabajan cuidados paliativos perinatales realizan todos los años: un espacio de acompañamiento a la familia que en muchos casos vive un duelo con el que les es muy difícil lidiar. En muchos casos, un duelo absorbido en silencio por la mamá, aquella que más pudo sentir la compañía del hijo.
El dolor se expresa de la manera que cada uno puede. Algunos, como ocurrió en este acto, escriben poemas. Y los comparten. Y provocan la emoción de todos. ¿cómo explicar tanto dolor? Después de esos emotivos versos, ella, de dos años tomó la palabra. Y sin timidez dio su testimonio.
-¿Cómo te llamás?- le preguntaron.
-Alma- respondió.
-¿Por qué estás acá?- le insistieron.
-Por mi hermano Teo- aclaró.
-¿Dónde está tu hermano?
-En el cielo.
Alma había acompañado el crecimiento de su hermanito en la panza de su mamá durante todo el embarazo, dándole besos, hasta su muy prematuro nacimiento.
Una fotografía del niño esos escasos minutos de vida acompañaba a mamá en el celular, pero a Alma no le gustaba, y quería seguir besando a su hermanito en la panza, y saber que no estaba más allí la angustiaba mucho.
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Hasta que la madre imprimió la foto- en la impresión Teo lucía mejor- y alma pudo curarle con dibujos y colores la mano del bebé, que estaba visiblemente inflamada.
La familia enmarcó esa fotografía y Alma pudo agradecerle a su mamá: “Gracias por traer mi hermanito a casa”. Desde entonces cada vez que pasa por la imagen lo saluda; ya no besa más a la panza de su mamá. Porque sabe que su hermanito, el de la foto, ya está en el cielo.
Los equipos de cuidados paliativos perinatales acompañan a las familias que durante el embarazo o durante el nacimiento precisan cuidados integrales ante escenarios donde no hay alternativas curativas.
Se trata de abordajes interdisciplinares que comprenden tanto aspectos biológicos como psicológicos, espirituales, e incluso artísticos, para poder fortalecer el vínculo con el bebe y preparar y acompañar la despedida.
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En una audiencia que el papa Francisco brindó al Hospital Bambino Gesú en 2016, ante una pregunta sobre el sufrimiento de los niños respondió:
“No tengo una respuesta, creo que es bueno que esta cuestión quede abierta. Ni siquiera Jesús respondió con palabras. (…)”. Pero sí se animó a sugerir una opción como ‘medicina’ para los que están en contacto con el sufrimiento: “Yo diría sólo una pequeña cosa, que se puede aprender de los niños: redescubrir cada día el valor de la gratitud, sabiendo cómo decir gracias. Se lo enseñamos a los niños y luego nosotros, los adultos, no lo hacemos. Pero decir gracias, simplemente porque estamos frente a una persona, es un medicamento contra el enfriarse de la esperanza, que es una desagradable enfermedad contagiosa. Decir gracias alimenta la esperanza, la esperanza en la que, como dice San Pablo, hemos sido salvados”.
La misma Alma, al terminar el acto en el que se recordaba a su hermano y a otra decena de niños que prematuramente partieron de este mundo, supo poner en palabras lo que nadie sabía cómo durante la suelta de globos final.
Cada globo representaba a uno de los niños a los que se había recordado ese día. Y al largar aquel con el que se simbolizaba a su hermano expresó, silabeando el saludo: “Adiós”.
Los adultos la imitaron y se reconfortaron al decir con ella: “Adiós”. Un adiós que en el corazón de varios fue un clarísimo “a Dios”.
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