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¿Susceptible yo?

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Orfa Astorga - publicado el 07/01/20
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¿Deseas superar tu susceptibilidad? Pide ayuda para aprender a distinguir entre lo bueno y lo malo de tu corazón. No es lo mismo un corazón herido que un orgullo herido.

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Existe una importante diferencia entre tener susceptibilidad hacia determinadas vivencias superables por la corrección de intención de quien la padece, y entre el ser especialmente susceptible, una condición muy arraigada que abarca a toda la persona, con la cual se hace necesario medir las palabras por tener un carácter difícil y desconcertante.

Lo cierto es que detrás de una persona que es especialmente susceptible se encuentra por lo general alguien emocionalmente débil, con baja autoestima, y que cuando lamentablemente suma a esta condición el tener un carácter irritable, pierde fácilmente el control de sus reacciones.

Quienes tienen esta condición suelen tener rasgos negativos como:

  • Sentimientos no resueltos sobre un acontecimiento, hacia algo o alguien, que puede manifestarse en actitudes de hostilidad, resentimientos, o la incapacidad para perdonar.
  • Una percepción negativa de las intenciones ajenas que le hacen creerse y sentirse menospreciado, que distorsionan su realidad.   
  • Suele engañarse a sí misma, creyendo que todos son de su condición.
  • Tiene pocos amigos, mismos que por conocerlo han aprendido a sobrellevar.
  • Se retrae y toma distancia, entremezclando los supuestos agravios con el orgullo.

Como la susceptibilidad se alimenta de ciertos complejos, como de la falta de humildad, resulta muy difícil reconocerla como defecto.

Las personas especialmente susceptibles hacen sufrir a quienes los aman.

Sucede cuando el desprecio real o imaginario procede de un ser querido, ya que en estos casos se involucra directamente el corazón, por lo que la persona susceptible puede hacer sufrir a quienes los aman, por el poder que tiene para herirlos.

Si desea superarlo, con ayuda puede aprender a distinguir entre lo bueno y lo malo de su corazón, ya que no es lo mismo un corazón herido, que un orgullo herido.

Una persona sin esta afectación, puede vivir el desprecio de una persona querida con dolor en el corazón, quizá con lágrimas, pero sería solo eso… un dolor de amor, sin enfadarse ni resentirse con quien la ha herido.

Lágrimas, tristeza, dolor que se asumiría, ya que amar no obliga la correspondencia, lo que aceptará haciendo de tripas corazón y dando vuelta a la página, pues, amar desprendidamente, significa respetar la libertad y el derecho a la propia búsqueda de la felicidad de la persona amada.

Las personas altamente susceptibles sufren de soledad.

El especialmente susceptible, en cambio, reacciona de diferente manera, metiéndose por sinuosos y oscuros caminos emocionales.

Por ello, quien padece tal susceptibilidad, puede tener serias dificultades para encontrar el amor en una relación personal, por lo que es un ave triste, ya que la felicidad es una puerta que se abre hacia afuera, es decir, hacia los demás.

Es así, porque el amor propio del afectado, ante cualquier incertidumbre en sus relaciones afectivas, engendra una susceptibilidad tal, que ante una decepción real o imaginaria, su orgulloso corazón se resiente tanto, que, en adelante, tratando de mantenerlo intacto, decide jamás entregarlo a nadie.

Trata de guardarlo a buen recaudo, como en una caja fuerte, pretendiendo que en ese oscuro lugar se encuentre a salvo de riesgos al volverse impenetrable, y lo intenta cerrando herméticamente su intimidad. Otros reaccionan rodeándolo de capricho y pequeños lujos mientras se “protegen” tratando solo superficialmente a los demás.

Se trata de casos en los que la inteligencia de la persona pierde lucidez, porque le gana la imperiosa necesidad de ser valorada, o su exagerada reacción ante las críticas y, finalmente, el resentimiento. Por lo que, si no se atiende su problema, este puede ser un camino que termine en el abandono de los asilos, y en más… de algún psiquiátrico.

De ordinario, la susceptibilidad es propia del corazón humano por su vocación al amor, por lo que ha de aprender, que el afecto ideal es desprendido, y que, cuando Dios permite que se trunque la honesta aspiración al amor de una persona, es porque en su plan siempre habrá la posibilidad una elección mejor.     

Consúltanos en: consultorio@aleteia.org

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