En torno a la fiesta de Epifanía, los cristianos ortodoxos y bizantinos bendicen la fuente de “agua viva” más cercana en conmemoración del bautismo de Jesús
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Mientras que los católicos romanos tienen la costumbre de la bendición anual del agua en la vigilia Pascual, los cristianos orientales practican una ceremonia similar en la Epifanía. Este particular día festivo de la Iglesia oriental tiene múltiples niveles de simbolismo y uno de ellos es la conmemoración del bautismo de Jesús en el Jordán.
Además de una bendición solemne del agua dentro del edificio de la iglesia, muchos cristianos ortodoxos y bizantinos planifican un tiempo para bendecir la fuente más cercana de “agua viva”, ya sea un lago, un río o incluso el mar.
Según una parroquia bizantina, “en la vida de nuestra fe cristiana se nos confía el ser administradores de todo el bien que Dios nos regala. Y esto incluye la creación en sí misma. Puesto que el agua es tan vital, deberíamos respetar las fuentes de agua, en especial las que nos son más cercanas. En Europa del Este, donde nuestros ancestros mantenían la tradición de bendecir el agua local, la fuente más próxima de agua habría sido un pequeño río o arroyo”.
El sacerdote ortodoxo Simon Thomas añade: “Este servicio pide a Dios que bendiga a todas las personas, a todo el mundo en la ciudad y en la región. En la mayoría de áreas, la bendición continúa en el principal cuerpo de agua en la zona (…). El agua puede ser destructiva y subyugar a una comunidad a través de inundaciones, huracanes y tsunamis. Pedimos a Dios que bendiga las aguas y mantenga el equilibrio que conduce a la vida”.
En algunas regiones, como en Europa del Este, existe una tradición más que implica arrojar (y recuperar) una cruz a la fuente de agua, para simbolizar así la bendición de Cristo en el rio Jordán.
En el blog Greeker than the Greeks, el autor ofrece una breve descripción de la costumbre.
La tradición es que un sacerdote, rodeado de jóvenes y niños valientes, arroje una cruz al mar, ya sea desde el puerto o desde un barco en el mar; en el momento en que la cruz sale de la mano del sacerdote, los buceadores saltan al agua helada para atrapar la cruz. El afortunado que encuentra y devuelve la cruz es bendecido por el sacerdote. Cuando la cruz es devuelta victoriosamente, el sacerdote suelta una paloma blanca, como símbolo del Espíritu Santo. Esta tradición se lleva a cabo para conmemorar el bautismo de Cristo y para bendecir las aguas.
A menudo se ata una cuerda a la cruz en lugares podrían resultar peligrosos para el nadador.
Esta hermosa tradición se apoya en un rico simbolismo que ayuda a los fieles cristianos a evocar el bautismo de Jesús de una forma muy poderosa.