Escondió toda su vida sus orígenes nobles y se pudo del lado de los más necesitados. Inspirada por la obra de Dorothy Day y la organización Movimiento del Trabajador Católico, Ade Bethune puso su talento artístico al servicio de Dios
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Adélaide de Bethune vivió prácticamente toda su vida en los Estados Unidos pero había nacido en Bélgica, en una localidad llamada Schaerbeek, el 12 de enero de 1914. Sus padres, Gaston y Marthe, pertenecían a la nobleza pero debieron transmitir a sus hijos el sentido de la humildad porque Ade nunca se sintió superior a los demás.
Pocos meses después de su nacimiento, Europa se sumía en la terrible Primera Guerra Mundial que obligó a toda la familia a huir a los Estados Unidos.
Instalados en Nueva York, Ade estudió en colegios religiosos católicos. Cuando se encontraba en el instituto, en el Cathedral High School, escuchó por primera vez hablar de la existencia de una organización católica volcada en ayudar a los trabajadores cuya obra se centraba principalmente en la publicación de un periódico conocido como “El trabajador católico” (The Catholic Worker).
Ade Bethune quiso conocer de primera mano la labor de aquellas personas y se acercó a las oficinas del Catholic Worker, situadas en la Segunda Avenida. Ade se sintió conmovida por el mensaje de solidaridad y ayuda a los más necesitados que en aquellos años de Entreguerras eran más que necesarios.
Pero, con la mirada crítica de una artista en formación, se dio cuenta de que la edición del Catholic Worker necesitaba un aire más moderno. Dorothy Day, alma de la publicación junto a Peter Maurin, aceptaron con los brazos abiertos la ayuda de aquella joven estudiante de arte.
En una de las cartas que custodia el propio Movimiento católico de Trabajadores, Dorothy Day recordaba con cariño la llegada de aquella joven que soñaba con ser artista y había decidido ofrecer su talento a una causa como la suya: “Cuando el Catholic Worker empezó su andadura, bajo la inspiración de Peter Maurin en 1933, uno de nuestros primeros visitantes fue Ade Bethune, entonces una joven que estudiaba en el Cathedral High School aquí en la ciudad de Nueva York. Trajo un buen número de dibujos de santos en blanco y negro, todos ellos trabajando. Nos quedamos encantados con su obra. Era exactamente lo que queríamos”.
Ade Bethune había encontrado la manera de mostrar al mundo su arte. Los años siguientes continuó colaborando con el proyecto de Dorothy Day a la vez que siguió estudiando arte en el Cooper Union de Nueva York.
Poco tiempo después, Ade se marchó con su familia a Newport donde abrió su propio estudio de arte donde otras jóvenes, entre ellas una de las hijas de Dorothy Day, aprendieron de ella. Convertida en una artista litúrgica reconocida, Ade Bethune dedicó buena parte de su vida a dirigir proyectos artísticos religiosos, diseñando vitrales y murales para templos católicos de todo el mundo.
Ade Bethune colaboró también con una organización que aglutinaba a artistas católicos. Fundada por la hermana Esther Newport en 1937 y conocida como Catholic Art Association, Ade participó activamente en las ilustraciones de su revista, la Catholic Art Quarterly.
En la década de los sesenta, se unió a la Church Community Housing Corporation (CCHC) de Newport. Esta organización se dedica aún en la actualidad a ayudar a personas necesitadas a encontrar un hogar digno en el que poder vivir. Ade se implicó en la CCHC diseñando algunos de estos hogares.
En la misma época, trabajó como directora de arte de la Terra Sancta Guild, organización que ella misma ayudó a crear en 1965 junto con Isadore Serot, un hombre de origen judío que quería crear una empresa que diseñara objetos litúrgicos atractivos tanto para lugares públicos como iglesias o escuelas como para los hogares de las familias católicas. Ade e Isadore colaboraron juntos más de tres décadas, diseñando hermosas piezas litúrgicas, algunas utilizadas incluso por los papas.
Trabajadora incansable, Ade Bethune también escribió textos en los que reflexionaba sobre la vida, los pobres y el poder del arte como transmisor de valores. De todos ellos, destaca su obra Work, una reflexión sobre el trabajo y sobre la necesidad de hacer de este una obra en pos de la belleza:
“Los materiales ordinarios, utilizados con cariño e inteligencia por el trabajador, tienen su propia belleza, a veces mayor que la de los materiales costosos. El buen trabajador ama al pobre, al humilde, al inteligente o al rico. No desprecia ni oculta ninguno debajo de una máscara falsa”.
Porque, según Ade, “Cualquier trabajo humano produce belleza”. Esta fue sin duda su lema vital. Trabajar para hacer del mundo un lugar mejor a través de la belleza de su propio trabajo, de su propio arte.
Ade Bethune, falleció el 1 de mayo de 2002 a los ochenta y ocho años de edad. Ella se marchaba pero su obra y su legado continúan vivos en la actualidad. No en vano, y como afirmó Robert Ellsberg en su obra Blessed Among Us, Ade “definió el carácter del arte religioso moderno”.
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