La fundación diocesana de la salud, conformada por médicos creyentes y voluntarios de interés humanitario, busca atender a niños y adultos mayores en situación de vulnerabilidad en VenezuelaJulián Dorta tiene más de 70 años de edad y como todo adulto mayor, con los años también le llegaron sus achaques en la salud. Sufre de hipertensión arterial, la silenciosa patología crónica presente en más de un tercio de quienes conforman la tercera edad.
En Venezuela las enfermedades se han multiplicado y la mayoría de los pacientes hipertensivos luchan contra la falta de atención en los hospitales públicos debido a la escasez de personal médico, insumos y equipos técnicos adecuados; y con el poco dinero que reciben de la pensión, viven en un permanente dilema: comprar medicamentos o “algo” para comer.
El domingo 26 de enero, Dorta formó parte de una fila de personas que fueron atendidas de manera gratuita y con la posibilidad de recibir medicamentos en la iglesia “Sagrado Corazón de Jesús”, dentro de un urbanismo en Guarenas, estado Miranda.
En la misa del domingo anterior había escuchado que la *fundación diocesana de salud “San Rafael Arcángel”, realizaría una jornada médica en esta parroquia. “¡Esta es mi oportunidad, no la voy a desperdiciar! ¡Allí estaré bien temprano”, dijo a sus familiares.
Dorta cumplió con los trámites de la jornada: primero hizo su fila, recibió un “pinchazo en el dedo” para la glicemia, fue pesado y le midieron la tensión como parte del control metabólico.
Luego fue atendido por la doctora María Collazo, una gastroenteróloga que ha cargado con la responsabilidad de llevar adelante esta fundación y sus jornadas, con el objetivo de atender primordialmente a niños y adultos “en situación de vulnerabilidad”.
Tras ser atendido, el rostro de Julián era de total alegría. “Estos operativos son muy importantes porque todos estamos necesitados”, dijo al ser consultado para Aleteia. “Yo tenía tiempo sin acudir a un médico, y también sin poder comprar las pastillas que debo tomar todos los días como me lo acaba de decir la doctora”, repitió el hombre.
“Gracias a la iglesia, desde hoy tomare nuevamente mi tratamiento. Aquí me han tratado muy bien”, indicó de manera dichosa y estrechando la mano del presbítero Teodoro Sosa, quien presenció la parte final de la consulta médica donde fue atendido su parroquiano.
Una iglesia en modo esperanza
Sosa, un sacerdote todavía joven y procedente de una zona rural de le región de Barlovento, en el estado Miranda, conoce muy bien la realidad de su feligresía, sus necesidades, anhelos pero también las esperanzas y la fe que los motiva a superar la realidad en que viven.
Tomó para sí las palabras del agradecido Julián Dorta, y con ellas reconoció el incansable trabajo de los 37 médicos especialistas, las 6 enfermeras, 3 farmaceutas, 2 técnicos cardiopulmonares y 6 odontólogos, así como al resto de los voluntarios y fundaciones de interés humanitario, que colaboran con la fundación diocesana y hacen posible la jornada.
“Estoy altamente agradecido por esta actividad dedicada a nuestros hermanos más desprotegidos y necesitados”, dijo en la cancha deportiva que sirvió de centro médico.
“Es Dios quien les permite dar ese valioso tiempo de sus vidas para ayudar a nuestros hermanos que vinieron con deseos de ser atendidos”. “*Estamos para darle bienestar a aquellos que nos necesitan, y más, ante la realidad que vivimos hoy en nuestra Venezuela, demostrando que sí se pueden hacer cosas positivas*”, acotó luego del balance.
“Es un apostolado, una labor social de la iglesia”
María Collazo, la directora de la fundación evaluó “muy positiva esta jornada”. No era para menos, tenían previsto realizar unas 300 consultas pero atendieron 541 pacientes según las cifras que dio a conocer.
Dijo que “las fundaciones amigas como fundaraziel y monseñor Gustavo García Naranjo- colaboraron con la jornada facilitando medicamentos para la instalación de dos farmacias, una destinada a pediatría y otra para adultos mayores”.
“Nosotros estamos haciendo un apostolado de la salud porque somos gente creyente”, expresó la gastroenteróloga.
“Hacemos este trabajo social como lo hace la iglesia en todo el mundo, destinando nuestros esfuerzos, en este caso, hacia niños y adultos mayores que son los más necesitados”. Igualmente expresó: “Vemos con mucha preocupación que en Venezuela los ancianos no tienen como acceder a la medicina privada”.
Por su parte, el profesor Rubén Briceño, uno de los voluntarios y responsable de logística en la fundación, también expresó su creencia en este tipo de apostolado por parte de los seglares cristianos en Venezuela. “En la iglesia católica, que está formada por todos los creyentes, desde siempre hemos atendido a los más necesitados por medio de la acción social, del reconocimiento a la persona, del amor y atención al prójimo”.
Aleteia conoció que actualmente la diócesis de Guarenas está tramitando los permisos necesarios para abrir un consultorio médico permanente en el municipio Zamora del estado Miranda, donde serán atendidos de manera gratuita pacientes del eje Guarenas, Guatire Barlovento de esta entidad. “Para hacer consultorios necesitamos esos permisos”, enfatizó María Collazo, casi como un ruego destinado a las autoridades sanitarias de Venezuela.