El rector mayor de los salesianos visitó Venezuela y recogimos sus impresiones para Aleteia.
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El Padre Ángel Fernández Artime revolucionó durante varios días a la familia salesiana en Venezuela. Por doquier se veían alumnos, maestros, colaboradores y sacerdotes así como religiosas, afanados cada quien en su tarea para conseguir que el tiempo rindiera al máximo para su importante visitante.
Su agenda era apretada pero accedió a concedernos un tiempo para conversar con Aleteia y compartir su experiencia, ya casi a punto de finalizar.
Desde España, donde reside, cruzó el Atlántico para desembarcar en Caracas. Es un ser humano cálido y simpático, como suelen ser los hijos de ese carisma alegre que imprimió el fundador, Don Bosco.
No es el primero al que podrían haber impedido el acceso al territorio habida cuenta de que, tampoco los salesianos, se han privado de la cruda denuncia y la queja puntual en medio de la crisis que afecta a los sectores del país.
Para ellos, su principal compromiso pastoral y educativo son los más necesitados, así como los más alejados y olvidados, las comunidades indígenas pues la presencia salesiana en sus selvas es de larga y fructífera data.
“Me trajo acá una opción personal”
Comenzamos preguntándole qué lo trajo a estas tierras turbulentas. “Una opción personal, nos contestó”.
Dijo que se sentía fascinado por Venezuela y que ya había estado tres veces, pero como Rector Mayor era la segunda. Confesó que le gusta mucho nuestra tierra y nuestra gente “porque es amorosa”.
Pero hay algo más en esta ocasión: “Me duele lo que ocurre, me preocupa. Ustedes están viviendo problemas serios y la manera cómo ellos inciden en la presencia salesiana, desde luego, me angustia mucho”.
“Me preocupan mis hermanos salesianos, nuestras obras. Es lo que me trae aquí. He venido para acompañar al provincial, tanto al que termina en sus responsabilidades como al que asume”.
Explicó que no es frecuente que acuda a estos inicios de servicios pues para ello están los miembros de su equipo y del Consejo General. Somos 90 y si hubiera que ir a todos, no haría otra cosa.
No obstante se dijo: “Esta vez quiero ir yo. En este caso todo era muy especial. En mi corazón traía simplemente el deseo de acompañar, de sostener, de ver cómo se encuentran y, realmente, me voy con una muy buena impresión al ver cómo se desarrolla la dinámica en las presencias salesianas. He encontrado dignidad, entereza, fortaleza, ganas de seguir trabajando en el día a día para seguir construyendo”.
Lo más grave: la destrucción del tejido social
El vínculo entre España y Venezuela es hermoso, lo ha sido y lo seguirá siendo. “Entré con mi pasaporte español sin problemas”. Repite que le duele Venezuela: “Tengo muchas acciones de corazón aquí dentro y las dificultades que mis hermanos atraviesan no son pocas”.
“Con sinceridad le digo que estamos haciendo nuestra gran contribución a esta amada tierra –dice refiriéndose a la familia salesiana en Venezuela- desde lo que sabemos hacer un poquito mejor, educar. Pero nuestros centros están sufriendo mucho”.
Sabemos que las obras salesianas se están reduciendo inmensamente, el número de jóvenes adolescentes que abandonan la escuela se debe a que, sencillamente, no pueden acudir y las razones son variadas. Sus escuelas agrícolas se han visto reducidas a una tercera parte. Cuesta ofrecer alimentos.
Pero él, acucioso y visionario, puso el dedo en la llaga: “Le digo con toda honestidad –confiesa- el dinero puede llegar de una u otra forma, no se sabe cuándo o cómo. Lo preocupante es el tejido humano y social de esta tierra preciosa”.
Y se explaya en este punto que le toca en lo más sensible como educador: “Reconstruir el tejido humano es lo más difícil, reconstruir la trama social, recuperar el respeto entre las personas y el respeto a la dignidad. No es posible que se vaya por la calle y, sin mediar ninguna razón válida, corra el riesgo de ser requerido para ser investigado.
“Son situaciones que ustedes viven a diario, lo denuncian y lo sufren. Lo se por mis hermanos salesianos. Reconstruir todo eso es importante pero es complejo. Yo lo deseo para el pueblo de Venezuela, sin importar quienes estén al frente del gobierno”.
“Pero todo gobierno –lo sabemos desde la filosofía política-, sea cual sea el pueblo, debe ser un gobierno para el bien de la polis, ese es el gran axioma. Desde allí, saquemos las consecuencias”.
Cada cierto tiempo, la congregación revisa sus políticas educativas, su compromiso, su carisma y actualizan las formas de trabajo. Y es preciso hacerlo tomando en cuenta que quien se ocupa de jóvenes y de su educación está formando la conciencia nacional.
De hecho, el Santo Padre ha manifestado una profunda preocupación por la educación, cuya crisis no es exclusiva de Venezuela sino que presenta dimensiones mundiales.
Invertir en el futuro es invertir en los jóvenes
“Conozco al Papa Francisco desde que era cardenal, arzobispo de Buenos Aires, en Argentina. Cada cual tendrá su mirada sobre él según el corazón”.
“Por mi parte, les puedo asegurar –aprovechó para puntualizar- que al Papa le preocupa y le duele Venezuela; y tanto interés tiene en la educación que constituye uno de sus grandes empeños. Ha convocado para mayo un gran foro universal para seguir acompañando todas las estructuras educativas en el mundo”.
“Si bien la realidad es muy diversa, problemas hay en todas partes. En algunas porque no hay los recursos suficientes; en otras porque, como es el caso de las pequeñas aldeas de África, no ha llegado hasta allí; en otros por el abandono escolar en Europa”.
Los jóvenes tienen un reto ante el mundo que un día será suyo y no sólo en el plano ético sino de participación activa y responsable en los cambios cualitativos para impulsar y sostener el desarrollo de sus sociedades.
“Pero –precisa- si queremos invertir en el futuro de una nación, sea cual sea, la inversión tiene que ser en la educación, la formación y capacitación de las futuras generaciones. Lo saben los pueblos y lo saben los gobernantes. Cómo se hará realidad, ya depende de muchos factores”.
“Los jóvenes venezolanos que voy conociendo”
El rector mayor asistió a una hermosa fiesta salesiana con 800 jóvenes en Caracas. Universitarios y postgraduados o aspirantes a entrar en las universidades.
La intuición de un formador salesiano es como para escucharla y valorarla: “Tengo la impresión –dijo- de que los jóvenes que he conocido tienen mucho más despierta la conciencia social, política y humanitaria que muchos jóvenes adormecidos de la Europa de donde yo vengo”.
“Lo digo para bien. Son jóvenes que saben que deben responder a las exigencias de su tiempo. Esto es lo que nosotros, como educadores, tenemos que seguir construyendo. Lo veo como un gran valor. No he encontrado una juventud apática en Venezuela, sino despierta, fascinante en interesante”.
Salesianos, eje de la participación indígena
Los salesianos no solo han sido pioneros en las misiones en el Amazonas, sino un eje para motivar y organizar la participación indígena. ¿Cómo incidirá el Sínodo para la Amazonía en la labor de la salesianidad y su compromiso con la región?
“¡Qué bonita pregunta! –comenzó diciendo-. Del Sínodo le diría que está por verse cómo incidirá. El Sínodo tenía una finalidad pastoral y de cuidado de esta gran parte del mundo. Hay sectores mediáticos que ponen el relieve en dos o tres asuntos sin mayor relevancia como la ordenación de hombres casados, por ejemplo. También de eso se puede hablar, pero el sínodo no era para eso, al igual que el de los jóvenes, en el que yo participé, no era para hablar exclusivamente de los casos de abuso sexual de algunos, un tremendo tema, pero no es cuestión de reducir todo y terminar dando una mirada pobre sobre cuestiones tan de fondo”.
Jamás dejaremos una presencia salesiana entre etnias indígenas
Ofreció datos relevantes, como la particularidad de que los salesianos de Don Bosco están trabajando con 63 pueblos originarios a lo largo y ancho de la Amazonía y la cordillera andina. Son 63 étnias que nos permiten tener una palabra y una mirada certera sobre ese compromiso.
La primera consecuencia era ya una decisión nuestra antes del Sínodo: “Junto con mi equipo de gobierno hemos orientado y decretado que no dejaremos ni una sola presencia en los lugares en que estamos trabajando con pueblos indígenas originarios, desde la Amazonía hasta la cordillera andina del Sur. Esta es una decisión de gobierno, le reitero. Podremos dejar una escuela, del tipo que sea, en manos de laicos cualificados, perteneciendo al carisma salesiano, bien acompañados, antes que dejar una presencia en zonas lejanas. Es una opción de gobierno”, reiteró, así de taxativo. Son desafíso que demandan mucho en medio de tantos poderes económicos y fácticos que están en juego pero ellos se muestran decididos.
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Habló de lo que no se habla
Se refirió a una segunda gran decisión: “Queremos estar allí donde podamos dar voz a quienes no tienen la misma voz que nosotros podemos ofrecer”.
Aseguró que cuando el Papa Francisco haga sus subrayados en la exhortación apostólica, haremos nuestra lectura para tomar todo aquello que sea importante para nosotros.
Una tercera decisión tiene que ver con el acompañamiento viviendo donde y como ellos viven. Hay que lograr que los jóvenes no se marchen.
“De esto no se habla –reveló- . Tengo ejemplos y pondré uno que no es precisamente de Venezuela, es de la Amazonía brasileña, allí al ladito. Visitando, cuatro meses atrás, a los pueblos Boibororo (Meruri) y Chavante (Sangrador) ambos se reunieron con motivo de mi visita por primera vez en la historia”.
“Celebramos una Eucaristía en el propio lugar donde asesinaron a un salesiano y a un indígena cuyas causas de martirio están en proceso. Se encontraban allí más de 400 jóvenes con sus familias. Y le digo, no basta convivir en medio de ellos pues, cómo acompañaríamos a jóvenes que dejan sus familias y lugares propios y se van a la gran ciudad?. No hay otro camino más que la educación, la formación y la capacitación de estos jóvenes”.
Errores, también de la Iglesia, pero con aciertos
“Le diré algo -continúa- de lo que me siento humildemente contento: nuestra universidad de Campo Grande sirve para que hoy 100 jóvenes bororo y chavantes están estudiando allí, totalmente gratuitos, así como el lugar donde viven. Eso es poner en práctica el Sínodo para la Amazonía”.
“Muchos de estos muchachos, debidamente capacitados, serán los que defiendan los derechos de su pueblo y de su gente. Algunos serán abogados que tendrán la posibilidad de defender su parcela o el trozo de terrenito que les corresponde y el sustento de sus familias”.
La historia está, ciertamente, marcada por aciertos y errores, también de la Iglesia. Visitando Paraguay estuve en pueblos donde hemos comprado, con ayudas, unas 2.500 hectáreas para un pueblo que se quedaba sin tierras. Estuve con el maestro quien había estudiado en nuestras escuelas. Como esas, hay muchas muestras. No hay otro camino. Vuelvo sobre el punto: no basta comer y vestir como ellos y quedarnos allí”. Eso es muy importante pero las grandes preguntas son otras.
Qué hacer con las jóvenes generaciones, cómo se les prepara para que este tremendo mundo no se los trague? Si bien se ha conseguido frenar algunas cosas, quién dice que en los próximos años otra tala de árboles no se llevará por delante a esos pueblos? Quién dice que intereses petrolíferos no actuarán en el tiempo por venir contaminando y poniendo en riesgo sus lugares? “Justicia, derechos humanos y universales, son temas que podemos presentar todos y en cualquier lugar del mundo, siendo una carta de identidad y lo que más legitima a quien hable, sea usted, o yo, o un Presidente de Gobierno”.
No se caen
Se despidió resaltando el sentimiento que encontró en sus hermanos de entereza, de coraje en medio de tantos problemas, de resolución y voluntad para continuar.
“Me han dicho: no podremos emprender nuevas acciones con los jóvenes pero las que pensamos y tenemos, las vamos a mantener y llevar adelante. Eso me ha gustado mucho. Están en pie en medio de las dificultades, no se caen. Tal vez ahora con más lucidez que cuando visité esta tierra hace cuatro años”.
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