Su gesto ha tocado muchos corazones y ha despertado la solidaridad en Argentina
Sebastián Darrichón es un abogado argentino dedicado a su carrera, con muchas horas de estudio acumuladas y una basta formación, que no sólo se destaca por su buen desempeño profesional sino también por unos principios y una firme determinación por hacer el bien.
Cuando se presentó una situación de necesidad, no dudó en responder para ayudar a los demás. Los números estaban algo ajustados y el pediatra de su pueblo no podía continuar viajando para atender a los chicos. De manera anónima y voluntaria, decidió donar sus honorarios al médico para que pueda continuar la asistencia en su pueblo.
Esta acción, sin otra intención más que la de ayudar, salió a la luz a través de una nota informal provocando que la noticia rápidamente se difundiera en distintos medios hasta pasar por reportajes como el que hizo Telenoche, en donde Sebastián tuvo la oportunidad de poder hablar sobre su pueblo y la gente que tanto quiere y aprecia.
Según cuenta para Aleteia, su manera de proceder responde a un acto de agradecimiento por todo lo que ha recibido de su pueblo, reconociendo las carencias que sufre y habiendo crecido en el seno de una familia que lo apoyó con mucho sacrificio para que él estudie.
“Tenía que devolver todo lo que se me brindó y las posibilidades que tuve, entendiendo lo que cuesta y el sacrificio que implica para una persona de pueblo ir a la ciudad, estudiar y trabajar para salir adelante con todo el esfuerzo que hace la familia”.
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Al mismo tiempo, sentía que no podía quedarse indiferente ante una necesidad concreta. Desde su lugar tenía que dar una respuesta: “tenía una responsabilidad moral”. Algo que él no considera como un acto extraordinario, porque sabe que no es el único que piensa así.
“Lo mío tuvo una exposición pública, pero nada más. Hay mucha gente que se merece más reconocimiento que el que me merezco yo”.
Sebastián cuenta que las personas que trabajan en el centro de salud siempre “le ponen el cuerpo” a las situaciones difíciles que se presentan. Además, conoce a mucha gente en otros ámbitos sociales como la iglesia, los comedores y las cooperadoras que colaboran materialmente o con su tiempo, motivada con el único fin de hacer el bien.
Cuando la noticia empezó a conocerse, Sebastián se sorprendió al recibir una gran cantidad de mensajes positivos en donde no solo lo felicitaban por su gesto o le agradecían la ayuda, sino que también él mismo veía cómo rápidamente comenzaba a aflorar la solidaridad.
No solamente se acercaron personas responsables de la salud para evaluar prioridades, sino que otros colegas y profesionales de otras disciplinas ofrecieron ayudar o participar en iniciativas como por ejemplo la posibilidad de generar una ONG para tratar temas de niñez o incluso dar charlas.
“Me vi desbordado gratamente con mensajes de un montón de personas, entre ellos colegas y de otras profesiones también como médicos o psicólogos, que se ponen a disposición para colaborar desde su lugar. Esto es alentador. Me da la pauta de que se pueden hacer muchas cosas buenas”.
El efecto ha sido muy positivo porque comienzan a agruparse personas que quieren hacer algo por el otro y quizá querían hacerlo antes pero no sabían cómo, o si lo hacían desde su lugar, ahora tienen la oportunidad de poder generar algo en conjunto.
Sebastián está convencido de que “todos podemos cambiar las realidades en las pequeñas cosas. Cada uno desde su lugar tiene la posibilidad de hacer algo por el otro y ese algo por el otro multiplicado, hace que las cosas cambien”.
El mensaje más claro que dice tener en este momento es que “uno tiene que ser como es todos los días, convencido de lo que hace. Hay que tener una conciencia social, respetar y aportar para que el otro esté mejor y ser capaz de brindar una mano en cualquier aspecto”.
“Si uno deja de lado los egos, el protagonismo, la competencia innecesaria y la mezquindad, la gente se ayuda”.
Su generosidad tuvo un efecto extraordinario porque el amor pudo tocar a más personas de las que jamás hubiese imaginado. Y es que para él “si las cosas se hacen para bien, con buena intención y en forma desinteresada, funcionan”.