¿Cómo se mide la afición al juego, ya sea online o en sala? ¿Cuándo hay que frenar? Existen 3 signos que, según los especialistas, indican que el juego dejó de ser afición y es una adicción. Muchos jugadores (online y de sala) caen en la adicción y pasan a tener una enfermedad mental sin ser conscientes de ello. Según los expertos -médicos y psicólogos-, el 80% de los casos de adicción se dan en hombres.
En la mayoría de los casos, estas personas no son conscientes de que han desarrollado una ludopatía. Creen que el juego es una diversión que pueden activar en entornos sociales como bares o salas de máquinas de juegos, y también desde su habitación en casa, por ordenador.
Muchos ludópatas solo se van a enfrentar al problema cuando ya están sumidos en la adicción.
La doctora en Psicología Cristina Martínez, de la Unidad del Juego del Hospital de Mataró (Barcelona, España), explicó recientemente en un programa radiofónico: “Por lo general, tardan mucho en pedir ayuda. Primero intentan salir del juego ellos solos cuando empiezan a tener problemas de deudas. Pero el problema crece, porque a veces incluso llegan a pedir préstamos o créditos”.
La bola aumenta hasta que se destapa, casi siempre por una de estas dos situaciones:
- porque su familia lo descubre.
- porque las deudas los ahogan y deben acudir a la familia.
Es clave poder detectar quién es ludópata, para ayudarle lo antes posible.
Las características del ludópata
¿Cuándo podemos decir que una persona es adicta al juego, es decir, ludópata? La doctora Marta Sancho, de la Unidad de Conductas Adictivas del Hospital Sant Pau de Barcelona aporta los 3 síntomas de esta adicción.
Cuando este entretenimiento pasa a ser una necesidad.
La persona desarrolla una dependencia psicológica y necesita constantemente jugar y jugar.
¿Y si no tienes dinero? Hay personas que son igualmente adictas: cuando disponen de dinero lo hacen, tanto si es una vez al mes como todos los días de la semana.
Cuando esta conducta se mantiene a pesar de las consecuencias negativas que se derivan de ella.
Por ejemplo, cuando alguien dice “yo sigo jugando a pesar de que cada día tengo bronca con mi esposa por este motivo”. Quizás estás más enganchado de que consideras, aunque tengas dinero en el bolsillo.
Cuando la persona pierde el interés por otras actividades que hasta el momento eran agradables.
El interés máximo pasa a ser el juego.
Cuando una persona experimenta estas tres circunstancias, puede decirse -según la doctora Sancho- que “ha pasado del uso saludable del juego a un uso problemático o patológico”.
¿Qué puede hacer la familia?
Las dos especialistas coinciden en señalar que muchas veces la familia “tapa” la enfermedad del ludópata por vergüenza o por miedo, pero esto no hace más que empeorar las cosas.
Lo mejor, dice la doctora Martínez, es “que las familias no hagan la vista gorda”. Cuando hay datos que apuntan a una ludopatía (por ejemplo, falta dinero o desaparecen cosas o está huraño o se encierra demasiado en su habitación), “hay que actuar y, por el bien del paciente, no hay que alargar la problemática más de lo necesario“.
Acudir a un médico o un psicólogo es el paso fundamental para que un ludópata pueda curarse.
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