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A l formar una familia es fundamental respetar el orden y los límites de cada uno de los miembros que la conforman. En este sentido, es necesario que el rol de autoridad y responsabilidad permanezca en los padres, a pesar de que a medida que los hijos crezcan, irán contrayendo la responsabilidad de realizar determinadas tareas. Sin embargo, para que esta transición de responsabilidades no perjudique la armonía familiar es importante que las tareas designadas se adecúen a la edad, madurez y capacidad de los hijos.
¿Cómo determinar las responsabilidades de mis hijos?
Existe una regla general muy básica: el adulto debe llevar vida de adulto y el niño, vida de niño. Esto implica que, cuando hay problemas, será el niño quien se apoyará en sus progenitores y no al contrario.
Es relativamente frecuente encontrar familias que han roto el orden necesario para que sus miembros se desarrollen en un entorno sano y de confianza. Una de las disfunciones familiares más destructivas es el Síndrome de Alienación Parental (SAP).
Síndrome de Alineación Parental: qué es y cuáles son sus efectos
Este síndrome se produce en los hijos cuando estos son manipulados por uno de los padres para enfrentarse con el otro progenitor.
Todo comienza cuando la pareja no es capaz de resolver los problemas que han ido apareciendo en su relación. Suele darse en casos en los que la relación está terminada: divorcios o separaciones, por ejemplo. Sin embargo, en algunos casos la pareja enfrentada todavía convive y las consecuencias de utilizar a los hijos en estos conflictos pueden ser todavía más destructivas para la familia.
La estrategia utilizada por los padres (generalmente de forma inconsciente) es la triangulación, es decir, se envía al hijo como un mensajero para decir a la pareja aquello que no se le quiere decir en persona.
El hijo, que sufre al ver a uno de los progenitores como la víctima, coge fuerzas y, desde la lealtad, le defiende frente al otro progenitor. Las consecuencias de esta situación son devastadoras para todas las partes, pero especialmente para los hijos, que no están capacitados para soportar el peso de las discusiones de sus padres.
Educa a tus hijos para evitar que sean manipulados
Dado que esta situación se puede producir incluso sin que los padres sean conscientes de ello, conviene prevenir que, en algún momento o ante alguna dificultad, los hijos olviden cuál es su rol en la familia.
Para conseguirlo hay tres acciones importantes:
1Recuérdales
Recuérdales con frecuencia que pueden escuchar los problemas de los demás sin asumirlos como suyos y sin hacerse cargo de ellos. Un síntoma de que conseguiste transmitirles esta enseñanza será que tu hijo consiga decirte: "Yo te escucho, pero eso tendrás que hablarlo con la persona que te ha hecho daño para solucionarlo".
2Fomenta
Fomenta la comunicación sincera y directa entre los miembros de la familia, de tal forma que no des pie a que se interprete erróneamente la información.
3Enséñales
Enséñales que no tienen culpa de las discusiones que tienes con tu cónyuge. No trates de evitar que te vean triste, sino más bien, explícales que son cosas que tendrán que arreglar papá y mamá entre ellos.
Recuerda:
Ninguna relación es perfecta. Parte del crecimiento consiste en aprender a superar las diferencias y a remontar después de las discusiones.
En ningún caso está justificado que se intente involucrar a los hijos en los problemas de los padres. Esto solo traerá inseguridad, confusión y sentimientos de ira y culpabilidad en ellos. Los conflictos de pareja se arreglan en pareja.