Así se vivió el Día de la Mujer en una cárcel de Chile. El testimonio en Aleteia de la hermana Nelly León, ya famosa antes que la visitara el papa Francisco “Las mujeres privadas de libertad no están privadas de dignidad y tampoco están privadas de lo que sucede socialmente. El 8 de marzo también conmemoramos el Día Mundial de la Mujer, donde tantas mujeres han dado la vida por la libertad de expresión y también por las que han sido calladas a lo largo de la historia”.
Así comienza el diálogo con la hermana Nelly León, capellana del Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín en Santiago, Chile.
La hermana Nelly fue conocida alrededor del mundo cuando el papa Francisco visitó este recinto de mujeres y la consagrada le dijo: “Papa Francisco en Chile se encarcela la pobreza”.
Actualmente el penal de mujeres tiene 610 mujeres condenadas, el 90% de ellas son madres, y las que están enfocadas en su libertad. “De eso hablamos cuando nos reunimos diariamente con quienes acompañamos como pastoral penitenciaria”, explica la religiosa.
Todos los domingos se celebra la eucaristía en la Penitenciaria, y 8 de marzo se conmemoró en ese contexto. “Las mujeres privadas de libertad pudieron dar gracias a sus madres, quien les dio la vida. Un momento emotivo y muy sentido por ellas”, revela la hermana Nelly. Ese día asistieron cinco mujeres que se encuentran libres y quienes están formando una Coordinadora de Mujeres Libres, esto bajo el alero de la Fundación Mujer Levántate, creada por la hermana Nelly hace más de siete años, y quienes compartieron su experiencia de libertad “y una las ve como mujeres nuevas”.
La consagrada perteneciente a la Congregación del Buen Pastor, es de hablar tranquilo pero enérgico. Ella no pierde oportunidad de visibilizar el dolor de las mujeres en la cárcel, sabe que este tema no gusta en la sociedad chilena; pero la hermana Nelly es enfática en decir:
“Todos y todas somos iguales en dignidad. Es importante decir que una mujer privada de libertad recibe tres condenas en una. La primera es la que dicta el Tribunal de Justicia, la segunda es la que nosotros como sociedad les damos y la tercera, y la más dura es la separación de los hijos”.
Para las mujeres de la cárcel su preocupación principal es de estar con sus hijos. “Una madre nunca deja de serlo a pesar de la vulnerabilidad y marginalidad”; la manera de acercarse a ellos y no perder el vínculo. “La peor condena para ellas es que se sienten culpables, porque están en ese lugar y a la separación de sus hijos porque cometieron un delito”.
Gran parte de estas mujeres se encuentra condenada por narcotráfico, pero la hermana Nelly aclara:
“Yo no hablo de mujeres narcotraficantes porque creo que son los hombres, yo hablo de microtraficantes. Porque el 53% de ellas están condenadas por ese delito se encuentran ligada a un hombre, esposo, hijo o se culpó por un nieto”.
En esta oportunidad la consagrada también habla como las mujeres están cubriendo cubriendo cada día más espacios, abriendo el camino hacia la paridad, donde tengamos voz y participación en la toma de decisiones. “Como mujeres en la Iglesia hemos luchado por años ser escuchadas. Somos el motor de los templos y parroquias, animamos a la comunidad y participamos activamente de la labor litúrgica y pastoral”, expresa.
“Tengo confianza en que es el camino correcto y estoy orgullosa de lo que hemos logrado en el nombre de Jesús. Religiosas y laicas seguiremos trabajando desde distintos escenarios por las que no tienen voz, prestando servicio por esta Iglesia que es santa y pecadora como decía el cardenal Silva Henríquez. Confió y tal vez no nos toque ver esos cambios, pero me quedo tranquila porque estamos dejando una Iglesia más pastoral, más inclusiva más solidaria y más justa, abierta a escuchar al pueblo de Dios”, dice con una sonrisa.
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