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El Papa reza por las víctimas del coronavirus y sus familias

©PopeFrancis/SANTAMARTA/CORONAVIRUS

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Vatican News - publicado el 22/03/20
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Durante la misa en Santa Marta, Francisco dirigió su oración a los que mueren solos, sin poder despedirse de sus seres queridos, a causa de la pandemia de Covid-19. En la homilía, el Papa hablando del Evangelio de hoy, invitó a darse cuenta de Jesús que pasa en nuestras vidas y poder convertirnos a él.

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El Papa ha presidido esta mañana, en la Casa Santa Marta, la misa del cuarto domingo de Cuaresma. La celebración en la Capilla de la Domus se retransmite en directo desde el 9 de marzo por decisión de Francisco que quiere mostrar así su cercanía a los fieles que no pueden asistir a la misa a causa de la epidemia de coronavirus. En la introducción, el Papa volvió a rezar por las víctimas de esta enfermedad.

En estos días, escuchamos las noticias de muchos difuntos víctimas del Covid 19: hombres, mujeres que mueren solos, sin poder despedirse de sus seres queridos. Pensamos en ellos y rezamos por ellos. Pero también por las familias, que no pueden acompañar a sus seres queridos en su fallecimiento. Nuestra oración especial es para los difuntos y sus familias.

En su homilía, comentando el Evangelio del día (Jn 9, 1-41) sobre la sanación del ciego de nacimiento, nos exhortó a estar atentos para darnos cuenta cuando Jesús pasa a nuestras vidas y poder convertirnos a él.

A continuación, el texto de la homilía según una de nuestras transcripciones:

Este pasaje del Evangelio de Juan habla por sí mismo. Es un anuncio de Jesucristo y también una catequesis. Me gustaría mencionar una cosa. San Agustín tiene una frase que siempre me llama la atención: “Temo a Cristo cuando pasa”. Timeo Dominum transeuntem. “Temo a Cristo cuando pase” – “¿Pero por qué temes al Señor?” – “Temo que no me daré cuenta de que es el Cristo y lo dejaré pasar.” Una cosa está clara: en presencia de Jesús los verdaderos sentimientos del corazón, las verdaderas actitudes florecen: salen. Es una gracia, y por eso Agustín tenía miedo de dejarla pasar sin darse cuenta de que estaba pasando.

Aquí está claro: pasa, cura a un ciego y estalla el escándalo. Y entonces lo mejor de la gente sale y lo peor de la gente. El ciego… asombra la sabiduría del ciego, mientras responde. Estaba acostumbrado a moverse con las manos, tenía el olfato del peligro, tenía el olfato de cosas peligrosas que podían hacerle resbalar. Y se mueve como un ciego. Con un argumento claro y preciso, y luego también usa la ironía y se da ese lujo.

Los doctores de la ley conocían todas las leyes: todas, todas. Pero estaban fijados en éstas.  No entendieron cuando Dios estaba pasando. Eran rígidos, apegados a sus hábitos: el mismo Jesús lo dice… apegados a los hábitos. Y si para preservar estos hábitos tenían que hacer una injusticia, no era un problema porque los hábitos decían que esto no era justicia; y esa rigidez los llevaba a hacer injusticias. Ese sentimiento de encierro sale ante Cristo.

Sólo esto: les aconsejo a todos que tomen el Evangelio de hoy, capítulo 9 del Evangelio de Juan, y lo lean, en casa, en silencio. Una, dos veces, para entender bien lo que sucede cuando Jesús pasa: que los sentimientos salen. Para entender bien lo que nos dice Agustín: Temo al Señor cuando pasa, que no me doy cuenta y no lo reconozco. Y no me convierta. No lo olvides: lee hoy una, dos, tres veces, todo el tiempo que quieras, el capítulo 9 de Juan.

El Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición eucarística, invitando a tomar la comunión espiritual. Aquí sigue la oración recitada por el Papa:

Jesús mío, creo que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo por encima de todas las cosas y te deseo en mi alma. Ya que no puedo recibirte sacramentalmente ahora, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como ya he venido, te abrazo y todas las cosas se unen a ti. No dejes que nunca me separe de ti.

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