En su homilía de hoy, Francisco invita a la “verdadera oración” para la que se necesitan tres elementos imprescindiblesEn la misa oficiada por el Papa vía streaming desde Casa Santa Marta, en el Vaticano, Francisco rezó hoy por las familias golpeadas por la crisis económica que está causando la pandemia del coronavirus y pidió a Dios por las familias que tienen problemas debido a la imposibilidad de trabajar confinadas en casa.
Al inicio de la misa, este lunes 23 de marzo de 2020, Francisco dijo: “Hoy rezamos por las personas que por la pandemia están comenzando a sentir problemas económicos porque no pueden trabajar y todo esto recae sobre la familia. Rezamos por la gente que tiene este problema”.
En su homilía, Francisco invitó a intensificar nuestra oración durante este período, y a rezar con fe, perseverancia y coraje.
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De hecho, las primeras palabras de Francisco fueron las palabras de la Antífona de inicio: “Confío en el Señor. Me alegraré y me regocijaré en tu misericordia, porque has mirado con benevolencia mi miseria” (Sal 30, 7-8).
En su homilía, tras leer el Evangelio según san Juan (4-43-54), el Papa rememoró al hombre que pide la salud para su hijo. “‘El Señor regaña un poco a todos, también a él. Jesús le dijo: “Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen’. El Funcionario, en cambio de estar callado, El funcionario le respondió: ‘Señor, baja antes que mi hijo se muera’. ‘Vuelve a tu casa, tu hijo vive’, le dijo Jesús”.
Fe
Francisco predicó sobre la “verdadera oración” y tres elementos que la constituyen. “La primera es la fe, si no hay fe… y tantas veces, la plegaria es solamente oral, de la boca para fuera y no proviene de la fe del corazón, o de una fe débil”.
También recordó a otro papá, el padre del hijo endemoniado. ’Jesús respondió que todo era posible para quien cree’ y el hombre insiste: ‘¡Aumenta mi fe!’.
“¿Es fe o es una costumbre?”, cuestionó Francisco. Entonces, pidió rezar con mucha atención: “Tengamos cuidado en la oración de no caer en una costumbre, sin la conciencia de que el Señor está ahí y que estoy hablando con el Señor y que Él es capaz de resolver el problema”. “La primera condición de una verdadera oración es la fe”.
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Perseverancia
“La segunda condición que el mismo Jesús nos enseña es la perseverancia. Algunos piden, pero la gracia no llega: no tienen esta perseverancia, porque en el fondo no la necesitan, o no tienen fe”.
“Y el mismo Jesús nos enseña la parábola del Señor que va donde su vecino a pedir pan a medianoche: la perseverancia para llamar a la puerta... O la viuda, con el juez injusto: e insiste e insiste e insiste: es la perseverancia”.
“La fe y la perseverancia van juntas, porque si tienes fe estás seguro de que el Señor te dará lo que pidas. Y si el Señor te hace esperar, golpea, golpea, al final el Señor da la gracia”.
“Pero no lo hace, el Señor, para hacerse interesante o para decir “mejor que espere”: no. Lo hace por nuestro propio bien, para que nos lo tomemos en serio.
Tomar en serio la oración, no como los loros: bla, bla, bla, bla, bla y nada más… El mismo Jesús nos reprocha: “No seáis como los paganos que creen en la eficacia de la oración y en las palabras, muchas palabras”. No. Es la perseverancia, allí. Es la fe.
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Coraje
“Y la tercera cosa que Dios quiere en la oración es el coraje. ¿Alguien puede pensar: se necesita valor para rezar y estar ante el Señor? Es necesario. El coraje de estar allí pidiendo y avanzando, de hecho, casi -casi, no quiero decir una herejía- pero casi como si se amenazara al Señor.
El coraje de Moisés ante Dios cuando Dios quiso destruir al pueblo y hacerlo líder de otro pueblo. Dice: “No. Yo con la gente”. Coraje. El coraje de Abraham, cuando negocia la salvación de Sodoma: “¿Y si fueran 30, y si fueran 25, y si fueran 20…”: ahí, coraje. Esta virtud del coraje, requiere mucho. No sólo por las acciones apostólicas, sino también por la oración”.
Fe, perseverancia y coraje
En estos días en que es necesario rezar, rezar más, pensemos si rezamos de esta manera: con fe en que el Señor puede intervenir, con perseverancia y con coraje.
El Señor no decepciona, no decepciona. Nos hace esperar, se toma su tiempo, pero no nos decepciona. Fe, perseverancia y coraje.
Finalmente, el Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición eucarística, invitándonos a hacer la comunión espiritual con la siguiente oración:
“A tus pies, oh Jesús mío, me postro y te ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito que se abandona en su nada a tu santa presencia. Te adoro en el sacramento de tu amor, la Eucaristía. Deseo recibirte en la pobre morada que mi corazón te ofrece; esperando la felicidad de la comunión sacramental, quiero poseerte en espíritu. Ven a mí, oh Jesús mío, que yo vengo a Ti. Que tu amor encienda toda mi vida”.