En la audiencia general, el Pontífice pidió que toda vida humana sea respetada, defendida y amada, en el contexto de una “pandemia que amenaza” la supervivencia humana y “la economía mundial”. “Para la Iglesia la defensa de la vida no es una ideología”, dijo el papa Francisco durante la audiencia general de este miércoles, 25 de marzo de 2020, en la Biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano, en el contexto de la que llamó una “amenaza” a la supervivencia humana y a “la economía mundial”.
“En estos momentos en que toda la humanidad está sufriendo a causa de la pandemia, les exhorto a implorar la protección de la Virgen María y la intercesión de san Papa Juan Pablo II, para que toda vida humana sea valorada, respetada, defendida y amada; así se hallará justicia, paz y felicidad”, dijo Francisco que enfocó su meditación en la Solemnidad de la Anunciación del Señor, que se celebra hoy.
Asimismo, recordó el 25 aniversario de la Carta Encíclica de San Juan Pablo II “Evangelium vitae” sobre el valor y la inviolabilidad de la vida humana (25 de marzo de 1995).
“Este santo pontífice presentaba el ejemplo de la Virgen María que acogió a Dios en el momento del anuncio del Ángel Gabriel, y desde entonces se comprometió a hacerse cargo de esa nueva vida que nacía en sus entrañas.”, afirmó.
“Hoy, ante esta pandemia que estamos viviendo y que amenaza la vida humana, recordamos a tantas personas que se prodigan en el servicio a los enfermos, a los ancianos y de los que están solos.
Nuestras sociedades necesitan que difundamos más allá de las emergencias, como la actual, esa cultura de la solidaridad, del cuidado y de la acogida, contribuyendo a crear un mundo cada vez más humano, con parresia en la palabra y valentía en las acciones”, expresó el Papa.
De hecho, aseguró, “la vida que estamos llamados a promover y defender no es un concepto abstracto, sino que se manifiesta siempre en una persona de carne y hueso: un niño recién concebido, un pobre marginado, un enfermo solo y desanimado o en estado terminal, uno que ha perdido su trabajo o no puede encontrarlo, un emigrante rechazado o en un gueto… La vida concreta se manifiesta en las personas”.
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“Esto significa responsabilizarnos del que sufre, del marginado, del que no es capaz de avanzar por sus propios medios, porque todos ellos tienen derecho a gozar de la plenitud de la vida, y para todos ellos la Iglesia debe tener entrañas de madre”.
“Para la Iglesia la defensa de la vida no es una ideología, es una realidad, una realidad humana, que involucra a todos los cristianos. Al contrario, porque somos cristianos, somos humanos, no es una ideología”, afirmó mirando directamente a la cámara.
Entretanto, consideró, que el mensaje de la Encíclica Evangelium Vitae es, por lo tanto, más oportuno que nunca. “Más allá de las emergencias, como la que estamos viviendo, se trata de actuar a nivel cultural y educativo para transmitir a las generaciones futuras una actitud de solidaridad, cuidado y acogida.
Esto es, “bien conscientes de que la cultura de la vida no es patrimonio exclusivo de los cristianos, sino que pertenece a todos aquellos que, trabajando para construir relaciones fraternas, reconocen el valor propio de cada persona, incluso cuando es frágil y está sufriendo”.
“Queridos hermanos y hermanas, cada vida humana, es única e irrepetible, vale por sí misma, constituye un valor inestimable”, insistió. Después de resumir su catequesis en varios idiomas, el Papa dirigió expresiones particulares de saludo a los fieles.
Llamado a la oración de medio día
A continuación, hizo un llamamiento para unirse hoy al rezo del Padre Nuestro y participar en el momento de la oración que tendrá lugar el viernes 27 de marzo en sagrato de la Basílica de San Pedro y la adoración del Santísimo Sacramento para luego realizar la Bendición Urbi et Orbi, con la indulgencia plenaria.
“Pronto, al mediodía, nosotros, los Pastores de las distintas Comunidades Cristianas, junto con los fieles de las distintas denominaciones, nos reuniremos espiritualmente para invocar a Dios con la oración del Padre Nuestro.
Unamos nuestras voces de súplica al Señor en estos días de sufrimiento, mientras el mundo es duramente probado por la pandemia. Que el Padre, bueno y misericordioso, conceda la oración concordante de sus hijos que con confiada esperanza se vuelvan a su omnipotencia”, afirmó.
Al final de la Audiencia General, el Papa concluyó con la Bendición Apostólica.