Avguštin Maučec dejó su trabajo para atender a Irena, que sufrió lesiones irreversibles a causa de un accidente cuando eran recién casados.
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Cuando Avguštin pronunció la fórmula de matrimonio:
“…te quiero a ti, Irena, como esposa y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida”…
…no imaginó que aquella promesa se iba a presentar al poco tiempo de una manera tan rotunda.
No se habían cumplido dos años de matrimonio cuando los jóvenes esposos sufrieron un terrible accidente de tráfico al norte de su país, Eslovenia.
Un día de 1993 salieron de su casa en Turnišče y a pocos kilómetros, en la carretera que une Beltinci con Murska Sobota, un camión colisionó frontalmente con su automóvil. Avguštin se fracturó la clavícula y tuvo conmoción cerebral. Irena presentó fracturas en las piernas, los brazos y la caja torácica. A ello se sumaban lesiones irreversibles en el tronco encefálico.
“Irena estuvo en cuidados intensivos durante 2 años y 8 meses”, recuerda Avguštin. “Necesitaba asistencia respiratoria, suministro de oxígeno, alimentación artificial, extracción de orina…”. Aquella mujer joven y hermosa con la que se había casado no podía ver ni hablar ni caminar.
Fiel a la promesa
Para Avguštin aquel accidente de 1993 supuso un cambio radical en su vida. Decidió que sería fiel a la promesa de matrimonio que le había hecho a su esposa hasta el fin de sus días.
Avguštin decidió dejar su trabajo y dedicarse a su esposa por entero. Superada la etapa de cuidados intensivos, era el único modo de que ella saliera adelante. “No conozco a nadie que en su situación sobreviva mucho tiempo en una residencia de ancianos”, explica, de modo que decidió llevarla a su casa y adaptar la vivienda a las necesidades médicas de Irena.
“Tuve la oportunidad de ofrecer dignidad a mi esposa”
Algunos médicos le “recomendaron” que dejara morir a su mujer, vistas las condiciones de vida que se avecinaban. Él no los escuchó: “Tuve la oportunidad de ofrecer dignidad a mi esposa”, explicó en una entrevista a la edición eslovena de Aleteia. “Y quisiera que esa misma dignidad la tuvieran todos“.
A los 40 años, Avguštin comenzó a estudiar Derecho y se graduó. Era el camino con el que podía ayudar a muchas personas en situación parecida a ellos dos “porque estaba tratando con los derechos humanos en el caso de mi esposa”.
Creó el Instituto Pravica, que significa “justicia” en esloveno, y desde esa entidad facilita asistencia a personas como Irena.
Los 10 primeros años de cuidados de Irena, Avguštin los afrontó en solitario. “Cuando lo recuerdo, a veces incluso me pregunto cómo lo hice“, comenta.
La atención que requiere Irena es máxima: por las noches, cada dos horas Augustin se levanta y cambia la posición de Irena en la cama.
“Irena sigue siendo mi responsabilidad”
Ahora cuenta con ayudantes, pero -afirma- “Irena sigue siendo mi responsabilidad y siempre lo será, depende de mí”.
En 2017, el guionista y realizador Miha Celar hizo un documental sobre la pareja. Lleva por título “Goodnight, Irene”.
Fuera de cámaras, Avguštin sigue fiel a su compromiso matrimonial con Irena: “Seguiré luchando por ella lo más que pueda”.
Aquí puedes ver el vídeo donde se relata su historia:
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