Francisco da dos consejos debido a que los templos y las iglesias están cerradas por la pandemia y los fieles, muchos atemorizados, se encuentran confinados para evitar nuevos contagios. El papa Francisco instruyó hoy a los fieles sobre una especial ‘liturgia domestica’ y les animó a ser fuertes en el amor verdadero, mientras esperan la santa Pascua confinados en sus casas y sin la posibilidad de ir a las iglesias o participar en las tradicionales procesiones por las calles debido a que estas semanas se viven tiempos “de aprensión por la pandemia que está haciendo sufrir tanto al mundo”.
En la audiencia general del miércoles de Semana Santa, 8 de abril de 2020, desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, hizo un fuerte llamado a la fe, porque señaló que la muerte y la resurrección de Jesús no fueron una “ilusión”, pues “podríamos pensar que Dios está ausente, que no se interesa por nosotros y por nuestro sufrimiento”.
Francisco ha dado dos consejos espirituales debido a que los templos y las iglesias del mundo están cerradas por la pandemia para evitar nuevos contagios:
“En estos días, todos en cuarentena, en casa, encerrados, tomemos estas dos cosas en la mano: el crucifijo, mirémoslo, y abramos el Evangelio. Esto será para nosotros, digámoslo así, una gran liturgia domestica porque no podemos ir a la iglesia en estos días: Crucifijo y Evangelio”.
¡El amor vence siempre!
El Pontífice aseguró que precisamente en la Pascua, Jesús se reveló completamente y lo hizo en la cruz: “la cruz es la cátedra de Dios”. Allí “aprendemos los rasgos del rostro de Dios”, sostuvo.
“No olvidemos, hermanos y hermanas, que la cruz es la cátedra de Dios. Nos hará bien mirar al Crucifijo en silencio y ver quién es nuestro Señor: el que no señala a nadie con el dedo, ni siquiera a quienes lo están crucificando, sino que abre los brazos a todos; el que no nos aplasta con su gloria, sino que se deja desnudar por nosotros.
Jesús, “el que no nos ama con palabras, sino que nos da la vida en silencio; el que no nos obliga, sino que nos libera; el que no nos trata como a extraños, sino que toma sobre sí nuestro mal, nuestros pecados. Para liberarnos de los prejuicios sobre Dios, veamos al Crucifijo. Y luego abramos el Evangelio”.
Así, el Pontífice invitó a tomar en mano el Crucifijo y el Evangelio porque como dijo en una entrevista publicada hoy en ABC hay que conservarse en el amor para tiempos mejores:
“No es fácil estar encerrado en casa. Me viene a la mente un verso de la Eneida en medio de la derrota: el consejo de no bajar los brazos. Resérvense para mejores tiempos, porque en esos tiempos recordar esto que ha pasado nos ayudará”.
¿Qué puedo hacer con un Dios tan débil, que muere?
En la audiencia general, el Papa admite que las personas se pregunten dónde está Dios cuando las personas sufren durante esa emergencia desatada por el Covid-19.
“Podrías objetar: “¿Qué puedo hacer con un Dios tan débil, que muere? Preferiría un Dios fuerte y poderoso”. Pero el poder de este mundo pasa, mientras que el amor permanece. Sólo el amor guarda la vida que tenemos, porque abraza nuestras debilidades y las transforma”.
En otro momento, sostuvo,“ante estas preguntas que afligen nuestro corazón, nos ayuda la narración de la Pasión de Jesús, que nos acompaña en estos días santos. La Pasión nos habla de un Jesús pacífico, indefenso, no de un Mesías potente y vencedor, como se lo imaginaban sus seguidores que, confundidos y asustados, lo abandonaron”.
“Cuando Jesús muere es el centurión romano, que había sido testigo de sus sufrimientos en la cruz, de su perdón y de su amor infinito, quien declara: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios»: con estas palabras manifiesta que, en esa aparente derrota, Dios está presente verdaderamente”, añadió.
“¡No tengas miedo!”
Por eso invitó a conocer a Dios en el misterio de la Pascua: “¡No tengas miedo!” (cf. Mt 28,5). En esa mañana pascual, dijo, “las angustiosas preguntas sobre el mal no se desvanecen de repente, sino que encuentran en el Resucitado la base sólida que nos permite no naufragar”.
“Queridos hermanos y hermanas, Jesús cambió la historia al acercarse a nosotros y la convirtió, aunque todavía marcada por el mal, en una historia de salvación. Al ofrecer su vida en la Cruz, Jesús también conquistó la muerte.
Desde el corazón abierto del Crucificado, el amor de Dios llega a cada uno de nosotros. Podemos cambiar nuestras historias acercándonos a Él, aceptando la salvación que nos ofrece.
El deseo de una santa semana y una santa Pascua
“Queridos hermanos y hermanas, abramos todo nuestro corazón a Él en la oración. Esta semana, estos días, con el crucifijo y el Evangelio, no se olviden: la liturgia domestica.
Abrámosle el corazón en la oración, dejemos que su mirada esté sobre nosotros. Comprenderemos que no estamos solos, sino que somos amados, porque el Señor no nos abandona y nunca nos olvida. Jamás. Con este pensamiento les deseo una santa semana y una santa Pascua”, concluyó.