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Una de las pocas mujeres en recibir el Premio Nobel de Literatura, la escritora chilena Gabriela Mistral, dedicó parte de su vida a rimar con gran maestría. Lo hizo sobre muchos y diversos temas y no se olvidó de sus raíces cristianas.
Desde pequeña, se acercó a la Biblia, que se convirtió en un referente para su vida y su obra. En estas fechas de Semana Santa, recordamos estos hermosos versos en los que expone la auténtica esencia de la imagen de Jesús. Un Cristo al que solo encontraremos en los más desamparados.
¡De qué quiere Usted la imagen? Preguntó el imaginero:
Tenemos santos de pino,
Hay imágenes de yeso,
Mire este Cristo yacente,
Madera de puro cedro,
Depende de quién la encarga,
Una familia o un templo,
O si el único objetivo
Es ponerla en un museo.
Déjeme, pues, que le explique,
Lo que de verdad deseo.
Yo necesito una imagen
De Jesús El Galileo,
Que refleje su fracaso
Intentando un mundo nuevo,
Que conmueva las conciencias
Y cambie los pensamientos,
Yo no la quiero encerrada
En iglesias y conventos.
Ni en casa de una familia
Para presidir sus rezos,
No es para llevarla en andas
Cargada por costaleros,
Yo quiero una imagen viva
De un Jesús Hombre sufriendo,
Que ilumine a quien la mire
El corazón y el cerebro.
Que den ganas de bajarlo
De su cruz y del tormento,
Y quien contemple esa imagen
No quede mirando un muerto,
Ni que con ojos de artista
Solo contemple un objeto,
Ante el que exclame admirado
¡Qué torturado mas bello!.
Perdóneme si le digo,
Responde el imaginero,
Que aquí no hallará seguro
La imagen del Nazareno.
Vaya a buscarla en las calles
Entre las gentes sin techo,
En hospicios y hospitales
Donde haya gente muriendo
En los centros de acogida
En que abandonan a viejos,
En el pueblo marginado,
Entre los niños hambrientos,
En mujeres maltratadas,
En personas sin empleo.
Pero la imagen de Cristo
No la busque en los museos,
No la busque en las estatuas,
En los altares y templos.
Ni siga en las procesiones
Los pasos del Nazareno,
No la busque de madera,
De bronce de piedra o yeso,
¡mejor busque entre los pobres
Su imagen de carne y hueso ¡
Gabriela Mistral dedicó buena parte de su vida a mejorar la educación de los niños y a escribir hermosas poesías que le valieron el reconocimiento internacional. En 1945 fue galardonada con el Nobel de Literatura, un premio que agradeció a Cristo nada más saber que lo había recibido: “¡Jesucristo, haz merecedora de tan alto lauro a esta humilde hija!”.
La escritora chilena, recordaba en su conferencia Mi experiencia con la Biblia, que esta tuvo una gran influencia en su vida: “A los diez años, yo conocí esta vía de la palabra, desnuda y recta y la adopté en la medida de mis pobres medios, a puro tanteo, silabeando sus versículos recios, tartamudeando su excelencia y arrimándome a ella, a la vez con amor y miedo de amor.”
Solamente como podía hacer una gran escritora, con la palabra, Gabriela Mistral puso su talento al servicio de Dios y convirtió en hermosas obras literarias sus sentimientos cristianos más profundos.