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Un sacerdote canadiense se ofrece a entrar en la cárcel para llevar adelante su ministerio durante la pandemia

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Cerith Gardiner - publicado el 18/04/20
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Respondiendo a su llamada, este presbítero pone el cuidado espiritual de los demás por encima de su vida

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Debido a que los asilos de ancianos, los hospitales y las cárceles imponen restricciones a las visitas durante este período de cuarentena, muchos no reciben el apoyo espiritual que tanto necesitan. Muchos sacerdotes y religiosos, sin embargo, están arriesgando su vida para asegurar que los pacientes, los ancianos aislados y los reclusos puedan satisfacer sus necesidades espirituales. Por eso, cuando un sacerdote oyó que la prisión en que realiza normalmente su ministerio estaba impidiendo todas las visitas, se ofreció a ser encarcelado con los reclusos las 24 horas, los 7 días de la semana. Como compartió el obispo Gary Gordon de Victoria (British Columbia), al Catholic News Herald, “para un obispo oír esto de un sacerdote, uno dice ‘está bien, es la vocación’. Es realmente espléndido”.

El obispo Gordon, representante del ministerio en las cárceles de la Conferencia Episcopal Canadiense, explicó que el sacerdote está profundamente comprometido desde hace mucho tiempo en su acción en las cárceles. Al permanecer con los prisioneros, reduce el riesgo de infectar a los que vería tanto en el exterior como en el interior de la prisión. Por razones de privacidad, el sacerdote ha querido permanecer en el anonimato.

La llamada al servicio de los reclusos no está exenta de riesgos. Como subrayó Bonnie Weppler, director ejecutivo del Consejo Eclesial sobre Justicia y Correcciones, el virus se extiende fácilmente en las áreas cerradas – basta mirar lo que ha sucedido en los asilos de ancianos de todo el mundo, o los cruceros.

Si bien muchos centros penitenciarios tienen como objetivo reducir la población carcelaria liberando a los reclusos que son aptos para ser liberados en el futuro cercano, muchos permanecen dentro y necesitan el consuelo de alguien que pueda ejercer su ministerio con ellos.

Es un dilema que enfrentan muchos sacerdotes. “Si alguien está gravemente enfermo, se le debe permitir al sacerdote traerle la unción de los enfermos y el viático”, explicó el obispo Gordon.

Si estamos llamados a rezar por los prisioneros como por los enfermos y por quien cuida de ellos, deberíamos también rezar por los sacerdotes y religiosos, hombres y mujeres, que siguen sirviendo a los más vulnerables poniendo en riesgo su propia vida al hacerlo.

 

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