“Aun cuando sabemos que son valientes sienten muchas veces miedo, temor, pánico, desesperanza”, dice el padre Luciano Labrador que los visita en un hospital de Venezuela. Fuera del país algunos sanitaristas que emigraron forzados por la crisis humanitaria, han pasado de llevar salud a convertirse en pacientes; y de dar vida, a ser contados entre los fallecidos
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En Venezuela no es solamente la ciencia médica la que se enfrenta a la pandemia del Covid-19; es también la fe en Dios expresada por los mismos galenos, enfermeras y el personal técnico sanitario. Ellos están llevando adelante su trabajo y se han enfrentado con éxito a la contradictoria realidad que impone la peste. No ha ocurrido así en los países donde las cifras son escalofriantes, en los que muchos sanitaristas venezolanos pasaron a ser contados entre las víctimas de la pandemia, el más reciente, Pedro Marín, en España.
A casi mes y medio de la “cuarentena social” decretada en el país suramericano, las bajas cifras oficiales de fallecidos y contagiados únicamente se entienden en la misericordia de Dios o en las dudas que genera la propia acción del gobierno de Nicolás Maduro.
Hasta finales de abril, las cifras daban cuenta de 329 infectados y 10 fallecidos desde el primer contagio. Pero… ¿cómo entender esto si los organismos multilaterales reconocen las paupérrimas condiciones sanitarias en que se encuentra la nación suramericana, técnicamente sumida en una crisis humanitaria compleja? ¿El gobierno está diciendo la verdad?
Son gente valiente pero necesitan apoyo
La gente sencilla, incluidos los médicos y enfermeras que trabajan en los centros públicos, lo entienden desde la fe en Dios. “Él es un padre que nunca abandona a sus hijos”, exponen. Así lo entienden en el hospital “Doctor Luis Salazar Domínguez”, adscrito al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS), en Guarenas, estado Miranda. Desde allí invitaron al padre Luciano Labrador, para renovar sus fuerzas y seguir adelante para trabajar por la salud de los venezolanos y ganar la “batalla científica y espiritual” que les ha tocado.
El sacerdote, dispuesto al acompañamiento de la feligresía en medio de la pandemia, acudió con el Santísimo Sacramento y recorrió el centro médico: visitó a los enfermos y junto a ellos rezó; les entregó la comunión y además llevó un mensaje de esperanza.
“Son hombres y mujeres que aun cuando sabemos que son valientes, en algunos momentos se sienten desfallecer como ellos mismos nos lo relataban pues sienten muchas veces miedo, temor, pánico, desesperanza”, explicó Labrador a Aleteia, desde donde se le ha hecho seguimiento en esta etapa extraordinaria que vive la iglesia universal.
“Han pedido nuestro acompañamiento espiritual y sobretodo la bendición de Dios, del Dios Todopoderoso que les llamó a vivir esa vocación específica y quien a su vez les dará la fuerza necesaria para que sirvan cada día con amor y entrega”, refirió.
Narró que en esta visita llevó a Dios que se da como alimento de vida eterna “a través de la Sagrada Comunión para fortalecer sus cuerpos y sus almas por medio de su gracia salvadora”. Los presentes lo “reconocieron y adoraron con profunda fe y devoción”.
¿Cuántos han fallecido fuera de Venezuela?
Mientras Labrador llevaba esperanza y motivaba a los trabajadores sanitarios en este centro venezolano, cruzando el Atlántico un médico venezolano caía abatido por la pandemia del Covid-19. Se trata de Pedro Marín Esquirol, de 47 años, quien según algunos medios, luego replicados por la organización no gubernamental Médicos Unidos de Venezuela, murió en el hospital de Úbeda, España, después de un mes de estar internado.
Marín era natural de Puerto La Cruz, estado Anzoátegui y emigró hace poco más de tres años a la Madre Patria, huyendo de la crisis humanitaria y buscando mejores oportunidades, pero no ha sido el único galeno venezolano que muere víctima de la pandemia fuera de su país.
El 3 de abril en España también falleció Nerio Valarino González, de 59 años, quien era internista facultativo del hospital Quirónsalud de Murcia y falleció en el Reina Sofía de Madrid. Quienes los conocieron dejaron ver por las redes sociales que Nerio Valarino igual que Marín era “un profesional muy querido por sus compañeros”.
“Nerio no ha estado en la retaguardia, sino en el frente, día a día, viendo a sus pacientes en la planta y haciendo guardias en Urgencias. Arrimando el hombro, sustituyendo a los que, como otros anónimos compañeros de la profesión, iban dando positivo a esta sinrazón y tenían que retirarse, como ha ocurrido en nuestro hospital. Nerio era valiente, sereno y siempre tenía una sonrisa”, escribió Fulgencio Molina Zapata del servicio de urgencias.
Ocurrió lo mismo con el enfermero Pedro Castillo, que falleció el 7 de abril víctima del Covid-19. Castillo había permanecido ingresado en el hospital Neuro traumatológico, en Jaén, también en España. En fin. Los médicos venezolanos están dejando su cuota en medio de la pandemia dentro y fuera de Venezuela. Igual sucede en América Latina pero la censura informativa impide tener cifras confiables. El temor de los médicos está justificado.
La petición de un cura por los médicos
Luciano Labrador durante la visita al hospital del Seguro Social en Guarenas, elevó sus peticiones a Dios para que “continúe derramando su bendición, especialmente en todos los hombres y mujeres que sirven en todos los hospitales del mundo, aquellos que en este momento están entregando sus vidas para que otros tengan vida”.
Finalmente, destacó el apoyo del equipo familiar “Los Telerines” de la parroquia “Nuestra Señora de Coromoto” a su cargo. “Pudimos llevar 150 arepas rellenas como un hermoso gesto de amor y generosidad para compartir no sólo con el personal de salud sino también con aquellos que encontramos en nuestro caminar dentro y fuera de dicha institución”.
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