Si acabas de descubrir que te gusta cocinar, lee estos consejos que te ayudarán a sacar más partido a tus platos.
¿Has empezado a moverte por los fogones de tu casa? ¿Has encontrado gusto en la cocina? ¿Por afición o por necesidad? Tal vez sea que a causa de la pandemia del coronavirus, en tu organización familiar hayan cambiado algunas cosas y ahora te acerques más a las ollas y sartenes.
La cocina atrae. Pero, ojo, ver fotos de platos apetitosos en Instagram no te hace experto.
¿Por dónde empezar?
Aquí tienes consejos básicos que te ayudarán a dar los primeros pasos y te evitarán algunas meteduras de pata.
Ánimo. Recuerda que los grandes cocineros también partieron de cero: Doña Petrona, autora de uno de los libros de cocina más populares en el mundo, confesaba que cuando se casó “no sabía ni freír un huevo”. Pues allá vamos.
Puedes ver estos trucos en la galería fotográfica o leer el texto completo en la página siguiente:
Usa delantal.
Con la emoción y las ganas, uno entra en la cocina tal como va vestido y se pone a elaborar los platos, pero no debe ser así: antes colócate siempre un delantal que, por lo menos, te cubra la falda y mejor si cubre falda y pechera.
El delantal es el “uniforme” de trabajo y te permitirá trabajar con mayor libertad.
Así evitas manchas en la ropa. Además, en la cocina las manchas suelen ser difíciles: aceite, tomate… De lo contrario, pronto abandonarías la cocina no por el mal gusto de las recetas sino porque ¡te cansarías de lavar tus prendas!.
Busca uno acorde con tu personalidad: divertido, elegante, moderno, rompedor… Que sea de un tejido absorbente, como el algodón, y fácil de lavar.
Usa tapa.
Al comienzo, uno entra en la cocina y solo ve por un lado fogones y por otro sartenes, cacerolas y ollas. Pero para elaborar los platos calientes, hay un elemento importante: las tapas.
Muchos principiantes las evitan por ir deprisa o porque piensan que así evitan fregar otro cacharro, pero eso es un error.
Cocinar los alimentos con tapa hace que la parte superior de lo que has puesto al fuego pueda cocinarse a la temperatura necesaria. Un plato hecho con tapa se cocina más rápido porque el mismo vapor de la cocción pasa a los alimentos. Ahí estará la diferencia entre un pollo tierno y un pollo seco, sin ir más lejos.
Además, las tapas evitan salpicaduras en los fogones y el suelo. El principiante que cocina sin tapa luego necesita media hora para limpiar el aceite que le saltó de la paella. Con tapa, tendrás que fregar menos al acabar de cocinar.
Antes de comenzar, lee la receta completa.
Es para que no nos llevemos sustos a media elaboración. Hay recetas muy bien explicadas, con su lista de ingredientes previa. Pero leer eso no es suficiente para comenzar a cocinar.
Si no lees primero todos los pasos, es posible que a media receta te indiquen que debes mezclar dos productos y que uno de ellos “previamente ha de calentarse en un cazo aparte…”. Con lo cual te quedas sin poder seguir.
Ten en cuenta este punto, sobre todo si sigues la receta de youtubers nuevos en el mundo de la cocina. Algunos son muy divertidos, ¡pero tan inexpertos como nosotros!
Y recomiendo ir a los clásicos, como “1080 recetas” de Simone Ortega, “Sabores”, “El arte de la cocina francesa” de Julia Child o “Cocina inteligente” de Alicia Bustos, que son clásicos de cocina, explican cada paso con claridad y son platos más que experimentados.
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Mata el ojímetro.
Muchos principiantes cometen este error: cocinar “a ojo”. En algunos platos es posible que no se note si cambias las cantidades, pero en otros es vital seguirlas. Por ejemplo, en repostería. Si vas a ojo con la levadura, el peso del azúcar o el número de yemas de huevo, tu pastel puede acabar duro como el hormigón.
Lo mismo digo para el pan, ahora que se ha puesto de moda hacerlo en casa. Cumple a rajatabla el peso para cada ingrediente tal como te indica la receta si no quieres castigar a tu familia con un pan.
Lo mismo ocurre con los tiempos y las temperaturas.
No abras el horno a media elaboración.
Si estás haciendo un bizcocho o estás asando una carne, abrir el horno hace que la temperatura del interior baje de golpe. ¿Nunca te has preguntado por qué las puertas de los hornos son de cristal? Es para que podamos mirar qué les ocurre a nuestros platos sin abrir.
Si necesitas realmente abrir la puerta del horno para comprobar que una carne o un pescado están hechos, que sea el mínimo tiempo posible.
Lava los cacharros conforme vayas acabando de usarlos.
Elimina esa imagen de “cocina-territorio devastado”. Algunos cocinan y presumen de plato en la mesa, pero dejan un rastro terrible en la cocina y confían en que “otra mano” se encargará de lavar lo que ellos ensuciaron. No.
El cocinado y el lavado son un trabajo en cadena. Lo más práctico es ir lavando los cacharros conforme los vas empleando. De este modo, al irte a la mesa con el plato, la cocina está prácticamente recogida y no da susto entrar en ella más tarde, cuando todos han acabado de comer.
Moraleja: quien quiera cocinar, ha de estar dispuesto a lavar.
Con invitados, no experimentes.
Tenemos invitados y queremos mostrar que sabemos un montón de cocina. La tentación se asoma: se te ocurre que podrías hacer una receta original, que nunca has hecho antes. No. Podrías encontrarte con pasos que no te salen y acabarías lamentándolo.
Es mejor que primero hagas la receta solo tú o con tu familia o con personas de confianza. Puedes probar unos días antes y ver posibles pegas.
No cuenta como experiencia haber visto la elaboración de la receta completa por televisión. Tú no eres Karlos Arguiñano (todavía).
Cuida la presentación.
La comida entra por los ojos. Es un dicho pero es muy real. La presentación es una parte importante del éxito de la cocina. A una materia prima fabulosa y a una elaboración impecable hay que añadirle el último paso: una presentación primorosa.
Busca la bandeja adecuada para servir o tal vez puedas sacar la misma fuente que has usado para cocinar, pero encárgate de poner la pieza de modo atractivo.
Limpia con papel de cocina los bordes y coloca de forma armoniosa el contenido de lo que has cocinado. Eso no es solo para instagramers, es una muestra de cariño hacia las personas para las que has cocinado y una muestra de orgullo hacia ti mismo por el trabajo bien hecho hasta el final.
Prueba el plato antes de servirlo.
Vamos a ver, no es que desconfiemos de ti como si fueras a envenenar a un faraón o un emperador (para eso servía el “probador” en Egipto o en China ya hace miles de años). Sencillamente es por si has puesto demasiado picante y descubres que el plato está para echar fuego por la boca. O por si necesita estar más caliente. O por si descubres que olvidaste echarle sal. O al contrario: ¡está salado!.
Si olvidaste echar sal a un plato, todavía estás a tiempo de remediarlo. Si el plato te ha salido salado, es más difícil de arreglar pero un truco “salvavidas” en el caso de sopas y cremas, es ponerle una patata entera pelada. Absorberá al menos parte de la sal en unos pocos minutos. Mientras, da conversación a tus comensales ;).
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