En la Misa en Casa Santa Marta, Francisco se une a la Jornada de oración, ayuno y obras de caridad promovida por el Alto Comité de la Hermandad Humana, alentando a todos a pedirle a Dios el fin de la tragedia del coronavirus y otras pandemias, “cada uno como sabe, como puede, según su propia cultura”
“El Alto Comité para la Hermandad Humana ha convocado para hoy una jornada de oración, ayuno, para pedirle a Dios misericordia y piedad en este momento trágico de la pandemia. Todos somos hermanos. San Francisco de Asís dijo: “Todos hermanos”. Y para esto, hombres y mujeres de todas las denominaciones religiosas, hoy, nos unimos en oración y penitencia, para pedir la Gracia de la curación de esta pandemia”.
Una pandemia moral
En la homilía, el Papa comentó la primera lectura, tomada del Libro de Jonás, en la que el profeta invita al pueblo de Nínive a convertirse para no sufrir la destrucción de la ciudad.
Nínive se convirtió y la ciudad se salvó de una pandemia, tal vez “una pandemia moral”, observó el Papa.
“Y hoy -subrayó- todos nosotros, hermanos y hermanas de todas las tradiciones religiosas, rezamos: jornada de oración y ayuno, de penitencia, convocada por el Alto Comité para la Hermandad Humana”.
“Cada uno de nosotros reza, las comunidades rezan, las confesiones religiosas rezan: rezan a Dios, todos los hermanos, unidos en la hermandad que nos une en este momento de dolor y tragedia“.
Francisco además aseguró que “no esperábamos esta pandemia, llegó sin que nosotros lo esperáramos, pero ahora está aquí. Y mucha gente muere. Y muchas personas mueren solas y muchas personas mueren sin poder hacer nada”.
En este sentido dijo que puede venirnos el pensamiento de “pero a mí no me ha tocado, gracias a Dios que me salvé”: “¡Pero piensa en los demás! Piensa en la tragedia y también en las consecuencias económicas, las consecuencias para la educación y lo que sucederá después”.
“Y por esta razón hoy todos, – señaló– hermanos y hermanas, de cualquier confesión religiosa, rezamos a Dios”.
Todos unidos como seres humanos
“Quizás -señaló el Papa- habrá alguien que dirá: “Pero esto es relativismo religioso y no se puede hacer”. “¿Pero cómo que no se puede hacer?, ¿no podemos rezar al Padre de todos? Cada uno reza como sabe, como puede, según su propia cultura.
“No estamos rezando unos contra otros, esta tradición religiosa contra esta, ¡no! Todos estamos unidos como seres humanos, como hermanos, rezando a Dios, de acuerdo con la propia cultura, de acuerdo con la propia tradición, de acuerdo con las propias creencias, pero hermanos y rezando a Dios, esto es lo importante: hermanos, ayunando, pidiendo perdón a Dios por nuestros pecados, para que el Señor tenga misericordia de nosotros, para que el Señor nos perdone, para que el Señor detenga esta pandemia. Hoy es un día de hermandad, mirando al único Padre, hermanos y paternidad. Día de oración“.
Esta pandemia -dijo Francisco- “vino como una inundación, vino de un sólo golpe. Ahora nos estamos despertando un poco. Pero hay muchas otras pandemias que hacen morir a las personas y no nos damos cuenta, miramos a otro lado. Somos un poco inconscientes ante las tragedias que están sucediendo en el mundo en este momento”.
La pandemia del hambre
El Papa citó una estadística oficial, que no habla de la pandemia de coronavirus, sino de otra: “En los primeros cuatro meses de este año, 3 millones 700 mil personas murieron de hambre. Existe la pandemia del hambre. En cuatro meses, casi 4 millones de personas”.
“Esta oración de hoy para pedirle al Señor que detenga esta pandemia debe hacernos pensar en las otras pandemias en el mundo. ¡Hay muchas! La pandemia de las guerras, del hambre y muchas otras”.
“Pero lo importante es que hoy, juntos y gracias al coraje que ha tenido este Alto Comité para la Hermandad Humana, juntos hemos sido invitados a rezar según la propia tradición y a hacer un día de penitencia de ayuno y también de caridad, de ayuda a los demás. Esto es lo importante”.
“En el libro de Jonás, escuchamos que el Señor, cuando vio cómo había reaccionado la gente, se convirtió, y el Señor detuvo, detuvo lo que quería hacer”.
“Que Dios detenga esta tragedia -fue la oración del Papa Francisco – que detenga esta pandemia. Que Dios se apiade de nosotros y detenga otras pandemias que son tan malas: la del hambre, la de la guerra, la de los niños sin educación. Y pedimos esto como hermanos, todos juntos. Que Dios nos bendiga a todos y tenga misericordia de nosotros”.
El Papa invitó a hacer la comunión espiritual con esta oración:
El papa Francisco terminó la celebración con la adoración y bendición eucarística y antes de abandonar la capilla dedicada al Espíritu Santo, se cantó la antífona mariana “Regina caeli”, cantada durante el tiempo de Pascua: