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Cómo tratar con gente susceptible

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María del Castillo - publicado el 15/05/20
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¿Cómo podemos prepararnos para una persona que salta con facilidad ante cualquier comentario?

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Todos tenemos que tratar alguna vez con personas susceptibles en las diferentes situaciones de la vida: desde el trabajo hasta la familia, pasando por los vecinos, los dependientes de las tiendas donde compramos, etc.

Por más que intentemos ser amables, siempre habrá alguien que responda de forma más agresiva y saltará con facilidad ante cualquier comentario. ¿Cómo podemos prepararnos para estas ocasiones?

En primer lugar, tenemos que comprender que el estado que todos buscamos por naturaleza es el de felicidad y bienestar: nadie se enfada por gusto. Las diferentes estrategias emocionales que utilizamos siempre tienen un objetivo.

¿Cómo destapar el objetivo de las personas susceptibles? La respuesta es fácil: empieza pensando “para qué” se altera la persona con la que estás tratando.

Generalmente, a pesar de las apariencias, las personas susceptibles son personas de una gran sensibilidad. Es por eso por lo que, a modo de defensa, se instalan en la susceptibilidad.

¿Para qué se vuelven susceptibles? En su fuero interno interpretan que es la mejor manera de defenderse y de protegerse ante el dolor. Su creencia irracional sería algo así: “Cuanto antes me enfade, antes limito a la otra persona, y así evito que me haga más daño”. Se trata, por lo tanto, de una estrategia para resolver su miedo al sufrimiento.

Curiosamente, la estrategia les ha funcionado mucho tiempo y ahora transmiten la sensación de ser infranqueables. Por eso, reaccionan con rapidez y no esperan a sentir más dolor. En muchas ocasiones, incluso, se anticipan al ataque, y se sienten amenazados ante situaciones inofensivas. Es decir, su mente interpreta, con frecuencia, y les hace sentir que hay amenazas donde no las hay.

Un esfuerzo que merece la pena

Tratar con personas susceptibles implica un cierto esfuerzo. Nadie quiere tener relaciones con personas complicadas. Pero merece la pena descubrir a las personas bondadosas que se esconden detrás de esas máscaras de antipatía. A la hora de relacionarnos, todos queremos sentirnos cómodos (como en casa), pero cuando se trata de personas susceptibles a las que queremos llegar, tenemos que empezar ayudándoles a ver que no somos una amenaza.

  1. Prepárate para sus reacciones iniciales: Es posible que, incluso cuando quieras simplemente invitarle a un café, sospeche de ti y se pregunta qué pretendes conseguir con eso. No te rindas. Recuerda que simplemente tiene miedo a sufrir. Ayúdale a entender que vienes en son de paz. (Si su reacción es desproporcionada y no cambia, deberás marcharte asertivamente para intentarlo en otro momento. De lo contrario, entenderá que las faltas de respeto son toleradas y continuará con ese mismo patrón de comportamiento).
  2. Declaración de intenciones: Explícale qué quieres y muéstrate vulnerable. Expresiones como “Necesito tu ayuda” o “Me gustaría que me dieras tu opinión” les hacen bajan barreras y sentirse valorados. En el caso de que tengas que comentarle algún error que ha cometido, trata de poner el foco en cómo estaría bien hecho, y no en lo mal que ha hecho las cosas.
  3. Escucha: Seguramente está expresando algo que no sabe decir con las palabras adecuadas. Ayúdale a interpretar sus propias emociones: ¿Con eso quieres decir que…?
  4. Ama primero: A todos nos gusta recibir primero amor y darlo después sobre terreno seguro. Pero en el caso de las personas susceptibles, su miedo a sufrir nubla su gran capacidad de amar. Solo podrán descubrirla a partir de la experiencia de sentirse amados incondicionalmente (esto es, a pesar de sus reacciones iniciales para conseguir espantarte). Insiste en que te mueve el cariño y no el odio.
  5. Haz de espejo sin juzgar: “Entiendo tu enfado, y seguramente tienes motivos para estar así, pero no creo que sea bueno que hablemos en este tono”.
  6. Sé natural: Es posible que, tratando de agradar a la persona susceptible, tu nivel de incomodidad en su presencia se acentúe haciéndote adoptar actitudes que no son propias de ti, como la complacencia o una amabilidad exagerada. Trata de ser natural, siendo educado, pero no tratándole como si fuera de cristal. Si le tratas como una persona fuerte y digna de confianza, comenzará a sentirse fuerte y confiada.
  7. Firmeza interior: Si su reacción es igualmente negativa, recuerda que su enfado no te define como eres, sino como te ha percibido, en función de sus emociones.
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