Las víctimas de estas prácticas eran siempre niñas o chicas muy jóvenes
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
“Sufrí la mutilación cuando tenía 10 años. Mi abuela me dijo que me llevaban al río para una ceremonia especial y que después me darían mucha comida para comer. Era una niña inocente y fui llevada como una oveja al matadero. Llegadas al bosque, fui llevada a una choza oscura, y desnudada. Me vendaron los ojos y me desnudaron completamente. Dos mujeres me arrastraron al lugar de la operación. Cuatro mujeres robustas me agarraron fuertemente de las piernas y me obligaron a acostarme boca arriba. Otra se sentó en mi pecho para impedir que la parte superior de mi cuerpo se moviera. Me pusieron por la fuerza un pedazo de tela para impedirme gritar. Después me rasuraron. Cuando la operación empezó, empecé a luchar. El dolor era terrible e insoportable. Mientras me debatía, me mutilaron de mala manera y perdí mucha sangre. […]. Fui mutilada con una navaja desafilada” – Hannah Koroma, Sierra Leona (Amnesty International).
Así comienza la ficha didáctica disponible en el sitio de Amnesty International, dedicada al fenómeno largamente difundido de las mutilaciones genitales femeninas en el mundo (la fuente original es UNICEF). Se remonta al 2018 y aún no podía saber de una parcial pero importante victoria. La declarada al mundo hace pocos días por el gobierno provisional de Sudán, que sucedió al dictador Omar Hassan al-Bashir:
Según el ministerio de exteriores de Jartúm, la decisión representa “un desarrollo positivo importante”. La referencia, en el plano legislativo, con un nuevo artículo en el código penal, es el capítulo 14 de la declaración constitucional de los derechos y las libertades aprobada en agosto de 2019. (Rep)
Una gota en un mar de horrores, si es verdad, como también es verdad que
Son al menos 200 millones, según UNICEF, (la OMS habla de 140 millones, NdR) las jóvenes y las niñas que han sufrido mutilaciones genitales y, si las tendencias siguen, el número de las jóvenes y mujeres sometidas a esta práctica aumentará significativamente en los próximos 15 años. La mutilación genital se practica sobre todo en África y en algunos países de Oriente Medio. Hay también casos de mutilaciones en algunas partes de Asia, de América y en Europa – incluida Italia – dentro de las comunidades de inmigrantes. (Ibidem)
Pero es algo indiscutiblemente positivo, una conquista para todo el consenso humano.
Las diversas prácticas de mutilación genital y su difusión
Ya es difícil pensar en ello, lo que puede suponer ser mutilado tan brutalmente en sus órganos genitales externos; intentar comprender las diversas modalidades con las que esta esta injusticia es perpetrada requiere un esfuerzo ulterior de atención y comportamiento.
En un crescendo de crueldad, convertida en costumbre cultural, existen tres tipos de mutilación: la clitoridectomía, la escisión y la más famosa y peor, la infibulación.
(…) la clitoridectomía en la que se quita toda o parte de la clítoris; la escisión que consiste en la extirpación de la clítoris y de los labios menores; la infibulación, la forma extrema, que prevé además de la clitoridectomía y la escisión, también el legrado de los labios mayores, que después se cosen juntos de manera que recubran completamente la apertura de la vagina, aparte de un pequeño orificio para que fluyan la orina y la sangre menstrual. (Ibidem)
Existen también otras prácticas, clasificadas como tipo IV, que recogen otras formas de tortura: pinchazo, perforación, incisión, raspado y cauterización.
Las víctimas de estas prácticas son siempre niñas o chicas muy jóvenes: la edad va entre los 4 y los 14 años. Aunque hay escalofriantes excepciones, como en Yemen, donde se mutila incluso a bebés de pocos días.
La “intervención” se practica además con instrumental poco recomendable:
Para la mutilación se utilizan cristales rotos, tapas de latas, tijeras, cuchillas de afeitar u otros objetos cortantes. Si se realiza la infibulación, para apegar los labios mayores se usan espinas de acacia o hilos de crin, y luego las piernas se atan durante cuarenta días. Para favorecer la cicatrización de la herida se le aplica una pasta a base de hierbas, leche, huevos, ceniza y estiércol.
Los orígenes del fenómeno son poco claras, y parecen pre islámicas. Las motivaciones respecto al control de la sexualidad femenina, el aumento del placer masculino (cosa desmentida en los hechos, por las declaraciones de hombres entrevistados que prefieren tener relaciones sexuales con mujeres no mutiladas), la pureza, la preferencia por una mujer de cara al matrimonio, su sumisión.
Te puede interesar:
¿Es la mutilación genital femenina una práctica islámica?
Difusión del fenómeno
Las MGF se practican sobre todo en 30 países africanos y en algunos países de Oriente Medio (Yemen, Emiratos Árabes). En tres países (Egipto, Etiopía, Indonesia) se concentrarían la mitad de las mujeres mutiladas. Son 44 millones las niñas hasta los 14 años víctimas de mutilaciones.
La mayor incidencia en esta franja de edad se da en Mali (76%), Gambia (56%), en Mauritania (54%) y en Indonesia (49%). Mutilaciones genitales se practican también en algunas comunidades de Asia, de América Latina y de los Estados Árabes. Corren riesgo también las chicas que viven en comunidades de emigrantes dispersas por el mundo. En Europa se calcula que hay 500.000 mujeres víctimas de MGF y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), corren riesgo 180.000 niñas. Según los expertos, se trata de estimaciones a la baja que no tienen en cuenta los inmigrantes de segunda generación o los que se encuentran en situación irregular. (Ibidem)
Los costes
En términos de sufrimiento físico, son muy evidentes y a menudo causan el efecto nefasto por excelencia, la muerte.
En términos de sufrimiento psicológico, y podríamos decir espiritual, porque la propia naturaleza sexuada es ofendida y desfigurada radicalmente, son más difíciles de cuantificar, pero aún más reales y devastadores. Este tipo de herida atraviesa el ser humano femenino en cuanto tal, es violencia de género por excelencia.
No es el factor principal que hace inaceptable en cualquier caso toda práctica de mutilación genital, pero también se da: el coste económico.
Las heridas infligidas, las complicaciones posteriores, las patologías anezas, el trauma insuperable para las mujeres (que después se convierten en verdugos) tienen un enorme impacto económico sobre la sanidad:
Según un documento de la Organización Mundial de la Salud, con el título “Fgm Cost Calculator”, difundido el 6 de febrero con ocasión de la Jornada Internacional de la tolerancia cero hacia las mutilaciones genitales femeninas (MGF), el impacto económico global provocado por estos tratamientos es de 1.400 millones de dólares al año. Utilizando datos de 27 países en los que la práctica está aún difundida, los investigadores han simulado las ventajas económicas que vendrían de renunciar a una práctica tan peligrosa. Si se dejara ahora de practicar mutilaciones genitales femeninas, en 2050 habría un ahorro de costes para la salud del 60%. Al contrario, si no se toman medidas, los costes sanitarios aumentarían un 50% en el mismo periodo de tiempo, dado el aumento demográfico previsto y el mayor número de mujeres sometidas a mutilaciones. Cada país destina cerca del 10% del gasto total anual para asistir a las víctimas de mutilaciones genitales, una cifra que en algunos casos puede llegar incluso al 30%. (ASVIS)