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“Laudato Sì” presenta el camino de curación que hoy necesita la humanidad

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Stefania Falasca - Lucia Capuzzi - publicado el 22/05/20
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El cardenal Michael Czerny S.J., subsecretario de la Sección para Migrantes y Refugiados, organismo creado por el Papa Francisco en el Vaticano, analiza los cinco años de publicación de la encíclica sobre la creación.

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En estos días millones de personas en el planeta celebran la semana “Laudato sì”, iniciativa que busca aplicar activamente las propuestas que el Papa Francisco presentó a la humanidad hace cinco años, al publicar su encíclica del mismo nombre dedicada al cuidado de la creación a través de una ecología integral.

En esta entrevista, el cardenal Michael Czerny S.J., subsecretario de la Sección para Migrantes y Refugiados, institución creada por el Papa Francisco en el Vaticano y que él mismo dirige personalmente, expone cómo ese documento puede constituir una brújula para la reconstrucción, tras el flagelo de la pandemia originada por el coronavirus.

 

CARDINAL MICHAEL CZERNY

Cardenal Michael Czerny | CC BY-SA 4.0

─Estamos celebrando el quinto aniversario de la publicación de la encíclica “Laudato sì” (16-24 de mayo en momentos dramáticos, a causa de la pandemia Covid-19. ¿Qué lecciones deja ese documento  en esta situación?

Hace cinco años, “Laudato sì” reveló las fallas tectónicas de la injusticia humana y de la degradación ambiental. Ahora el virus Covid-19 las está amplificando y magnificando, de manera trágica, y aguda. Es la “rapidación” que el Papa Francisco identificaba en el número 18 de la encíclica. No solo por la manera y la velocidad con que se extiende el virus, sino también por la elevada aceleración en curso de la digitalización, los millones de puestos de trabajo que se han perdido, la comunicación en línea que ha sustituido a las reuniones y eventos.

Es interesante constatar los paralelismos entre la crisis ecológica y la del coronavirus: el Covid-19 comienza dañando la salud, pero además tiene otras terribles consecuencias, especialmente entre los más vulnerables. Algo parecido sucede con la crisis ecológica: comienza dañando al ambiente, pero tiene después consecuencias devastadoras para el trabajo, la alimentación, la salud y otras cuestiones sociales, golpeando sobre todo a los más pobres. Ambas crisis requieren nuevas soluciones en todos los lugares y a todos los niveles, no solo en la cúspide.

“Laudato sì” cumple cinco años. No era la primera vez que la Iglesia hablaba de ecología, pero gracias a este documento se ha establecido un nuevo paradigma de ecología integral, con un impacto tanto en el lenguaje eclesial como en el común. ¿Qué “procesos” ha puesto en marcha esta encíclica en estos años, utilizando un término típico del Papa Francisco?

Nada más publicarse, “Laudato sì” preparó el terreno, animó y orientó la Conferencia COP21 de París (diciembre 2015), que dio origen al Acuerdo de París. Si bien este fue débil, constituyó un primer paso necesario. Pero sobre todo ha estimulado numerosas formas de movilización en las parroquias, en otras religiones, en los grupos y movimientos laicos. Ha sido algo verdaderamente inédito, tratándose de una encíclica.

─¿Cómo podemos volver a leer la “Laudato sì”  a la luz de los eventos que hoy estamos viviendo? ¿Cómo podemos hacer que esta semana dé frutos?

Es legítimo interpretar la  “Laudato sì”  a la luz del Covid-19. Los abusos contra el ambiente y la degradación probablemente han contribuido al surgimiento y expansión del virus; ahora bien, nuestro análisis debe ir mucho más a fondo, a los valores fundamentales que llevaron a la competitividad y consumismo propios de la civilización de ayer. El nuevo mundo, tras el Covid-19, debe ser un mundo mucho mejor.

─Y, sin embargo, todavía hoy a algunos católicos les cuesta considerar las cuestiones socio-ambientales como un elemento fundamental de su fe. ¿Qué les diría usted?

Antes que ser una “cuestión socio-ambiental”, la creación constituye un artículo de fe fundamental: “Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra”.

La vida humana se basa en tres relaciones fundamentales e interconectadas: con Dios, con el prójimo y con la tierra, que forma parte de la creación amorosa de Dios. Distorsionar cualquiera de estas relaciones constituye un pecado. El perdón consiste en buscar la participación en la redención que Cristo nos trae, la sanación de las relaciones rotas y la restauración de la armonía en estas tres dimensiones.

San Juan Pablo II recuerda a cada uno, en especial a los cristianos, “que su cometido dentro de la creación, así como sus deberes con la naturaleza y el Creador forman parte de su fe” (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1990). Por tanto, caminemos junto a los católicos que usted menciona y, juntos, afrontemos nuestra falta de fe, nuestro miedo.

”Querida Amazonia” y todo el proceso del Sínodo dedicado a esa área del mundo son frutos de la  “Laudato sì”. ¿De qué manera ”Querida Amazonia” sigue la senda de “Laudato sì”  y nos interpela a todos nosotros, no solo a las personas que viven en la Amazonia?

El Sínodo mostró lo que significa tomarse en serio “Laudato sì”, afrontar de manera decidida y valiente todos los pecados sociales y ecológicos de una determinada región. Esa es la lección que hay que aplicar en todo lugar de la tierra.

Por otra parte, ”Querida Amazonia” reconoce de manera totalmente clara a los pueblos de la Amazonia, en particular a los indígenas, como los primeros e indispensables protagonistas de la preservación del papel planetario que desempeña la Amazonia. Se trata de un desafío para todos los que siguen fomentando, aunque sea de manera inconsciente, actitudes colonialistas con respecto a otras culturas o consideran que pueden hacer lo que quieran con todos los recursos naturales.

─¿Cómo nos ayuda “Laudato sì” en la reconstrucción tras la pandemia?

Ante todo debemos dejar claro que nuestro objetivo no puede consistir en volver a la misma situación de antes: debemos convertir los comportamientos autodestructivos, inhumanos, injustos e insostenibles que se consideraban como “normales” hasta inicios del año 2020.

Por el contrario, el Papa nos invita a crear nuevas relaciones, una nueva economía, una nueva sociedad. “Laudato sì” constituye un desafío contra los vectores de un crecimiento malsano y destructivo, proponiendo por el contrario un desarrollo inclusivo, sostenible, al que podamos atribuir el nombre de “integral”.

Por lo que se refiere a la manera en que podemos lograrlo, “Laudato sì” prestó una atención enorme al diálogo como fundamento totalmente necesario para una acción positiva. La única actitud posible para promover una regeneración después de la pandemia es el diálogo, que significa implicar honestamente a todos los que están afectados. Este es el camino sinodal.

─Los jóvenes son quizá los que más se sienten afectados por la crisis ambiental. ¿Cree que la ecología integral puede convertirse en un puente para comunicar con ellos, a quienes les cuesta más integrarse en la vida parroquial tradicional y en las estructuras eclesiales? 

Los jóvenes tienen toda la razón cuando se sienten profundamente indignados ante la flagrante irresponsabilidad de todos “los que son responsables”. No se trata solo de los líderes con capacidad para tomar decisiones en materias como el comercio y la política, sino también de los consumidores y ciudadanos que viven un estilo de vida basado en un insostenible abuso tanto de las personas como del planeta.

Los jóvenes ven hoy el planeta como su lugar esencial de respeto y preocupación. Cuando los movimientos cristianos les acompañan en su búsqueda, los jóvenes participan y desempeñan papeles de liderazgo. Esto es lo que aprendimos en el Sínodo sobre los jóvenes de 2018.

–La crisis del medio ambiente sigue empeorando cada día. Al menos, podemos decir que es más grave que hace cinco años. ¿Cuáles son los compromisos que deberían asumir los cristianos con motivo de esta semana?

Ante todo, cada uno, tanto los cristianos como los demás, podrían tratar de mejorar su relación con la naturaleza a través del camino de la contemplación. No podemos amar aquello que ni siquiera vemos. La contemplación puede suscitar el camino de la conversión ecológica.

Durante esta pandemia suscitada por el coronavirus muchos están descubriendo que podemos vivir con menos. Podemos consumir menos, o escoger productos que sean menos contaminantes, o evitar envases que no pueden reciclarse. En lugar de comprar sin tomar en cuenta las consecuencias morales y ambientales, nuestras parroquias, escuelas y centros católicos pueden aceptar que “comprar es siempre un acto moral, y no sólo económico” (“Laudato sì”, n. 206, citando Caritas in Veritate). Pueden utilizar botellas de cristal y platos lavables, como hoy día lo hacen muchos centros y movimientos populares.

Por último, en nuestra liturgia, comprometámonos a celebrar el don de Dios de la creación de una manera más inspiradora. Nuestras liturgias tradicionales incluyen elementos de la naturaleza: agua y aceite en el bautismo, pan y vino en la Eucaristía, fuego en la Vigilia Pascual… Necesitamos experimentar la naturaleza de una manera espiritual y la creación de una manera integral. De lo contrario, seguiremos explotando, consumiendo y abusando de la naturaleza, en vez de aceptar nuestra responsabilidad como creadores con Dios de nuestra casa común. Las dimensiones sobria, litúrgica y contemplativa de la espiritualidad cristiana ayudarán a motivar los necesarios cambios a nivel personal y social: todos ellos radicales.

–¿Podría mencionar iniciativas que han surgido inspiradas de manera particular por la encíclica “Laudato sì”

El Movimiento Mundial Católico por el Clima (Catholicclimatemovement.global), que también está celebrando su quinto aniversario, cuenta con más de 900 organizaciones miembros, que van desde redes internacionales hasta parroquias locales, congregaciones religiosas, líderes comunitarios, y miles de hombres y mujeres católicos y jóvenes. Este Movimiento ha ayudado a organizar esta estupenda semana especial “Laudato sì” (Laudatosiweek.org), que estamos viviendo en estos días

Otros ejemplos incluyen a agricultores biológicos de América Latina, edificios restaurados en clave ecológica en Europa, energía solar instalada en África. Un buen número de escuelas católicas han tomado “Laudato sì” como su enseñanza fundamental interdisciplinar para promover la responsabilidad ecológica y movilizar a los estudiantes y sus familias en el cuidado de nuestra casa común.

[Originalmente publicado por Avvenire]

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